El macarro spin off urbano de Los Sims que tenía a los Black Eyed Peas cantando en simlish

Los Urbz solo tuvo una entrega, pero su estilo mamarracho dejó una gran huella

Ser fan de Los Sims en los dosmiles molaba, ¿pero sabéis qué molaba también? Los Black Eyed Peas. Ese debió ser el pensamiento de EA Maxis de cara a exprimir su gallina de los huevos de oro. Desde expansiones de animales a raros spin-offs en islas desiertas, ninguna idea era mala para expandir esta saga y sus desarrolladores lo sabían. La fórmula de construcción y simulador de vida que repetían todos estos juegos era ganadora.

Los Urbz, sin embargo, eran demasiado guays para parecerse a nada más. Espero que no cometas el error de confundirlos. Los Sims eran "para mayores", clásicos y serios. Los Urbz eran "para los jóvenes", modernos y rebeldes. Nada de casas ni familias ni trabajos a largo plazo. Los Urbz se preocupaban de su popularidad, sus tatuajes y de la ropa que llevaban. De hacer trucos con su skate o irse de fiesta para acabar comiendo una hamburguesa de madrugada.

Los Urbz: Sims en la Ciudad eran, por supuesto, otro spin off de los Sims, pero uno tan diferente que EA no quería que pensaras mucho en ello. La desarrolladora seguía intentando traerse al público de consola a su terreno y para ello quiso hacer una experiencia más afín a los consoleros. Esto quiere decir más juvenil, más llamativa, más directa. El juego, más que ningún otro de la saga, ponía su énfasis en la aventura y la narrativa y nada más.

El ritmo callejero

La ciudad y la estética callejera eran las protagonistas aquí. Con 12 distritos que explorar y 9 bandas que conocer y desafiar, hacernos poco a poco con la ciudad a ritmo de pasos de baile, de peleas callejeras o simplemente de nuestra popularidad y cara bonita era el objetivo principal. Cada uno de estos distritos tenía sus calles llenas de misiones que completar, minijuegos que jugar e incluso jefes que derrotar.

Pero avanzar en la escala social no es tan fácil como uno podría pensar. Empezábamos la aventura más pobres que las ratas. Con solo un apartamento cuyo único mueble es un equipo de música, 300 simoleones en el bolsillo, y los consejos de nuestro colega Will para empezar nuestra andadura urbanita. Will, por cierto, como will.i.am de los Black Eyed Peas. Un nombre que quizás no diga mucho a las generaciones actuales pero que en aquel momento puedo aseguraros que era lo más.

No solo la cara del amigo Will estaba ahí, otros miembros tenían su contrapartida digital y la banda sonora estaba compuesta por hitazos del grupo cantados en simlish. La estética de la banda vestía también las calles de Urbzville, pero no era ni mucho menos la única. Skaters, raperos, emos, punkis… no hay tribu urbana que este juego no quisiera apropiarse y exagerarla al infinito, dando como resultado una barroquísima estética que se siente hasta marciana de revisitar en 2024.

Pese a sus diferencias, tampoco había tanto aquí tan disruptivo con la fórmula clásica. Los malabarismos por mantener a nuestro Sim (Urb, perdón) vivo y contento con sus necesidades cubiertas a la vez que tratábamos de pagar el alquiler seguían siendo parte esencial del ADN del juego. Pero son las mamarrachadas que lo hacían único por las que muchos siguen considerándolo una de sus alternativas preferidas a la saga principal.

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