¿Remake o refrito? Lo que Capcom no quiere que te preguntes sobre Resident Evil

A golpe de nostalgia y gráficos de última generación, la saga vuelve una y otra vez a sus raíces. ¿Hasta cuándo funcionará el hechizo?

Bárbara Gimeno

Colaboradora

En el vertiginoso ritmo de la industria del videojuego, pocas sagas han sabido adaptarse, reinventarse y sobrevivir como Resident Evil. Desde su debut en 1996, la franquicia ha seguido reapareciendo con nuevas propuestas, desde el survival horror puro hasta el shooter de acción, pasando por el juego en primera persona con tintes de terror psicológico. Pero en los últimos años, una tendencia se ha impuesto con fuerza: los remakes.

Resident Evil 2 Remake (2019), Resident Evil 3 Remake (2020) y Resident Evil 4 Remake (2023) han sido unos auténticos éxitos comerciales pero, más allá de los números, entre la comunidad ha surgido una pregunta: ¿estamos ante revisiones necesarias que realmente revitalizan la saga o simplemente frente a un ejercicio de fanservice de manual?

La fórmula del regreso

Está claro que Capcom no ha sido la primera ni será la última compañía en rehacer sus clásicos, pero su enfoque con los remakes de Resident Evil ha sido realmente ambicioso ya que no se trata de simples actualizaciones gráficas, sino de reconstrucciones completas con motores modernos (como el RE Engine), rediseño de niveles, nuevas mecánicas y reinterpretaciones narrativas. La estructura básica se mantiene, pero la experiencia es completamente distinta.

El caso más representativo es el Resident Evil 2 Remake. El original de 1998 es un clásico del survival horror con cámaras fijas, fondos prerenderizados y controles tanque. En su remake apostaron por una perspectiva en tercera persona por encima del hombro, un diseño de niveles bastante más orgánico y una atmósfera que resultaba todavía más opresiva. El resultado es un juego que respeta el espíritu del original, pero que lo traslada perfectamente al lenguaje y mecánicas actuales.

En cambio, Resident Evil 3 Remake no tuvo tan buena acogida como el anterior. Aunque también fue espectacular en sentido técnico, se le criticó por ser demasiado corto y por eliminar algunas partes icónicas del original, lo que avivó un poco la llama de la idea de que no todos los remakes son igual de necesarios o respetuosos.

Resident Evil 4 siempre ha sido considerado una joya

Resident Evil 4 Remake, por su parte, tenía un desafío un tanto diferente: rehacer un juego que ya era considerado una obra maestra moderna. Aquí, el objetivo no era corregir un juego que se había quedado "viejo", sino perfeccionar una fórmula ya casi perfecta. Y, aunque hubo decisiones polémicas (cambios en diálogos, rediseño de enemigos o reconfiguración de escenas), el resultado fue muy bueno. La tensión, el ritmo y el estilo cinematográfico del original se conservaron, pero con mejoras notables en cuanto a control, narrativa y ambientación.

Nostalgia con bisturí

Una de las claves del éxito de estos remakes está en cómo abordan la nostalgia. No os voy a mentir; como fan acérrima de la saga, que empecé a jugar desde muy pequeñita, todos y cada uno de estos remakes han sido para mi una auténtica ilusión (sobre todo el del 3, mi juego favorito) y para nada me han decepcionado. Así que supongo que, como yo, habrá otros miles de fans que se emocionan con cada noticia de un nuevo remake.

Una de las claves del éxito para mi es que Capcom no se limita a reproducir lo que ya funcionó sino que lo reimagina. Se nota que hay un respeto evidente por la memoria y los recuerdos de los jugadores, pero también una voluntad de ofrecer algo nuevo.

Esto se traduce, entonces, en decisiones valientes, ya que hay personajes que ganan (o pierden) protagonismo, escenas que cambian de tono y criaturas que mutan tanto en diseño como en comportamiento —como si antes no fueran un auténtico dolor y las tuvieran que hacer aún más complicadas—. Para los veteranos, como yo, esto genera una tensión interesante, ya que crees que sabes lo que va a pasar… hasta que ya no. Y esa incertidumbre es auténtico oro en el terreno del horror.

Como auténtica fan, Resident Evil 2 remake me pareció espectacular

Pero también hay una línea peligrosa porque en su afán por modernizar, algunos remakes pueden perder el carácter del original, y eso no mola nada. Muchos de los elementos que definieron la identidad de los primeros Resident Evil tienden a desaparecer tras adaptarse al realismo actual. ¿Se pierde algo en el camino? Para algunos, sí (aunque yo ya os digo que, en mi caso, me hace todo tanta ilusión que no me paro a pensarlo demasiado mientras juego).

