The Head es una serie española que se alargó tres temporadas llevándonos a escenarios extremos. En el primer año fuimos a una base en la Antártida
En los thrillers psicológicos y de supervivencia, el verdadero antagonista es a menudo el aislamiento extremo, no un ser físico. Pocos escenarios explotan mejor esta vulnerabilidad que una base de investigación atrapada bajo el hielo perpetuo. Este es el territorio que consagró La Cosa de John Carpenter y el que han explorado innumerables producciones, buscando replicar esa sensación de desamparo y paranoia donde la amenaza está tan cerca como el compañero de al lado. Esto incluye, por supuesto, películas y series de televisión, entre ellas una concebida y producida desde España que merece bastante la pena.
Estrenada hace cinco años sin hacer demasiado ruido en streaming, la primera temporada de The Head comenzaba con el comandante de una expedición llegando a las puertas del verano austral a la remota estación científica Polaris VI de la Antártida, de la que no se ha tenido contacto en los últimos meses. Lo que allí encontraba era una matanza. Todos los miembros del equipo de invierno habían sido brutalmente asesinados o se encuentran desaparecidos, todos menos una: una superviviente que, a partir de ese momento, nos servía para, poco a poco, ir reconstruyendo la historia y saber qué fue lo que pasó.
Una estructura de 'flashbacks' que no le sentó bien
The Head apuestabaa así por dividir la narración en dos líneas temporales: la investigación en el presente, liderada por el comandante antes mencionado que, además, es el esposo de una de las desaparecidas (lo que le da urgencia a su búsqueda de la verdad), y los tensos flashbacks que muestran la versión de la única superviviente. Esta estructura de "¿quién lo hizo?" no solo juega con el misterio del asesino, guardándose su revelación (un poco mal, eso sí), sino que constantemente cuestiona la fiabilidad de los recuerdos y el grado de cordura de los personajes, demostrando cómo el aislamiento total y la oscuridad son un caldo de cultivo perfecto para la paranoia y la violencia más macabra.
Como menciono en el párrafo anterior, la identidad del responsable detrás de estos sucesos escabrosos no está tan bien escondida como quieren hacernos creer los guionistas del show. Esto es, posiblemente, consecuencia de apostar por una historia dividida en pasado y presente. Comprendo su objetivo de querer llevarnos a cuestionar la verdad de un relato, de cómo las cosas pueden verse de una forma u otra en función de quién lo cuente, pero como espectador uno termina oliéndose la tostada. ¿Significa que The Head es una serie fallida? Para nada, es buenísima y un ejemplo de cómo desde España pueden crearse producciones capaces de engancharnos desde el primero al último capítulo.
The Head además no se alarga en exceso, va directamente al grano de hecho. Presenta su historia en seis capítulos con una factura técnica que, alejada de los presupuestos millonarios de la industria norteamericana, consigue crear una propuesta resultona con muertes impactantes, alguna que otra secuencia más propia del cine de terror y mucha tensión sobre la nieve. Por último, hay que decir que la serie funcionó tan bien que tuvo dos temporadas adicionales, ofreciendo la segunda, en mi opinión, una clara mejoría frente al arco narrativo original.
Del hielo al desierto pasando por el agua: el cambio de escenario
Pero ojo, eso no significa que la primera temporada no tenga un final. Lo tiene. Pero tampoco es sinónimo de que esta sea una serie antológica. Todas las tramas están conectadas entre sí de algún modo, pero cambian el escenario. Así, para la segunda entrega nos subimos a un barco en mitad del Punto Nemo, el lugar más alejado de tierra firme del planeta. Y, para la tercera, nos despedimos del agua para meternos en lo más profundo del Sahara. Me quedé con ganas de una cuarta ambientada en la Estación Espacial Internacional o la Luna, aunque ahí ya nos meteríamos en el territorio de la ciencia ficción y de eso aquí, la verdad, poco.
En The Head no hay ningún enigma de otro mundo como en La Cosa de John Carpenter, pero sí misterios muy del nuestro que hacen de esta serie una buena opción para todos aquellos que busquen un whodunit un tanto psicológico. Tiene, evidentemente, reminiscencias de Y no quedó ninguno de Agatha Christie, pero todo en ese entorno gélido que a más de uno le recordará a la emblemática película protagonizada por Kurt Russell hace ahora más de 40 años.
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