Análisis de Rayman Origins

Análisis de Rayman Origins
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El más maravilloso plataformas que hemos presenciado durante la presente generación de consolas. Probablemente, esta sería la mejor definición para Rayman Origins, un videojuego que ha sido posible gracias a la libertad creativa otorgada a Michel Ancel y al talento demostrado por Ubisoft Montpellier. Una idea llevada al clímax jugable y auspiciada por un marco visual incomparable define a un juego que reclama el trono perdido por el género de las plataformas.

Hacía ya tanto tiempo que Michel Ancel (creador de Rayman y Beyond Good & Evil) no nos sorprendía, que muchos ya dudaban de su poder creativo. Estaban equivocados. Por suerte, el diseñador francés lo ha vuelto a hacer, y de la única manera que realmente se podía: con independencia, confianza en sí mismo y mucho talento. Y es que, a día de hoy, estamos completamente seguros de que Rayman Origins no hubiera sido el mismo juego sin haber tomado el enfoque de un desarrollo independiente.

Planteado inicialmente como un producto de descarga digital por episodios y apoyado por un pequeño grupo de desarrolladores, el proyecto finalmente evolucionó hacia un lanzamiento “retail” completo, contando con toda la maquinaria creadora del estudio Ubisoft Montpellier. El resultado no podía haber sido más sorprendente: un plataformas simplemente sensacional que nos devuelve la magia de los saltos ajustados en una época donde Nintendo y pocas compañías más todavía se atreven a cultivar el género.

De hecho, y debido a esto último, Rayman Origins podría definirse como el primer plataformas “puro” de nueva generación. Uno en el que el popular personaje sin extremidades nos muestra su verdadera esencia 2D, dentro de unas mecánicas ajustadas al milímetro, una variedad de situaciones sobresaliente, una cantidad de niveles más que respetable y, sobre todo, un diseño artístico inspiradísimo. El regreso del héroe y mascota clásica de Ubisoft ha sido triunfal, en uno de esos títulos que no pueden faltan en la juegoteca de ningún amante del arte electrónico.

La plataforma de Rayman a la nueva generación
El argumento que da el pistoletazo de salida a una montaña rusa de aventuras plataformeras es tan absurdamente gamberro como el mismísimo Rayman. Una demostración de la poca importancia que sigue teniendo el guión en un plataformas tan directo, donde todo se precipitará después de que los malvados seres del inframundo escuchen los profundos ronquidos procedentes de nuestros amigos en la superficie. A partir de entonces, y más casi como vía de escape al aburrimiento que otra cosa, Rayman, en compañía de Globox y algún invitado más, emprenderán un camino de más de 60 niveles con el fin de salvar su querido Claro de los Sueños (con el fin de seguir durmiendo plácidamente cuando todo pase, claro está).

Una perspectiva muy cómica para un videojuego que, ciertamente, tiene el poder de alegrar el día a cualquiera. Y es que una de las mayores virtudes del título es que desborda alegría por los cuatro costados, en la forma de un plataformas de “scroll” horizontal que no reinventa el género, pero que sí conjuga todas sus posibilidades a la perfección para integrar saltos ajustados y acción combativa con un ritmo francamente envidiable.

El diseño de niveles, en este sentido, es francamente maravilloso. Las fases son encantadoras y, por encima de todo, están estudiadas para que permitan un flujo continuo de diversión donde se haga posible que tanto jugadores lentos como rápidos hallen una forma de expresión con el mando. Dicho de otra forma, el diseño está tan bien planteado y tan precisamente culminado que tendremos la oportunidad de completar niveles de una punta a otra sin detenernos, realizando auténticas virguerías con el entorno. Estamos seguros de que Youtube va a rebosar de vídeos con este tipo de jugadas maestras.

Uno de los aspectos más positivos de Rayman Origins es que su curva de dificultad es muy llevadera. Incluso acciones como atacar, flotar en el aire o nadar se nos irán enseñando gradualmente.
Uno de los aspectos más positivos de Rayman Origins es que su curva de dificultad es muy llevadera. Incluso acciones como atacar, flotar en el aire o nadar se nos irán enseñando gradualmente.

El ajuste realizado para conseguir una jugabilidad tan fluida es encomiable, un auténtico deleite que tiene picos extraordinariamente épicos en algunas fases. La última, en particular, recuerda a la malabárica animática que Disney aplicaba a sus cortos clásicos, representando el dominio que el estudio francés ha conseguido para la ocasión. A través de estas situaciones, y muchas más que vivimos en este intrépido recorrido plataformero, al final el usuario acabará percibiendo una realidad inexpugnable: Rayman Origins ha sido diseñado con un amor infinito.

