Análisis de Ode. Una bella sinfonía

Análisis de Ode. Una bella sinfonía
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Libertad para explorar pero ¡sin presión! Disfruta del espectáculo de luz y color en el que nos embarcan los autores de Grow Home en este buen videojuego experimental que plantea desafíos propios de una aventura de plataformas. Déjate llevar al ritmo de la música y disfruta del viaje, como nosotros hemos hecho escribiendo el análisis de Ode, lo nuevo de Ubisoft Reflections.

Nunca es fácil hablar de una obra de carácter experimental. ¿De qué va? ¿Cuál es el objetivo principal? ¿Qué tiene de especial? Por fortuna Ode lo pone fácil. Es un videojuego en el sentido tradicional de la palabra; una aventura de plataformas que nos da libertad para explorar, sin prisas, unos escenarios diseñados como si de un juego de mundo abierto se tratase. Pero es a su vez también una experiencia única, casi un regalo para los sentidos, que concede más importancia a lo que ves, y escuchas, que a los propios desafíos jugables que plantea. "La vida es música, y la música, alegría". Es la frase con la que nos recibe y ciertamente, no podía ser más definitoria de lo que nos espera. Déjate llevar. Disfruta del viaje. Casi que os diría que cerraseis los ojos y sintierais la música pero entonces, os estaríais perdiendo el espectáculo de luz y color al que han dado vida los autores de Grow Home.

Lo confieso. Mis primeros minutos con lo nuevo de Ubisoft Reflections no auguraban para nada un resultado tan satisfactorio. ¡Me temía lo peor! No entendía muy bien dónde estaba la gracia... hasta que se la encuentras, y disfrutas, y te emocionas, y sonríes. Es una de las grandes virtudes de Ode; su capacidad para sorprenderte con un festival multicolor que te anima a seguir adelante, que te lleva a explorar más a fondo cada uno de los cuatro grandes mundos de fantasía en los que se divide la aventura, no para cumplir tu misión, revivir a unos extraños seres alienígenas, que por supuesto, sino más bien para ver qué ocurre, qué pasa cuando interactúas con la fauna y flora del lugar. Este videojuego es pura alegría y de una u otra forma, consigue transmitir eso mismo. "Queríamos construir el juego alrededor de las emociones, de la exploración y la experimentación", comenta uno de los principales autores de la obra. "Aquí no hay acciones que estén bien o mal; tampoco enemigos. Es una carta de amor a la diversión y la música". Y no le falta razón.


Al son de tu música

Ode me ha sorprendido y agradezco que todavía haya estudios que se atrevan con este tipo de proyectos

Todo lo dicho líneas atrás suena muy bonito pero, imagino, os estaréis haciendo la pregunta del millón. ¿De qué va Ode? Pensad en el genial Katamari Damacy ¡y ahí lo tenéis!; algo así ofrece esta creación de Ubisoft en la que encarnamos a Joy, un diminuto ser en el interior de una pelota que, botando de aquí para allá, debe aglutinar a su alrededor el mayor número de esferas de color, necesarias para reanimar a esas grandes criaturas que traerán luz y color a cada escenario. Antes, claro, debemos dar con ellas, ahí entra en juego la exploración, y luego, por supuesto, averiguar cómo alcanzarlas, tocarlas directamente, pues este es requisito indispensable para que vuelvan a la vida. Y así una y otra vez, deslizándonos a gran velocidad, saltando, trepando montañas... sin perder nunca la sonrisa ni la cara de asombro. Así de bonito puede ser este videojuego que plantea retos de lo más interesantes, aunque siempre muy livianos. A veces demasiado.

