13 años es mucho tiempo. Todos hemos cambiado mucho en más de una década, y también lo ha hecho la saga Syberia. Tratando de adaptarla a los nuevos tiempos, Benoît Sokal reformula su propio concepto de aventura gráfica. Distintas bases, diferentes sensaciones y un control llamativo para un análisis de Syberia 3 en el que te voy a contar tantas cosas buenas como malas. Y eso, sinceramente, no me lo esperaba.
El género de las aventuras gráficas es uno muy particular para mucha gente, y es que millones de personas tuvimos nuestro primer contacto serio con los videojuegos en plataformas como PC con títulos de este perfil tan increíbles como Monkey Island, Maniac Mansion o Indiana Jones and the Fate of Atlantis. A la hora de afrontar este estilo en el siglo XXI hemos visto dos vías muy claras. Al frente de la más conservadora podríamos mencionar al impresionante Thimbleweed Park, todo un ejemplo de que se pueden hacer cosas memorables con exactamente los mismos mimbres de hace más de 20 años, y otros no tan radicales pero igualmente brillantes como Machinarium, por poner un único ejemplo. También hay muchos casos de lanzamientos muy diferentes que se pueden hacer si se revolucionan las bases estilísticas como también demuestran los fuertemente narrativos juegos de TellTale Games, Life is Strange o los Fahrenheit, Heavy Rain o Beyond: Dos Almas de David Cage, títulos que hay tanta gente que etiqueta de aventuras gráficas como de aficionados que se niegan a etiquetarlos como tales.
¿Por qué empiezo por ahí? Tengo la sensación de que, con Syberia 3, Benoît Sokal ha querido tocar demasiados palos al mismo tiempo. En la tercera aventura de la siempre atribulada Kate Walker hay muchos elementos en común con los dos primeros juegos de la IP, pero el creativo belga también ha querido apostar por lo que él entiende como lo adecuado para el año 2017 en cuanto a controles y también en la forma de plantear determinados desafíos. No extraña que, ante la complejidad de lo que se ha intentado conseguir, hayamos vivido un desarrollo tan complejo. Uno plagado de retrasos y cambios de planes para un videojuego que se anunció oficialmente en 2010 y que, finalmente, se ha hecho esperar hasta ahora: concretamente 13 años después de su segunda parte. Veamos si la espera ha merecido la pena.
Un Regreso muy Esperado
En Syberia 3 nos ponemos una vez más en el pellejo de Kate Walker que, en esta ocasión, despierta en un hospital. ¿Qué ha pasado? Una hermosa cinemática nos lo ha narrado minutos antes, contándonos cómo una elegante tribu de nómadas la encontró moribunda en un bello paisaje helado. Este punto de partida le sirve a Sokal para desarrollar con su habitual elegancia un episodio más de su fascinante universo de fantasía, con algunos ramalazos de la absoluta brillantez con la que nos sorprendió en la primera entrega de la serie y que confirmó en la igualmente notable secuela. De hecho, es importante haber jugado a los dos primeros títulos de la serie, puesto que éste retoma lo que nos contaba en la continuación y establece algunos lazos relevantes con personajes y constantes referencias a ellas que mejoran el conjunto si se conocen. ¿Puede funcionar como una historia independiente? Sí, por supuesto; eso sí, nos vamos a perder la mitad si no estamos al corriente de dónde vienen muchas de las tramas y, por si fuera poco, el juego no hace ningún esfuerzo por presentárselas a los neófitos o reintroducirnos a los veteranos en caso de que, después de tantos años, hayamos olvidado algunos de los sucesos.
Pero, sobre todo, la sensación de familiaridad es uno de los puntos clave y que mejor logra el juego. Sobresaliendo entre los cambios que se observan en Syberia 3, destaca la fidelidad a uno de los aspectos más celebrados e icónicos de la saga: su sentido del ritmo. El parsimonioso y cuidado tempo que emplea la aventura para desgranar su argumento es señal de los trabajos de su creador, y no falla a su cita para entroncar bien con el sentido de viaje místico y revelador que se propone. Se tocan temas sociales que importan y que son aplicables a nuestro mundo, se abordan con la seriedad y el tono solemne que se le presupone a la marca y, en definitiva, se consigue que mantengamos el interés por el misterio que rodea a la decena de horas que más o menos nos llevará superar la aventura. El estudio responsable del juego sabe que una de sus fortalezas en este tercer episodio reside en la historia que nos cuenta como viene siendo tradicional, y de hecho el programa nos propone al comenzar si queremos superarlo centrándonos en ésta con el Modo Viaje, aunque no es demasiado relevante dado que ningún rompecabezas es excesivamente complejo para un veterano del género, o si deseamos inclinarnos en mayor medida por plantar cara a unos puzles desafiantes con la menor cantidad posible de pistas visuales con el Modo Aventura.