Un amor que no se vería correspondido sin la existencia de un manejo atractivo. Pero el enlace se produjo. La respuesta del mando a nuestras órdenes es portentoso. Y no exageramos al escoger el adjetivo, porque cualquier deficiencia en este atributo hubiera repercutido en la calidad final del producto. Por suerte, el ajuste realizado apoya tenazmente a las mecánicas de juego, algo a lo que ha ayudado, por supuesto, la integración del controlador analógico como intermediador entre juego y jugador. Desde hoy, puede que a los autores franceses se les conozca más por haber ido un paso más allá en introducir, con brillantez, la conocida interfaz de control en el género de las plataformas 2D.

Y es que todos los aspectos van ligados. Sin esa precisión y sin un diseño de niveles tan inspirado, hubiera sido imposible lograr un carácter tan adictivo. Casi sin quererlo, os veréis una y otra vez repitiendo la misma jugada hasta conseguir lo que queréis. Y estamos seguros de que ese era el objetivo a conseguir por Michel Ancel, que propone un estilo de juego donde los usuarios más inexpertos puedan sobrevivir mientras los más expertos se ponen a prueba con retos adicionales. Todos tienen cabida aquí, y eso a pesar de que tengamos vidas infinitas y tantos “checkpoints”.

Las fases de disparos a bordo de mosquitos suponen un extraordinario recurso para romper con las dinámicas plataformeras, otorgando un toque de variedad “shoot ‘em up” al conjunto.
Las fases de disparos a bordo de mosquitos suponen un extraordinario recurso para romper con las dinámicas plataformeras, otorgando un toque de variedad “shoot ‘em up” al conjunto.

No podemos ocultar que, para los más curtidos, completar el juego no podría causarles demasiados problemas, incluso llegando a acabarlo en 6-8 horas si no se detienen o son altamente habilidosos. Pero hacerlo así resulta prácticamente imposible, ya que el título consigue, casi misteriosamente, atraparnos en sus redes rejugables, incitándonos a completar todos los niveles al cien por cien, tanto recolectando como hallando secretos ocultos.

Por ejemplo, la recolección de “lums” (repartidos por el escenario al estilo Sonic) es crucial para el éxito en cada nivel, y hay del orden de entre 150 y 350 para conseguir el oro en cada fase. Adicionalmente, es posible hallar pasadizos que nos lleven a subfases (semejantes a las etapas bonus de Donkey Kong), que suponen -en unos casos más que en otros- atractivas propuestas jugables. Incluso poseemos un modo adicional para superar los más de 60 niveles presentes, el modo contrarreloj, algo que toma conciencia de la fluidez plataformera que posee el videojuego. Y, para cerrar, hay hasta una serie de fases desbloqueables que nos invitan a perseguir un cofre (con patas) en carreras intrépidas de las que no nos hubiera importado que se hubiera abusado más.

Todo esto, en conjunción, da para conseguir los 246 “electoons” del título (y los 10 dientes de calavera que funcionan como elemento sorpresa), lo cual creemos que es suficiente como para manteneros pegados a vuestra consola durante al menos 15 horas, cifra que realmente representa el disfrute que se puede llegar a obtener en Rayman Origins.

Aquí hay Rayman para todos
Aún así, uno todavía se pregunta, después de haber terminado el juego, cómo hubiera sido éste si la dificultad hubiera sido más exigente. Haber intentado llegar a todos los públicos, a este respecto, ha resultado ser un arma de doble filo, con lo que no podemos dejar de referirnos a ello. Por supuesto, los usuarios no pueden esperar un grado de ajuste tan elevado como en Donkey Kong Country Returns, uno de los paradigmas plataformeros de la dificultad en esta generación. El hecho de haber creado una base jugable para todos, con la oportunidad de dejar los verdaderos retos para desbloquear completamente el juego, ha sido una gran idea, pero tenemos la sensación de que a la creación de Michel Ancel le hubieran faltado, al menos, un par de mundos más para resultar completamente redondo.

En cualquier caso, nadie debe alarmarse. Existen determinados puntos en la aventura, como los jefes finales, que son una absoluta delicia, una pieza de buen gusto para el paladar de los más ávidos amantes de los plataformas. Asimismo, las fases a bordo de mosquitos (al más puro estilo “mata-mata”) suponen una divertida dosis de acción directa “shoot ‘em up”, que aparte de significar una acertada forma de librarnos de la monotonía, saben llenarse del encanto incondicional de la obra.

Un encanto que se puede llegar a multiplicar hasta por cuatro, puesto que otra de las piezas claves de la obra es su multijugador para hasta 4 usuarios. No podemos ocultarlo, las semejanzas con la experiencia cooperativa de New Super Mario Bros. Wii son más que evidentes, principalmente porque aquí también nos convertiremos en burbuja cuando acaben con nuestra vida, y en segundo término porque el videojuego -como en el programa de Nintendo- aquí también se hace más sencillo cuando jugamos en compañía. Igualmente, se introduce esa mecánica de cooperar a la vez que competir, procurando conseguir el máximo número de “lums” antes de que termine la fase.