Una bella sinfonía


Este videojuego es pura alegría y de una u otra forma, consigue transmitir eso mismo

Entiendo que el objetivo es divertir sin complicaciones; hacernos pasar un buen rato mientras jugueteamos con los elementos del escenario. "Todo en el juego es un instrumento. Todo tiene su propia voz, su propio sonido", relata el compositor de Ode. Y en verdad te lo pasas genial comprobándolo. El problema es que cuando el juego te reta con desafíos más tradicionales; cuando te obliga a subir una gran montaña usando tu destreza, disfrutas todavía más del viaje y estos son retos que no abundan en exceso a pesar de contar con una sólida base jugable que animaba a ello. No hay mejor ejemplo que las transformaciones del protagonista. Dependiendo del color de las esferas, que cambiaremos en unas charcas, podemos saltar más alto, reducir nuestras dimensiones para atravesar zonas intransitables de otro modo, o incluso adherirnos a las paredes para subir montañas con una facilidad pasmosa. Algunas de estas habilidades especiales son fantásticas, realmente sorprenden, y con el apoyo de la banda sonora, de alguna forma te convierten en un niño que disfruta enormemente experimentando con ellas. Por eso duele que no se les saque todo su provecho.

Los escenarios son gigantescos y en ellos disfrutaremos de algunas estampas realmente espectaculares. ¡Devuelve el color y la alegría al mundo!
Los escenarios son gigantescos y en ellos disfrutaremos de algunas estampas realmente espectaculares. ¡Devuelve el color y la alegría al mundo!


No quiero entrar en muchos detalles porque parte de la gracia radica en descubrir por uno mismo qué puedes hacer con estas habilidades especiales pero, sí os adelanto, que al final terminaréis con la sensación de que Ode daba para algo más. Y no es que el viaje sea especialmente duradero. En unas dos o tres horas podéis completar la aventura sin encontrar luego retos adicionales que alarguen la experiencia. Sí, podéis volver a disfrutar de los cuatro niveles disponibles, o afrontar un simpático desafío navideño que propone conseguir el mayor número de esferas en un tiempo límite. Otro buen ejemplo de los distintos retos que podrían haber hecho de este título un videojuego más completo. Y no quiero que me entendáis mal. He disfrutado mucho de la experiencia; me ha sorprendido y agradezco que todavía haya estudios que se atrevan con proyectos de estas características. Pero precisamente porque me ha gustado, me quedo con la sensación de que no saca a relucir todo su potencial.

Joy puede adquirir nuevas habilidades cambiando el color de las esferas. Descubrir estos poderes ¡es súper divertido! y toda una experiencia plataformera.
Joy puede adquirir nuevas habilidades cambiando el color de las esferas. Descubrir estos poderes ¡es súper divertido! y toda una experiencia plataformera.


Visualmente es una delicia. Explorar cada mundo de juego al ritmo de la música es apasionante; las luces, los colores, la flora moviéndose al compás de unas canciones que cada vez son más complejas, más emocionantes, gracias a tus acciones... realmente Ode es uno de esos videojuegos que atrapan con su gran puesta en escena, que dicen algo sin usar palabras. Ahí radica su grandeza. La fuerza de las imágenes y esa banda sonora que como ellos mismos dicen, "es vida, es alegría".

Bueno

Sin sello
Una bella sinfonía
Sin sello

Lo han vuelto a hacer. Los creadores de Grow Home nos sorprenden con una divertida aventura musical que destaca por su gran colorido y espectacular puesta en escena. Ode cautiva los sentidos con una bella experiencia sensorial que plantea retos plataformeros de lo más interesantes. Es un videojuego fácil, que busca entretener sin grandes complicaciones, ¡y no está mal!, pero te deja con la sensación de que no saca provecho de todo su potencial. Disfrutas del viaje, te lo pasas en grande, pero es una aventura que acaba demasiado pronto.

  • Un gran espectáculo de luz y color; la importancia de la música
  • Te anima a explorar e interactuar con cada elemento del escenario
  • Las habilidades especiales son muy divertidas...
  • ... aunque no se les saca demasiado provecho
  • El viaje acaba pronto. Echas en falta retos más complejos
Jugadores: 1
Idioma: Textos en español
Duración: 2-3 horas
Ver requisitos del sistema
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