La sensación de familiaridad es uno de los puntos clave y que mejor logra el juego
Lo que no deja de ser de lo más desconcertante es el hecho de que se abra el videojuego con la recomendación de jugarlo con pad incluso en PC. Una vez he entrado en harina me he dado cuenta de que la propia concepción de la aventura y de sus rompecabezas han sido diseñadas siempre para sacar partido de esto con, seguramente, desde el primer minuto un planteamiento multiplataforma. Sin embargo, llama mucho la atención que una saga tan arraigada al estilo de gestionar nuestra acción a través de buscar cosas en el escenario con el ratón, en lo que es tradicionalmente definido como una aventura “point and click”, haya sido sustituido por algo totalmente diferente. Yo no tengo problemas con los cambios, cualquiera que haya leído mis análisis sobre franquicias que han vivido grandes modificaciones sabe que siempre me posiciono en favor de éstas, aunque esas alteraciones tienen que ser adecuadas y, en esta ocasión, lamentablemente es todo lo contrario. La decisión condiciona, y maniobrar a la siempre elegante Kate es muchas veces doloroso con el propio mando, y lo es todavía en mayor medida con la combinación de teclado y ratón. Tampoco ayuda la cámara, que mantiene la premisa de ser fija, pero que en algunas ocasiones elige el peor ángulo para trazar una buena panorámica del escenario.
Si sorteamos todas las trabas que el título trata de ponernos, no serán pocas, nos encontramos con que a esa interesante y misteriosa historia le revisten también algunos rompecabezas bastante potentes. El uso de objetos está acertadamente limitado en cantidad para que no carguemos con infinidad de material que no tiene utilidad alguna, lo que le da a la aventura un ritmo tremendamente acertado. Por otra parte, también hay muchos puzles que incluyen interactuar directamente con elementos del escenario como, por ejemplo, maquinaria. Ahí es el único lugar donde encaja correctamente el sistema de control, puesto que nos permite interactuar directamente con mecanismos moviéndolos por nosotros mismos. Lamentablemente a menudo llegar a poder accionarlos, aunque los veamos muy claramente, es un auténtico dolor dadas las imprecisiones de las que hace gala la obra.
Sí me ha gustado más el sistema de conversaciones, que permite algunas opciones interesantes a la hora de escoger qué queremos que diga Kate, e incluso escuchar qué es lo que piensa de una determinada situación y que nos puede dar pistas sobre cómo actuar a continuación. Por desgracia este videojuego presenta una cosa negativa prácticamente por cada positiva que podamos enumerar, y muchas veces los diálogos se ven lastrados por el hecho de que nuestros interlocutores sean genéricos y estén cargados de clichés. Tampoco ayuda el factor de que muchísimos de ellos están tan reciclados si hablamos de su aspecto, pero su verdadero problema me ha parecido lo poco que dan de sí en términos de desarrollo o de lo que tenían que contarme. Con algunas de sus intervenciones, tan frías y distantes, he tenido verdaderos problemas para no acabar desconectando de lo que me estaban contando, y no sólo debido a un dudoso dramatismo en el que entraré más adelante.
Frío, Muy Frío
En lo visual puede que le pase factura al trabajo de Microïds y Koalabs el larguísimo desarrollo que ha sufrido. Recordemos que se anunció en 2009, que guardó silencio hasta 2012, que de nuevo vivió un período de secretismo absoluto hasta 2015 y que, fue a partir de entonces, cuando ya comenzó una fase promocional propiamente dicha y un goteo más continuado de noticias e información sobre su propuesta. Después de más de una década de trabajo en la industria no puedo dejar de mostrar cierto escepticismo cuando sucede algo por el estilo, y es que he visto muchos casos de proyectos con una producción así de dilatada y accidentada que fracasan; y sólo un puñado de títulos con estas características que logran llevar sus fórmulas a buen puerto. Lo que, sin embargo, todos ellos acaban teniendo en común son apartados gráficos discretos; que demuestran que lo que se proyectó inicialmente podía ser válido para la fecha inicial en la que se ponía a la venta el videojuego pero que acusan el paso del tiempo cuando llega el momento de su estreno.