La crítica o idea más habitual de la comunidad es que estos remakes responden más a la demanda nostálgica de los fans que a una necesidad creativa real. Y es cierto que Resident Evil tiene una comunidad apasionada, que ha mantenido viva la saga incluso en sus momentos más bajos. Capcom sabe lo que tiene entre manos, y parte del éxito de estos remakes está precisamente en dar al público lo que pide… o cree que quiere. Que también os digo, si así fuera, tampoco veo el problema; ¿por qué no se puede sacar un juego simplemente para contentar a tu audiencia? Quien no quiera, que no lo juegue, ¿no?

También os digo que reducir estos juegos a fanservice sería injusto. Hay mucho trabajo detrás, decisiones de diseño conscientes y un esfuerzo real por adaptar la experiencia al jugador moderno sin traicionar del todo al clásico. El mejor fanservice no es el que repite sin pensar, sino el que recuerda con inteligencia. Y en ese sentido, Resident Evil 2 Remake es ejemplar.

Reducir estos juegos a fanservice sería injusto. Hay mucho trabajo detrás, decisiones de diseño conscientes y un esfuerzo real por adaptar la experiencia al jugador moderno sin traicionar del todo al clásico

Eso sí, la balanza no siempre está equilibrada. Resident Evil 3 Remake, por ejemplo —y aunque siempre será mi juego favorito—, parece que estuvo más condicionado por el calendario de lanzamientos que por una visión artística clara, y lo vemos en ese ritmo acelerado y más lineal o en esos tijeretazos que recortaron la narrativa. Todo eso deja la sensación de ser un producto que salió un poco corriendo, diseñado más para capitalizar el éxito del remake anterior que para construir un juego con identidad propia.

¿Qué aportan realmente?

Una cosa es innegable: los remakes han tenido un impacto real y medible en la saga. Primero, han revalorizado el legado de Resident Evil. Han traído de vuelta a personajes como Claire Redfield, Jill Valentine y Leon S. Kennedy a una nueva generación de jugadores, con un nivel de producción que en su momento fue impensable.

Segundo, han ampliado el público y eso es genial. Jugadores que jamás tocarían un survival horror con controles tanque, por ejemplo, ahora pueden disfrutar del universo de Resident Evil sin barreras técnicas, así que los remakes han servido como puerta de entrada perfecta para mucha gente.

Tercero, han permitido a Capcom probar ideas. Algunas mecánicas del remake de RE2 influyeron directamente en Resident Evil Village, por poner un ejemplo. Así que podemos afirmar que la experimentación técnica y narrativa en estos títulos le aporta valor a la saga en su conjunto.

Resident Evil 3 siempre será mi favorito, remake o no

Por último, han generado ingresos considerables, revitalizando el interés en una franquicia que, tras RE6, parecía haber perdido un poco el rumbo. Los remakes han sido, para Capcom, una manera de mirar al pasado para, así, garantizar el futuro.

Con los remakes de Resident Evil 2, 3 y 4 ya en el mercado, los rumores apuntan a nuevas revisiones. Algunos —obviamente yo— sueñan con un remake de Code: Veronica, considerado por muchos como el "eslabón perdido" de la saga. Otros se preguntan si Resident Evil 5 o incluso RE1 (ya rehecho en 2002) volverán a recibir un nuevo lavado de cara moderno.

Pero la pregunta, realmente, es otra: ¿debería la saga seguir rehaciendo el pasado o continuar mirando hacia adelante? Juegos como Resident Evil 7 y Village han demostrado que aún hay espacio para la innovación dentro del universo Resident Evil, y Capcom parece que de momento apuesta por lo nuevo, ya que tenemos en camino la novena entrega. A veces, recordar es necesario. Pero quedarse atrapado en la nostalgia puede convertirse también en una trampa.

Los remakes de Resident Evil han sido, en muchos sentidos, una jugada maestra. Han revitalizado unos juegazos clásicos, han ampliado audiencias y han  generado un nuevo estándar de calidad técnica en la industria. Han demostrado que rehacer no tiene por qué ser repetir, y que la nostalgia, bien utilizada, puede ser un motor creativo bestial. Pero también han planteado dilemas, ¿qué se gana —y qué se pierde— al reescribir la historia?

Quizá, como en el propio Resident Evil, la clave esté en el equilibrio: entre lo nuevo y lo viejo, entre lo esperado y lo sorprendente o entre el miedo de ayer y el de hoy. Porque, al final, lo que realmente nos aterra no son los zombis… sino la idea de que dejemos de arriesgarnos y nos conformemos con lo conocido.

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