AD Police Files, la precuela de Bubblegum Crisis, se erige como una de las últimas grandes obras del cyberpunk japonés clásico, explorando violencia, ética y tecnología en MegaTokyo
Tal vez más de uno se sorprenda al saber que el género del cyberpunk cumple ya 45 años de historia, y como cualquier movimiento cultural, ha sufrido sus modas, cambios estéticos y conceptuales. Antes de que Ghost in the Shell y The Matrix transformaran la manera en que percibimos la relación entre humano y tecnología, existió un cyberpunk más puro, más oscuro y nihilista, que bebía directamente de la literatura de William Gibson y que tenía en el Blade Runner de Ridley Scott su mayor referente. Entre sus exponentes más fascinantes se encuentra AD Police Files, un anime que quizás muchos desconocen, pero que sigue siendo un testimonio de lo que el género podía ofrecer antes de que se popularizara globalmente. Este título, precuela del más conocido Bubblegum Crisis, se quedó abruptamente sin final, dejando a los fans con una sensación de incompletitud que todavía hoy despierta debates y curiosidad.
AD Police Files: el lado oscuro del cyberpunk japonés
AD Police Files es una serie de tres OVAs estrenados entre mayo y noviembre de 1990, producidas por Youmex y animadas por los estudios Artmic y AIC. Desde su concepción, se trataba de una obra ambiciosa pero limitada: una exploración de la violencia urbana y la deshumanización tecnológica en un Japón futurista que apenas estaba empezando a recibir la influencia del cyberpunk occidental. La historia sigue al joven oficial Leon McNichol y a su unidad policial, encargada de controlar a los Boomers, androides que con frecuencia se rebelan contra sus creadores. Este universo compartido con Bubblegum Crisis permite al espectador comprender la fragilidad de la sociedad de MegaTokyo en 2027, seis años antes de los eventos de la serie madre, y proporciona un contexto oscuro y adulto que contrasta con el tono más pop de Bubblegum Crisis.
AD Police Files bebe directamente de la mencionada Blade Runner y de ese megatón cultura que fue AKIRA en 1988. La dirección de los episodios estuvo a cargo de Takamasa Ikegami en el primero, y de Akira Nishimori en los dos siguientes, mientras que los guiones fueron escritos por Shō Aikawa y Tony Takezaki. Esta combinación de talentos garantizó un equilibrio entre acción y reflexión, explorando dilemas morales y sociales a través de la interacción de los personajes con la tecnología que los rodea. La fórmula básica del cyberpunk, como veis, estaba ahí: MegaTokyo se muestra como una ciudad hipertrofiada, caótica, donde la arquitectura futurista se mezcla con luces de neón y sombras profundas, y los androides nos invitan a hacernos preguntas sobre la identida y la consciencia abriendo el melón dialéctico del transhumanismo.
A diferencia de la energía pop y la dinámica de Bubblegum Crisis, AD Police Files adopta un registro mucho más sombrío, cercano al cine negro. Cada episodio se adentra en los aspectos más inquietantes de la relación entre humanos y máquinas, explorando la violencia urbana y la ambigüedad moral de los agentes encargados de enfrentarse a los Boomers. No se trata solo de un conflicto físico, sino de una reflexión sobre la deshumanización tecnológica, la pérdida de identidad y la fragilidad ética frente a una sociedad que se mueve al borde del colapso.
Su recepción internacional fue limitada, pero significativa, y en lo últimos años ha disfrutado de un redescubrimiento por parte de muchos aficionados al anime que ha sabido ver sus bondades, especialmente en su apartado estético. ¡Todo vuelve, amigos, no solo los pantalones cargo o las camisetas con portadas de discos de Nirvana!. En Occidente AD Police Files se convirtió en un título de culto, ya sabéis, café para muy cafeteros, siempre a la sombra de Bubblegum Crisis. Su tono adulto y experimental contribuyó a consolidar la imagen del anime como un medio capaz de tratar temas complejos y ofrecer una visión crítica de la sociedad tecnológica, de ahí que su capacidad de influir en la percepción global del anime y del género sea tan importante, aunque sea con carácter retroactivo. Tal como apunta un interesante artículo de Film Cred, obras como esta representan la culminación de un tipo de cyberpunk que ya no se vería de la misma manera con la llegada del nuevo milenio.
