El cine de zombis y la historia del cine pierden un símbolo: Wal-Mart planea demoler el Monroeville Mall, localización histórica y destino de peregrinación para fans
Tal vez se deba a que El amanecer de los muertos vivientes fue mi primera película de zombis, o a que sigue siendo mi favorita dentro del género, pero la noticia de la desaparición de su escenario principal me ha sentado fatal. Con la demolición del Monroeville Mall, la historia del cine pierde una de sus localizaciones más icónicas, un lugar que, durante décadas, ha sido un símbolo tanto del horror como de la crítica social más punzante. Y todo, claro, por la expansión de Wal-Mart, que pretende transformar el centro comercial en un nuevo espacio de entretenimiento.
Un clásico que cambió la historia del cine de terror
Estrenada en 1978 y dirigida por George A. Romero, El amanecer de los muertos vivientes es la segunda entrega de su saga de zombis, tras La noche de los muertos vivientes. Con un reparto memorable que incluía a Ken Foree, David Emge y Scott Reiniger, la película combinaba terror y gore con una crítica social incisiva sobre la obsesión por el consumo. La película se convirtió rápidamente en un referente del cine de zombis, no solo por la espectacularidad de sus efectos y escenas sangrientas, sino por la manera en que Romero supo reflejar las preocupaciones de la sociedad estadounidense de finales de los años 70. La violencia y el horror no eran fines en sí mismos: eran un espejo de la sociedad que consumía sin pensar.
Su éxito fue notable. El estreno internacional comenzó en 1978 en Turín, Italia, con el no menos legendario Dario Argento presente, mientras que la versión estadounidense se proyectó en 1979 en el USA Film Festival de Dallas, Texas, gracias a la recomendación del crítico Roger Ebert. Con una recaudación global que alcanzó los 66 millones de dólares y un 92% de críticas positivas en Rotten Tomatoes, El amanecer de los muertos vivientes no solo triunfó comercialmente, sino que cimentó su estatus como obra de culto. En palabras de Ebert, a pesar de ser "asquerosa, sangrienta y brutal", era "una de las mejores películas de terror jamás realizadas".
La importancia del Monroeville Mall
Lo que distingue a esta película dentro del cine de zombis es, sin duda, su localización: el centro comercial Monroeville Mall en Pennsylvania. Romero eligió el centro comercial por una razón práctica y simbólica. Por un lado, ofrecía un refugio autosuficiente: amplio, con acceso a comida, ropa y suministros, y suficiente espacio para fortificar y vivir de manera temporal en caso de apocalipsis. Pero más allá de lo práctico, el centro comercial se convirtió en una reflexión social brillante: un lugar que refleja la obsesión estadounidense por el consumo, donde los propios zombis regresan a su antiguo hábitat, atraídos por el rastro de su vida pasada. La elección del centro comercial no fue casual.
A finales de los años 70, los Estados Unidos atravesaban un momento de crisis económica y social, con inflación creciente y un consumismo desbordado que Romero supo retratar con ironía, como ya hizo diez años antes con el racismo en La noche de los muertos vivientes. La película, así, se convirtió en un reflejo de su época: mientras los supervivientes buscan refugio, los zombis simbolizan a aquellos atrapados en rutinas materialistas, atrapados en un hambre consumista sin fin. Por eso, el Monroeville Mall no es solo un edificio; es un monumento cultural, un emblema de la crítica social que el cine puede ofrecer.
Wal-Mart y la amenaza sobre un icono cultural
Tal como informa Bloody Disgusting, la compra del de este espacio por Wal-Mart, por 34 millones de dólares, ha generado preocupación entre los fans y los historiadores del cine. La empresa y la firma Cypress Equities planean transformar el espacio en un complejo de uso mixto con tiendas, restaurantes y entretenimiento, dejando en el aire la preservación del legado de Romero. Para muchos, esto no es solo un cambio urbanístico: es un acto de borrado cultural. Eventos como el Living Dead Weekend, que atraen a fans de todo el mundo al mall, y el Living Dead Museum, corren riesgo de desaparecer, junto con el busto de bronce que homenajea a Romero.
Fans y expertos han dejado claro que preservar parte de la localización sería no solo un homenaje a la historia del cine, sino también una oportunidad económica: los seguidores del género están dispuestos a gastar en experiencias relacionadas con sus películas favoritas. La ironía es evidente: la misma estructura que criticaba el consumismo estadounidense ahora se ve amenazada por uno de sus símbolos más representativos.
Legado y cultura pop
El impacto cultural de El amanecer de los muertos vivientes va mucho más allá del cine. La película inspiró videojuegos como Dead Rising, que también se desarrollan en centros comerciales, y ha sido un referente constante para películas, series y cómics de zombis. La idea de que los muertos vivientes regresen a un espacio de consumo masivo se ha convertido en un tropo dentro del género, consolidando la influencia de Romero en la cultura pop global. Además, la película sirve como ejemplo de cómo el cine de género puede combinar entretenimiento y crítica social de manera efectiva. No se trata solo de gritos y sangre; es un análisis de cómo la sociedad moderna se relaciona con sus propios excesos y obsesiones.
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