Con una serie de juegos de culto detrás, la franquicia Splatterhouse regresa a la actualidad con una truculenta puesta al día llevada a cabo por BottleRocket y Namco Bandai. Y es que no recordamos haber jugado a un título tan violento en la presente generación de consolas: Splatterhouse es un auténtico festín gore.
Todos aquellos jugadores a los que les atraiga el gore van a darse un homenaje con esta actualización de Splatterhouse, uno de los primeros juegos de acción y terror que aparecieron en este mundillo. Y es que no podemos negar la evidencia, ya que uno de los principales reclamos de este título reside precisamente en eso, en la cantidad de escenas subidas de tono y litros de sangre que se suceden en cada uno de los niveles.
Alma beat´em up
Como ya ocurriera en el original (y, por ende, en la inmensa mayoría de este tipo de lanzamientos), el argumento que sirve como excusa para dar vida a la aventura es simple a más no poder. Todo se resume en que un científico loco, Henry West, rapta a la bella novia del protagonista, dejando además a este muy malherido. Medio moribundo y sin esperanza alguna, Rick (que así es como se llama el muchacho) llega a un acuerdo con una máscara infernal, objeto que una vez alojado en la cara de Rick transforma a este en un ser tan poderoso como rudo y malvado.
La máscara otorga a Rick un poder excepcional, siendo una auténtica máquina de aniquilar. ¿Y a qué debemos enfrentarnos? Pues a un ejército de criaturas demoníacas que harán todo lo posible por acabar con nosotros. Pero no les resultará nada fácil, puesto que la capacidad para luchar de Rick es brutal.
La fórmula de juego de Splatterhouse es simple en grado sumo y recuerda mucho a la experimentada en los clásicos beat´em up de toda la vida. Todo consiste en avanzar hasta una zona poblada por criaturas horripilantes, eliminar a todas ellas, y repetir la operación. Es cierto que a esto se añade algún ligerísimo toque de exploración y puzles escasos y sencillos, pero vamos, que la base del juego consiste en afrontar infinidad de combates.
Con esto en mente, los combates se convierten en la baza más importante de Splatterhouse. ¿Y cómo es el desarrollo de estos? Pues intenso, bestial, sangriento a más no poder… y repetitivo. Pero vayamos por partes. De inicio, Rick es capaz de ejecutar un número respetable de ataques y combos. Ninguno de ellos sorprende en absoluto ni es nada del otro mundo, pero por lo menos la variedad es aceptable. Además, a medida que progresamos en el juego Rick puede ir aprendiendo muchos más movimientos, algunos de ellos verdaderamente contundentes. Pero para contundencia, ahí están los llamados Splatterkills, una especie de movimientos finales o Fatalities que podemos ejecutar durante las batallas y que acaban brutalmente con la resistencia de nuestros oponentes: decapitaciones, desmembramientos y demás imágenes grotescas son el fruto de dichas acciones.
Sangre y poder
Como no podía ser de otra forma, la sangre es uno de los elementos más importantes de la aventura. Cualquier ataque que propinamos a los rivales tiene como resultado un derrame de hemoglobina directamente proporcional a la fiereza y potencia del mismo. Tanto es así, que en ocasiones la sangre es tan notoria y abundante durante las batallas que llega a molestar, interfiriendo negativamente en la visibilidad de cada enfrentamiento.
Pero este factor sirve para algo más que para dar color y “espectáculo” a cada combate. La máscara que porta Rick está continuamente sedienta del líquido de la vida, por lo que incita una y otra vez al muchacho a pertrechar ataques brutales. Y si lo hacemos, seremos recompensados de múltiples formas. A medida que almacenemos sangre, podremos intercambiar esta por nuevos ataques y movimientos. De igual forma, si recibimos demasiado daño podremos echar mano de una pequeña cantidad de sangre para reparar nuestras heridas, ¡aunque nos hayan rebanado un brazo!
Y por último, cuando alcancemos una reserva determinada, Rick podrá hacer uso de todo el poder de su compañero, convirtiéndose durante unos instantes en una feroz bestia, increíblemente poderosa y letal. Como veis, la sangre da mucho juego en esta aventura.
Pero como os comentábamos líneas más arriba, a esta brutalidad y crudeza en su desarrollo se une también una mecánica de juego muy monótona. Demasiado. Y es que el 99% del tiempo lo dedicamos a pelear, algo que llega a cansar al cabo de las horas. Es verdad que estamos ante un juego de acción puro y sin concesiones, a la vieja usanza, pero no es menos cierto que los actuales reyes del género (God of War, Castlevania: Lords of Shadows, etc.) ofrecen un desarrollo mucho más completo y variado sin perder un ápice de su esencia. A poco que sus desarrolladores hubieran incluido algún elemento más, Splatterhouse hubiera ganado muchos enteros, de eso no hay duda. Aún así, y pese a todo, el título se deja jugar.
Metiéndonos ya en el plano técnico, Splatterhouse es un título bastante bueno, incluso notable. La estética que se ha escogido para dar vida a la aventura, a medio camino entre el cómic y película de serie B, dota al juego de una personalidad muy definida. Igualmente, la recreación de cada uno de los monstruos que nos atacan a los largo de todos los niveles es un ejercicio fantástico de imaginación y creatividad. Además están bien animados por regla general. Esto contrasta un tanto con los decorados. Y no porque sean mediocres o estén mal realizados, sino por su escasa inspiración y variedad, alcanzando un nivel simplemente correcto.
El sonido es otro cantar. A pesar de que los diálogos están en inglés con subtítulos, nos han parecido sobresalientes. Y en esto tiene mucho peso el papel que desempeña la máscara. Este objeto tiene vida propia y no para ni un solo instante de parlotear. Su sentido del humor es bastante agudo y negro, profiriendo continuos insultos tanto al protagonista como al resto de los personajes. La música, que varía su intensidad en función de lo que acontece en cada instante, se amolda bien al juego y pasa de la calma al Metal más radical en cuestión de segundos.
Por último, y como apunte final, decir que el título también incluye como contenido desbloqueable los títulos originales de la saga, detalle que agradecerán especialmente los jugadores más nostálgicos y veteranos. Todo un guiño al pasado, a otros tiempos…
Nos encontramos ante un beat´em up de pura cepa, de esos que no conceden ningún resquicio a otra cosa que no sea repartir estopa. Obviamente, este tipo de juegos pueden resultar demasiado invariables para todos aquellos jugadores que no sean seguidores del género, pues su desarrollo es monótono hasta decir basta. Sin embargo, a los que disfruten descargando adrenalina Splatterhouse puede dispensarles un buen servicio, puesto que es un título muy honesto en ese sentido. Lo único que debéis tener presente es que es un juego violento de veras, pues a lo largo de la aventura es posible contemplar escenas duras y hasta grotescas.
Comprar Splatterhouse