Syberia 3 es un videojuego pobre en sus gráficos con algunos momentos que me han parecido, literalmente, feos. Y no sólo hablo de los personajes, uno de los puntos flacos de la propuesta ya incluso en los tráilers, sino también en unos escenarios que antaño eran uno de los bastiones de la franquicia. Hay algunos destellos de la brillantez artística de la que hizo gala la serie en el pasado, pero el salto a las 3D en los entornos no le ha hecho ningún favor al producto. Muchas secciones muy discretas, diseños en su mayoría pasables y zonas sin un ápice del carisma o sentido de la diversidad que veíamos en las dos primeras entregas. A esto hay que sumar unas animaciones a menudo robóticas, encadenados entre ellas impropios del año en que vivimos y un sinfín de bugs y "cosas raras" en su comportamiento que están constantemente pugnando por sacarnos de una atmósfera que, por lo demás, en lo narrativo y musical tan bien se construye. Mención especial a cómo lidia la protagonista con cualquier desnivel del escenario, y todavía en mayor medida para sortear obstáculos tan simples como un puñado de escaleras que emparejan los andares de la heroína con los de un afamado cómico malagueño de mediados de los 90.
A todo esto, hay que sumar el hecho de que el juego no está nada bien optimizado. En PC es inusualmente exigente para lo que ofrece, además de muy irregular en cuanto a su desempeño, y cuenta con un abanico de opciones bastante exiguo que se limita a permitirnos definir la resolución y la calidad gráfica general entre tres alternativas. Lo mismo podemos decir de las ediciones de consola, algo menos nítidas en líneas generales y muy caprichosas en su tasa de imágenes por segundo.
Hay algunos destellos de brillantez artística, pero el salto a las 3D en los entornos no le ha hecho ningún favor
¿La guinda del pastel? Sus problemas técnicos, frustrantes y capaces de enfadar al más paciente de los aficionados a las aventuras gráficas. A falta de parches, que deben llegar y seguramente en abundancia, en estos momentos la obra de Benoît Sokal es impropia no sólo de la franquicia sino también de su legado como creador. Bien es sabido que en 3DJuegos en general y por mi parte en particular tenemos mucha manga ancha con el acabado de los videojuegos cuando se trata de propuestas de mundo abierto y/o cuando las incidencias son más cosméticas que jugables, sin embargo en un lanzamiento de carácter lineal como el que nos ocupa y con una interacción tan limitada en los entornos como es este huelga decir que los problemas son poco menos que imperdonables. Microïds ya ha prometido que esas actualizaciones están en camino y que empezarán por corregir incompatibilidades de control, problemas de audio e incidencias con las partidas guardadas (que las he encontrado y en abundancia). Sólo esperemos que no se hagan esperar demasiado, porque ya sabemos cómo de cruel es el boca-oreja en internet y puede acabar dilapidando un videojuego que con unos meses más de desarrollo (sí, aún más tiempo de espera) pudo haber sido algo mejor.
En lo tocante al audio la banda sonora de Inon Zur, que retorna tras Syberia II, hace un extraordinario trabajo a la hora de construir ese clima del que hablamos. No obstante, no tiene fortuna con el resto de elementos que lo acompañan. Los efectos de audio no brillan precisamente, aunque su importancia como es lógico es muy relativa debido a las características del título. Si hablamos de las voces, hay matizaciones que hacer. Como te adelantábamos hace ya unos días, el videojuego tardará algo de tiempo en llegar a nuestro país con sus voces en castellano puesto que la decisión de doblarlo se tomó a última hora, así que por ahora hay que conformarse con los textos. Mientras esperamos tenemos varias opciones para escoger en los idiomas, siendo la inglesa un desastre en términos de interpretación y sincronización labial. ¿Personalmente? Recomiendo encarecidamente la francesa, sin grandes alardes está, al menos, mucho más lograda.
Para mí reencontrarme con Syberia 3 ha sido como hacerlo después de varios años con un viejo amigo que, sin embargo, trae malas noticias. En primera instancia no te dejas llevar por el hecho de que su imagen esté muy desmejorada; pero poco a poco, y según vas descubriendo lo mal que le ha ido durante su ausencia, el café que tomas con él va tornándose más y más amargo. Lo nuevo de Benoît Sokal tiene algunos de los elementos que hicieron a esta saga de aventuras gráficas algo encantador y carismático, pero con el paso del tiempo ha perdido casi todo lo demás.
Comprar Syberia 3- La gran noticia de recuperar a Kate Walker más de una década después
- Elementos que permanecen intactos, como la narrativa lenta y cuidada
- Algunos puzles cumplen su cometido para ser desafiantes
- El juego captura muy bien la atmósfera Syberia
- Tecnológicamente deja mucho que desear
- El experimento de los controles no ha salido bien
- Mucho cliché y carácter genérico en los personajes
- Profundas irregularidades en audio, gráficos y animaciones
