Uno de los mejores juegos indies llega justo al final de la temporada para los amantes de los retos difíciles, los videojuegos tipo roguelike y la adicción más independiente. Nuclear Throne es puro vicio sólo apto para los jugadores más expertos.
Desde el Early Access de esta producción muchos jugadores tenían muy claro que este juego de marcado estilo retro iba a ser especial. Pero lo que pocos podían imaginar es que iba a suponer un impacto tan brutal primero en PC como, desde hace escasas fechas, también en PS4 y PS Vita (el resto de versiones se harán esperar un poco aún). Pero Vlambeer Games apostó claramente por esta experiencia roguelike tan contundente que es Nuclear Throne, un juego que los jugadores más expertos ya consideran como de culto dentro del panorama de lanzamientos indies.
Como suele ser habitual en muchos de estos juegos, se trata de una experiencia en la que casi lo único que importa es el hecho de sobrevivir. Sea como sea, nuestra meta principal consiste en no caer ante las amenazas constantes de los enemigos que se apoderan de la pantalla y de cada uno de los decorados, los cuales nos ofrecen un reto a la altura de los usuarios más habilidosos.
Disfrutar de este videojuego es un placer que ningún usuario que se precie de degustar este tipo de propuestas debería dejar pasar. Porque se trata de una especie de "medidor de habilidad" muy fiable para los usuarios más "hardcore", ya que podemos aseguraros una cosa: este juego no es apto para todos los públicos, eso debe quedar claro desde el primer instante.
¿Es esto algo malo? Lo contrario, pensamos que centrarse en un tipo de público específico reporta muchas veces múltiples beneficios, como ha sido el caso en esta gran producción. Sí, porque la jugabilidad que encierra este frenético título de clara influencia arcade de los 80 y 90 sólo puede ser exprimida por los usuarios más veteranos, nostálgicos y amantes de los desafíos.
Infierno arcade
Tened clara una cosa: en este juego moriréis una y otra vez. Pero siempre, o al menos en la inmensa mayoría de las ocasiones, lo haréis por vuestra culpa. Y nada más. Nada de excusas ridículas, "trampas" de la CPU (sobre las cuales podemos asegurar que nos hemos escudado decenas de veces), sorpresas desagradables en forma de bugs inesperados o imprecisiones relacionadas con el sistema de control. Todo en este juego funciona con la precisión de la relojería tradicional y artesanal suizas, así que se trata de un desafío tan justo como adictivo y profundo.
¿Por qué engancha tanto este juego? Resulta complicado afirmar algo en particular, destacar un aspecto concreto del juego, siendo la suma de los elementos independientes lo que hacen grande a la fórmula de juego en general que ostenta. En esencia y como os hemos comentado, se trata de un arcade repleto de acción, tiros y explosiones, en el cual nuestra única meta consiste en liquidar a los rivales que aparecen en cada uno de los escenarios para avanzar paulatinamente hasta el siguiente. Y si morimos, nos toca repetir desde el mundo 1-1, como sucedía antaño y ocurre con frecuencia en los títulos de la categoría roguelike.
¡Qué frustrante tener que iniciar una partida desde cero una vez tras otra! Sí, pero ya os avisamos que llegar hasta el Nuclear Throne, nuestra meta final, es una labor de aprendizaje. Cada vez que juguemos llegaremos más lejos y notaremos cómo nuestros reflejos mejoran, tenemos la sensación de que los enemigos van siendo menos peligrosos, las balas nos parecen cada vez menos numerosas… Meras sensaciones. En realidad lo cierto es que seremos cada vez más precisos y metódicos, por la sencilla razón de que iremos aprendiendo a jugar y a superar cada reto que nos plantee el juego. Y eso sin echar mano de la memoria como sucedía en los juegos clásicos, dado que los escenarios se generan de manera aleatoria y no es posible memorizar la ubicación de los rivales, cofres de objetos, etc.
Hotline Miami, Smash TV o Commando (la recreativa creada por Capcom) son algunos de los títulos que se nos vienen a la cabeza cuando jugamos a este juego. Pero, a pesar de eso, se trata de una obra que presenta su propia personalidad, muy llamativa por cierto. Y ésta viene dada por su increíble ritmo, la gran cantidad de personajes diferentes que ostenta (todos ellos bichejos), la posibilidad de emplear docenas de armas distintas, el hecho de ir mejorando las habilidades de los protagonistas a través de varias mutaciones…
En esencia se trata de un concepto de juego tan sencillo como disparar sin piedad, pero debido a los ingredientes que os hemos comentado hasta ahora unido a pequeños toques de estrategia (derrotar a determinados enemigos requiere de cierta planificación), el juego gana en matices jugables de manera notable. Y este desarrollo tan plano pero lleno de desafíos termina convirtiéndose en un gran reclamo, ya sea jugando en solitario como en modo cooperativo a dobles. Un mero aliciente más para adentrarse en esta aventura.
Reiteramos que no se trata de un título que pueda ser disfrutado por cualquier usuario. Si no os gustan los retos complicados, seguramente no encontraréis el sentido a este videojuego: es muy exigente en este sentido. Pero precisamente en ese nivel de exigencia y en la curva de aprendizaje tan perfectamente integrada es donde se halla la mejor baza de esta producción. Seguramente no será un juego que vayáis a devorar por su presencia gráfica y sonora pues se trata de un título muy simplón en estos aspectos, pero no pretende ir más allá. Es diversión en estado puro y todo lo demás no es vital.
Los videojuegos roguelike tienen desde ya mismo un nuevo referente del mismo. Esta producción indie posee esas cualidades que siempre buscamos en este tipo de juegos y que se han potenciado hasta niveles sobresalientes, siendo una experiencia tan ardua y desafiante como reconfortante y cautivadora. Es un juego tan complicado de superar como casi imposible de dejar de jugar una vez te sumerges en su mundo. Uno de los juegos más llamativos del panorama indie de todos los aparecidos durante los últimos meses.
- Su desafiante y concentrada jugabilidad roguelike es un aliciente en sí mismo
- Los escenarios procedurales añaden más gracia a la aventura
- El hecho de cambiar de protagonista cada vez que muere tiene bastante sentido
- En cuestiones técnicas es muy sencillo
