Cualquier fan de Donkey Kong Bananza soñaba con poder disfrutarlo más
Nintendo ha entregado lo justo para justificarlo, pero se queda lejos de lo que habríamos deseado
Al momento de escribir estas líneas, con muchos juegos aún por llegar en 2025 y un par de títulos clave por completar, en mi quiniela personal por el GOTY de este año está Donkey Kong Bananza. Tal y como recogía en su análisis, el retorno del mono me parece una de esas genialidades que sólo Nintendo parece querer entregar, devolviéndonos a la magia de los juegos que disfrutábamos de niños y elevando un género al que parecía no quedarle ya mucho que demostrar.
Ese camino, el de los innegables e incuestionables golpes sobre la mesa que suele dar Japón cuando exprime al máximo sus franquicias e ideas es el que, gustos personales a un lado, y polémicas por el precio a otro, ha marcado el camino de Nintendo hasta ahora de la mano de juegazos como Donkey Kong Bananza. El del DLC de Isla DK + Caza de esmeraldas es, en cambio, su forma de entrar en una guerra que no le hace ningún bien.
Más Donkey Kong Bananza siempre es una buena noticia...
Anunciado durante el último Nintendo Direct y lanzado en forma de shadowdrop para sorpresa de quienes, pese a su ingente cantidad de contenido, nos quedamos con ganas de más Donkey Kong Bananza, este contenido descargable viene a aumentar el grueso de opciones del juego para seguir exprimiendo el número de horas disponibles y la atención en el juego.
La idea detrás de Isla DK + Caza de esmeraldas es sumar dos razones más para volver al juego. Por un lado un nuevo estrato cargado de nostalgia en el que visitar una Isla DK cargada de viejos amigos y homenajes que van desde la mítica cabaña elevada del mono hasta un islote que rememora los míticos bongos de GameCube.
Sería una añadido interesante de no ser porque, más allá de explorar a conciencia para encontrar referencias a la historia y legado del mono, y completar un puzle lo suficientemente críptico para que alguno acabe tirándose de los pelos, en realidad no incluye mucho más. No hay fósiles ni plátanos esperando a ser encontrados porque, a grandes rasgos, sólo quiere servir de tutorial para otra idea un pelín más ambiciosa.
Es justo ahí donde entra la Caza de esmeraldas, un nuevo modo de juego que parte de la Isla de DK pero que también se alarga hasta otros estratos (no todos, pero sí suficientes para que no quieras pedirle más) en los que recoger cada vez más vetas de oro que, para dar sentido a la idea, ahora son verdes y planean un reto completamente distinto al que nos acostumbró el juego base.
La idea es que, como si de un roguelite se tratase, DK pierde todos sus poderes y deberá conseguir el mayor número de esmeraldas posibles mientras pelea contra el crono. Recoger fósiles en este modo implica desbloquear perks que, por ejemplo, harán que los cofres entreguen más esmeraldas o que los enemigos que eliminemos suelten muchas unidades más del ansiado material. Por contra, hacer lo propio con las bananas nos permitirá recuperar alguna de las habilidades perdidas para elevar nuestras posibilidades de multiplicar la puntuación final.
... pero el candidato a GOTY merecía más
Lo que empieza como una idea relativamente simple y fácil, se va complicando conforme elevamos la dificultad de cada estrato hasta llegar a un punto en el que la estrategia es clave y marcarte un camino ideal para ser lo más eficiente posible termina siendo imprescindible. Superar las rondas necesarias te entregará nuevos coleccionables en forma de música, trajes y demás cucamonadas, pero poco más.
Su planteamiento termina siendo más que suficiente para meter otro puñado de horas si quieres desbloquearlo todo y algo más de dos para descubrir qué ocurre con la historia de sus personajes, pero está lejos de ser algo memorable que quede por encima del final del juego base y, por la repetición de una misma idea en niveles que probablemente ya habrás quemado al querer ir a por el 100%, no tarda demasiado en volverse repetitivo.
Con desarrollos cada vez más costosos y largos, es justo que Nintendo quiera rentabilizar aún más sus apuestas. En un mundo en el que los pases de temporada de juegos gratuitos y de pago superan los 10 euros, y en el que buena parte de los títulos lanzados terminan añadiendo alguna expansión por lo que volver a pasar por caja, poco se puede decir de una estrategia comercial que ya damos por hecho.
El problema de Isla DK + Caza de esmeraldas no está ni en su precio, de 19,99 euros, ni en el hecho de haberse lanzado pocas semanas después del juego base. Lo que chirría de la estrategia de Nintendo es que, allí donde el juego principal brilla con una luz especial, este DLC se queda lejos, lejísimos, de justificar todas las decisiones que rodean a su lanzamiento y que terminarían dando exactamente igual de estar ante una joya a la altura.
De la misma forma que reverenciábamos esa calidad innegable e incuestionable capaz de elevar el listón y desmarcarse de los caminos que siguen el resto de compañías, Donkey Kong Bananza se merecía un bis mucho más ambicioso y memorable para seguir empujando su carrera hacia un GOTY 2025 cada vez más competido. A Nintendo no le vale con ser divertido un rato porque eso lo sabe hacer casi cualquiera, y en ese punto adicional que ya damos por hecho, aquí ha tropezado para que, con suerte, nunca más vuelva a ocurrir.
En 3DJuegos | Llamadme loco pero creo que Donkey Kong Bananza es la mejor carta de amor que le han hecho a One Piece, y lo puedo demostrar
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