El próximo gran exclusivo de Nintendo Switch 2 está cargado de sorpresas
Toda consola que se precie necesita de un buen catálogo inicial con el que entretener a los primeros compradores y llamar también la atención de aquellos aún con dudas. Nintendo ha apostado por Mario Kart World como el gran reclamo para comprar su ya exitosa Nintendo Switch 2, pero ya tiene a la vuelta de la esquina otra gran excusa para querer tener una consola en casa: Donkey Kong Bananza. Nosotros ya lo hemos podido jugar durante más de tres horas y ya te adelantamos que el nuevo juego de acción plataformera de la Gran N va a sorprender.
Una nueva identidad jugable
En Donkey Kong Bananza controlaremos al carismático primate, pero en esta ocasión irá acompañado de Pauline, la cantante que vimos en Super Mario Odyssey, pero cuando era nada más que una niña con una voz prometedora. Sin liarnos mucho con el argumento, básicamente Donkey Kong ve cómo su mundo desaparece por un misterioso vórtice; si él y Pauilne quieren regresar a sus respectivos mundos, deberán llegar al centro del planeta del que se encuentran, donde dicen que se cumplirá cualquier deseo. Para ello nos embarcaremos en una aventura de acción, exploración, puzles y… ¿plataformas? Ahí radica la cuestión.
Desde su primer tráiler, Donkey Kong Bananza recordó poderosamente a la aventura de Cappy y Mario en Super Mario Odyssey. Se notaba en sus gráficos y su dirección artística, sus animaciones y esa estructura jugable basada en el progreso a través de la recolección; en el caso de Mario eran lunas y aquí tenemos Bananas. Por si fuera poco, desde Nintendo nos confirmaron en el evento que el equipo de desarrollo de Donkey Kong Bananza es el mismo que el de Odyssey. Todos estos factores hacen que, gran parte del público (entre los que un servidor se incluía) esperase un nuevo gran plataformas 3D.Es aquí donde Donkey Kong Bananza revela sus cartas, estableciéndose como un sucesor espiritual, no de Odyssey ni de ningún otro juego de su propia IP reciente: Donkey Kong Bananza es la evolución directa del Donkey Kong 64 de Rare. Una aventura donde la exploración, la acción y los puzles predominaban sobre el plataformeo. No es que no vayamos a encontrar desafíos de este estilo, pero desde luego no con la misma abundancia ni complejidad que en otros exponentes de los plataformas 3D. Incluso es posible que estemos ante un juego que cambia los saltos por los puñetazos para superar esas partes, y por eso da esa sensación.
Esto, que puede parecer un jarro de agua fría, es el mayor salto de fe que hay que hacer con el título. No es el próximo gran plataformas de Nintendo, pero tampoco parece que le vaya a hacer falta. Porque, por encima de todo, Donkey Kong Bananza hereda la voluntad rupturista de las últimas iteraciones de las marcas más icónicas de Nintendo. Todos sus personajes se han reinventado en sus entregas más recientes; desde Toad con ese fabuloso Treasure Tracker hasta Peach con ese curioso Princess Peach Showtime!, o incluso Kirby con el mundo abierto de La Tierra Olvidada. Donkey Kong ha encontrado su nueva identidad en la destrucción, pero mezclándolo con la satisfactoria recolección de coleccionables de Super Mario Odyssey y la libertad de Zelda: Breath of the Wild.
Pudimos probar tres mundos diferentes de Donkey Kong Bananza; no sabemos cuántos habrá en la versión final, pero sí que iremos avanzando a medida que profundizamos hacia el centro del planeta, encontrándonos distintos biomas en cada estrato. Cada estrato, además, cuenta con varios subniveles de profundidad, teniendo cada uno de ellos una cantidad inmensa de contenido. Un factor común que encontré en el día del evento fue que todos los redactores que estábamos allí estábamos teniendo problemas a la hora de ajustarnos a los tiempos, y eso era porque resultaba imposible no dejarse distraer por todo el contenido por descubrir, los secretos, su bellísimo mundo y las maravillosas posibilidades que surgen al explorarlo a través de la destrucción.
Cada nivel en el que aterricemos tendrá su forma para avanzar, normalmente en forma de una barrera o puerta con un sello a destruir, un jefe a derrotar o una situación de nivel a resolver (la clásica de ir llenando de agua la fase y ver cómo cambia todo, por ejemplo). Los niveles tienen una cantidad gigantesca de contenido, no solo de una forma horizontal, sino también con mucha verticalidad; excavar túneles a puñetazos, tanto hacia arriba como hacia abajo, frecuentemente os llevará a cofres con mapas de bananas y salas secretas. Lo mismo pasa con las paredes, que podremos destruirlas y escalarlas a voluntad.
