Jobs quería reducir el tiempo de arranque de sus Macintosh y apostó por el terreno psicológico
Steve Jobs se ha convertido en una de las figuras más icónicas del sector tecnológico. El cofundador de Apple ha protagonizado historias de todo tipo, ya que no solo vivió una relación tormentosa que cambió el futuro de la tecnología, sino que decidió obsequiar a su secretaria por un retraso que estuvo a punto de costarle su despido. Por ello, como es habitual, toca viajar al pasado para conocer una de las historias más curiosas de Jobs: su postura ante el proceso de arranque de los Macintosh.
Como señala GameStar, los ordenadores de Apple tardaban varios minutos en arrancar cuando algunos modelos vieron la luz a finales de los 80. Para Jobs, este era un problema importante y, por ende, decidió preguntarle a su ingeniero Larry Kenyon si habría forma de reducir el tiempo con una pregunta que roza lo extremo: ¿valdría la pena reducir 10 segundos si eso significara salvar una vida? Sorprendentemente, no solo dejó sin palabras a Kenyon, sino que quiso defender la comparativa que trazó entre el arranque de un ordenador y la posibilidad de salvar vidas humanas.
Steve Jobs no quería que los usuarios perdieran tiempo
Jobs, quién ya había protagonizado una curiosa historia marcada por la presencia de 84.409 cojines en una final de la Super Bowl, defendió su idea para intentar transmitirle su pensamiento a Kenyon. Para el cofundador de Apple, si 5 millones de usuarios conseguían ahorrar 10 segundos al día, ello implicaba la posibilidad de ahorrar 50 millones de segundos diarios. En un año, dicha cifra equivale a 5 millones de horas y, bajo la visión de Jobs, esto se podía interpretar como varias vidas humanas ahorradas.
Lejos de verlo como una exageración, Jobs defendía que se trataba de una visión de diseño enfocada en devolver parte de su tiempo a los usuarios. Tras escuchar su filosofía y la visión tan curiosa que tenía, Kenyon trabajó largo y tendido para reducir el tiempo de arranque, una situación a la que dedicó varias semanas de trabajo. Antes de empezar, la principal intención de Jobs era ahorrar 10 segundos con cada arranque; una vez Kenyon terminó, los Macintosh podían presumir de arrancar 28 segundos antes.
En esencia, la propuesta de Jobs convirtió un tema técnico en una causa significativa y motivadora para su equipo, ya que veía la espera del usuario como tiempo perdido y, por ende, buscaba la forma de minimizarla al máximo. Gracias a su enfoque, el equipo de Apple pudo generar cambios reales en el producto, un aspecto que mostró el peso de Jobs en las decisiones técnicas del equipo. Además, esta historia vuelve a dejar patente la obsesión del genio tecnológico por los detalles, una filosofía que transformó en el sello de identidad de Apple.
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