El turismo masivo de Japón ha empujado a los restaurantes a plantearse las propinas
Trabajadores y población general ven en la medida un peligroso precedente
Si alguna vez te has acercado a la idea de visitar Japón, es muy probable que te hayas encontrado con consejos para turistas sobre qué hacer o no al viajar al país nipón. Entre sus muchas normas no escritas, está la de, bajo ningún concepto, realizar propinas al acudir a un local porque supone una ofensa para ellos. Creen firmemente que el trato debe ser lo mejor posible por el mero hecho de que has acudido hasta allí para probar su comida, y que pagar de más por ello sería absurdo si el buen servicio tiene que venir implícito en la experiencia.
Pero frente al boom turístico que está viviendo Japón, con récords históricos de visitantes motivados por la debilidad del yen y lo barato que resulta visitar el país con una moneda extranjera como base, esa firme costumbre del mundo culinario japonés se ha chocado con otras. Por un lado la dificultad de su ciudadanía a decir que no por una cuestión de cultura, lo que implica una situación a todas luces incómoda para ellos. Por el otro, su necesidad de ganar dinero.
La cultura del kokorozuke en Japón
Durante los últimos tiempos, en cambio, los japoneses se han agarrado a esos dos puntos para dar un giro radical a su estrategia en la restauración. Lejos de intentar evitar que los turistas sigan sus normas, han empezado a colocar botes de propina en los locales para no tener que lidiar con la situación. Sin embargo, para buena parte de la población, dar ese paso no sólo va en contra de su cultura, también sienta un peligroso precedente.
Frente a una economía en caída libre, la posibilidad de que los dueños de los locales se agarren a la cultura de las propinas para salir adelante coloca en una posición complicada a sus empleados. Corren el riesgo de convertir ese pago de extranjeros en parte de su sueldo que, además de tener la obligación de tributarlo, podría suponer un riesgo para futuros aumentos o, incluso peor, caídas en el salario medio base de la restauración.
Para el resto de japoneses, entrar en esa dinámica es igual de peligrosa pese a no depender de ella directamente. Si los turistas están dispuestos a pagar más por los servicios, las zonas más visitadas corren el riesgo de aprovechar esa tendencia y empezar a subir precios para exprimir el turismo masivo, pero para unos locales con cada vez más dificultades monetarias, subirse a esa ola puede provocar que ya no puedan permitirse acudir a ciertos locales de restauración.
Buscando a todas luces evitar tanto una situación como la otra, desde Japón siguen empeñados en hacer valer su cultura sobre la hospitalidad en restaurantes y cafés, instando a los turistas a que no dejen propina y que, si por alguna razón se ven ante la necesidad de querer recompensar de forma adicional el servicio, lo hagan mediante sobres cerrados valiéndose de lo que ellos llaman kokorozuke. Además, si en algún momento ven un bote de propina, que no lo usen porque no están obligados a hacerlo, y sólo está ahí para evitar al personal del local un momento que resulta profundamente incómodo para ellos.
Imagen | JStevens75 en Midjourney
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