Relación con el cyberpunk clásico de los 80
AD Police Files recoge directamente la herencia del cyberpunk clásico. La influencia de Blade Runner es palpable en la estética urbana, en la neblina de los rascacielos y en la tensión constante entre humano y máquina. Al mismo tiempo, la narrativa se inspira en los planteamientos de William Gibson en Neuromancer, la novela fundacional del género cyberpunk de 1984, sobre todo en la representación de ciudades futuristas pobladas por marginales y subculturas alienadas, otro rasgo que define el cyberpunk clásico. En este sentido, tal como señala un recomendable artículo de Martin De la Iglesia, MegaTokyo se asemeja al Neo-Tokyo de Akira o a Los Ángeles de Blade Runner, donde la violencia, la corrupción y la decadencia urbana forman un personaje más de la historia.
Estéticamente, el anime mantiene la paleta de luces artificiales, sombras densas y escenarios urbanos caóticos llenos de detalle que caracterizan al canon cyberpunk de los 80. Los personajes marginales y los agentes que operan al borde de la legalidad refuerzan la sensación de un mundo donde la tecnología no libera, sino que aliena y enfrenta al individuo con su propia moralidad. Me resulta especialmente interesante esta visión que es un claro ejemplo de una época en la que la revolución tecnológica claramente industrial daba paso a una basada en la información que tendría poco después a Ghost in the Shell como mejor exponente. En cualquier caso esta visión sigue siendo relevante hoy en día, y adelanta ya un intercambio cultural que cogerí aun imparabl eimpulso en la siguiente década con los creadores japoneses tomando elementos del cyberpunk occidental y adaptándolos a su propio imaginario urbano y cultural, y la influencia de estos trabajos a su vez en creativos y artistas occidentales hasta llegar a ese hito histórico para el género que fue Matrix.
Concepciones temáticas y plásticas pre-Matrix
A algún joven lector lo mismo le sorprende, pero había mundo antes de Matrix. Con todo, esta película de 1999 transformaría la percepción del cyberpunk en el mainstream global, pero AD Police Files ya planteaba reflexiones profundas sobre la deshumanización tecnológica, la ambigüedad moral y la sociedad decadente. Los Boomers no son simples enemigos mecánicos; simbolizan la pérdida de identidad en un mundo dominado por corporaciones, mientras que los policías deben enfrentarse a dilemas éticos que no se resuelven con tiros o persecuciones. La violencia no es gratuita, sino un vehículo para mostrar las tensiones de una sociedad en la que el progreso tecnológico genera desigualdad y peligro. Todavía no se exploraban ideas como la posibilidad de hackear una identidad, de crear identidades sintéticas o que el alma de un ser humano pudiera tener una existencia incorpórea o residir en una máquina y no en un cuerpo, pero no tardaríamos mucho.
Razones de su final abrupto
El abrupto final de AD Police Files no es ningún misterio para quienes conocen la industria del anime de principios de los 90. Desde el inicio, la serie fue concebida como una producción corta, pero los problemas financieros de Artmic y la falta de éxito comercial en su estreno limitaron cualquier posibilidad de expansión. Además, su narrativa fragmentada, cada episodio es prácticamente autoconclusivo, refuerza la sensación de que se trata de una obra inacabada, dejando muchas preguntas sin respuesta. La apuesta por la violencia explícita, la atmósfera nihilista y el tono oscuro también contribuyó a restringir su atractivo a un público más amplio, lo que terminó por condenarla a un estatus de obra menor pero admirada por su riesgo narrativo y su presencia plástica.
Legado y relevancia actual
Aunque breve, AD Police Files se consolidó como un eslabón fundamental en la evolución del cyberpunk japonés. Hoy se recuerda como un título que, pese a su abrupto final, demostró que el anime pedía ya a gritos explorar dilemas filosóficos y sociales con una estética radicalmente oscura y madura. Su influencia no se limita a su contribución al canon cyberpunk, sino también a su capacidad de influir en la percepción de la animación como un medio narrativo potente y adulto, algo en lo que la industria japonesa llevaba años de venta a occidente. Con todo, su escaso reconocimiento comercial no le impidió convertirse en referencia para estudios académicos y críticos del género, consolidando un modelo de cyberpunk que prioriza la atmósfera, la ética y la tensión entre tecnología y humanidad por encima del espectáculo visual.
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