Esta original forma de destrucción, más allá de sentirse increíblemente gustosa (sobre todo a medida que incrementamos nuestra fuerza, o con las transformaciones Bananza), se introduce en combinación con otras mecánicas para establecer unas reglas muy propias y coherentes con su mundo. Donkey Kong Bananza aprovecha de formas muy ingeniosas esta característica, permitiendo que resolvamos puzles de formas imaginativas. Es esa clase de mecánica divertida que introduce la fantasía de que estamos haciendo trampas al juego con nuestro ingenio, y esa es una sensación maravillosa.
Muchas veces es el propio juego el que nos pedirá que pensemos de esa forma para resolver muchos de sus desafíos opcionales. Imaginad la creatividad y el colorido de los niveles de Mario Odyssey, pero con una estructura mucho más compacta; imaginad ahora que todos sus muros y subterráneos pueden contener secretos a descubrir, pero la superficie sigue llena también de cosas que hacer. Ese es el nivel de estímulo y densidad que presenta Donkey Kong Bananza. Es imposible no perderse y dejarse fascinar por su promesa de secretos que descubrir.
Porque no solo tendremos que recolectar oro, bananas y fósiles, sino que también los niveles tendrán muchas fases opcionales a modo de desafío, con diferentes temáticas. Algunas, son cantos de nostalgia a los complicados niveles de Donkey Kong Country, cambiando la cámara y las posibilidades para adaptarlo a la de esos exigentes plataformas 2D. Otros, son retos que aprovechan las posibilidades que otorgan las nuevas posibilidades de DK y sus transformaciones; habrá puzles, desafíos contrarreloj de plataformeo sencillo o recolección, de demolición de estructuras…
Los enemigos son muy variados, y nos harán aprovechar bien todas las habilidades de DK, ya sea en su forma de golpear, para lanzar rocas del suelo o con ingenio. Los jefes finales que probamos también ofrecían mecánicas diferentes, ya fuera a la hora de romper partes que eran frágiles (algo que también ocurre con muchos enemigos rasos), o con pruebas de puntería a bordo de una clásica vagoneta de la serie.
El sistema de materiales también promete traernos muchas sorpresas y risas con sus posibilidades. Lo más básico es la piedra, que podemos destruirla a placer, o incluso arrancar cachos de suelo para lanzarlos. También habrá rocas explosivas para provocar reacciones en cadena. Luego llegamos a fases con componentes blandos como la tierra, y resulta que, si lanzamos tierra a una superficie dura, no la rompe, sino que se acumula y podemos moldearla de forma manual con más lanzamientos. También hay enemigos de madera que, al desplazarse, generan un camino de madera que podemos aprovechar si les guiamos como queramos. Imaginaos las posibilidades que pueden traer todos estos elementos con nuevos biomas y materiales como el hielo. Descubrir sus particularidades fue otro de los momentos más divertidos y sorprendentes de la prueba.
Por último, cabe hablar de su encantador apartado técnico. Si bien a nivel artístico es una absoluta maravilla, e impresiona ver niveles tan gigantescos modificarse a voluntad con total fluidez, sí que hemos notado que, debido a problemas derivados de su propia jugabilidad, es muy fácil introducir a DK en espacios en los que la cámara no responde como debiera, por ejemplo al cavar agujeros o en espacios cerrados, que es donde más falla.También contamos con doblaje al castellano, que acompañará las transformaciones Bananza con canciones tan machacones como pegadizas. En todo momento me ha parecido un doblaje muy simpático y coherente con los personajes. Por último, las transformaciones Bananza que hemos probado son muy divertidas, y ambas cambian por completo la forma de relacionarnos con el nivel. Además no tendremos que aguantarnos las ganas de usarlas ya que enseguida podremos recargar el medidor de oro necesario para volver a transformarnos. Hay elementos que también son curiosos, como las prendas de ropa que se pueden mejorar, y que aportan habilidades pasivas especiales, tanto a Pauline como a DK.
Encontraremos también un modo asistido, en el que los enemigos harán menos daño, se apuntará automáticamente y, en general, hará la experiencia más fácil. Un apartado que me dejó con dudas fue el hecho de que constantemente estaremos pulsando el botón de aporrear el terreno; ese nivel de pulsaciones, multiplicado por todas las horas que estaremos con el juego, invita a pensar que en la salud de nuestros mandos, ya que no va a haber opción de mantener pulsado el botón para que pegue automáticamente. Cada pulsación, un puñetazo. Una decisión meditada que nos comentaron que era para mantener la kinestética del mamporro en todo momento.
Falta mucho por ver de Donkey Kong Bananza y, conociendo a Nintendo, estoy seguro de que solo hemos visto la punta del iceberg. Una pequeña muestra que me ha dejado con muchísimas ganas de más, y que se pasó en un suspiro. Si somos capaces de ver más allá de nuestras propias expectativas, nos aguarda un lanzamiento original e ilusionante como pocos.
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