Las partes de persecución, como la de la imagen, suponen una brillante manera de contemplar la fluidez conseguida en lo concerniente al diseño de niveles: toda una delicia jugable.
Las partes de persecución, como la de la imagen, suponen una brillante manera de contemplar la fluidez conseguida en lo concerniente al diseño de niveles: toda una delicia jugable.

En definitiva, un multijugador de concepto simple pero a la vez repleto de posibilidades. Tal vez por ello genere una sensación agridulce, debido al sencillo hecho de que se le podría haber sacado más provecho, sobre todo en la parte competitiva, con fases o retos dedicados, los cuales están completamente ausentes.

Pero no hay mal que por bien no venga, porque seguramente así los artistas de Ubisoft Montpellier tuvieron más recursos para poner el broche de oro a tanto talento jugable. Decir que Rayman Origins hubiera sido el mismo sin su incomparable estampa audiovisual sería una increíble falsedad. Si antes habíamos dicho que la jugabilidad respiraba amor por las mecánicas plataformeras, los gráficos pertenecen a un campo que ya nos sería difícil clasificar.

Esta es la primera vez que vemos un videojuego puro 2D con el poder completo y real de las consolas actuales. Y sólo cuando lo aprecias te das cuenta de lo deseoso que estabas por contemplarlo. Para aquellos que se consideren aficionados a los videojuegos, pocas veces habrán vislumbrado un espectáculo visual que contenga tanto gusto, dedicación y saber hacer. Además, nos resulta curioso que el videojuego se dedique a re-explorar los clásicos entornos que hemos visitado una y otra vez en los clásicos plataformeros: junglas, desiertos, volcanes, paisajes helados, parajes mecánicos... y además por un orden ya conocido.

El aspecto cooperativo del juego se ve enfatizado por el hecho de que podemos desbloquear nuevos personajes a medida que avancemos, aunque no cambiarán sustancialmente la experiencia.
El aspecto cooperativo del juego se ve enfatizado por el hecho de que podemos desbloquear nuevos personajes a medida que avancemos, aunque no cambiarán sustancialmente la experiencia.

¿La intención? Probablemente que comparemos para que nos demos cuenta de lo que sería la nueva generación del género de las plataformas. Todo desde una impronta visual incomparable, gracias a una resolución de 1080p y una tasa de imágenes de 60fps, para que no nos perdamos ni un solo detalle de lo que Céline Tellier (veterana artista del estudio) logrará hacer salir de los televisores en vuestras casas. Algo así como pura alegría, con una paleta de colores viva y perfectamente escogida, que enfatiza unos diseños que desbordan originalidad y comicidad a partes iguales.

Un proceso de diseño que se nota querer hacerse cómplice del jugador y de su potencial interés por impregnarse (si no, no le gustaría Rayman) del sentido del humor de la obra. Algo que se manifiesta en una elevada variedad de rivales que parecen haber sido llevados, todos y sin excepción, desde los artes originales hasta los pixels de la pantalla. Una vez visto, comprenderéis por qué no se incluye una galería de “artworks” en los menús del juego, puesto que todos ellos ya están proyectados en los personajes, enemigos, escenarios y fondos. Rayman Origins es puro arte en movimiento.

Pero todo tiene una razón de ser, y nos tememos que aquí hay mucho más que un incesante trabajo por parte de diseñadores y animadores. En efecto, nos encontramos ante el primer juego en utilizar la tecnología UbiArt Framework, una herramienta de desarrollo que hace todo más fácil a los creadores, provocando distorsiones en tiempo real sobre las imágenes. Sólo así se explica la asombrosa suavidad de animaciones de Rayman y compañía, dando lugar a un conjunto que marca un antes y un después dentro del género de las plataformas bidimensionales.

Los jefes finales son imaginativos, un auténtico desafío que se ve complementado por un diseño artístico sensacional. Será difícil no despistarnos al apreciar el detalle de animaciones aplicado.
Los jefes finales son imaginativos, un auténtico desafío que se ve complementado por un diseño artístico sensacional. Será difícil no despistarnos al apreciar el detalle de animaciones aplicado.

Con todo, una jugabilidad exquisita, unos gráficos deslumbrantes y un apartado artístico talentoso, la verdad es que el compositor debió sentirse algo comprometido, pero ha salido airoso, y con nota. La alegría es desbordante con cada composición, y además se han sabido alternar temáticas de festividad plataformera con estilos que acompañan la tensión o espectacularidad de otras secciones: como niveles bajo el agua (con ritmos más relajantes) o jefes finales apoteósicos (con ritmos más vivos).

No esperábamos menos del compositor Cristophe Héral (partícipe en proyectos como Beyond Good & Evil). Seguramente, no hubiera estado de más el haber incorporado un mayor repertorio de melodías, pero el resultado final, aún así, logra su principal objetivo: acompañar a la alegría plataformera de uno de esos videojuegos que recordarás para siempre, tanto por su simpatía y diversión como por su fascinante encanto visual.

Magnífico

Obra maestra

Rayman Origins

Por: El equipo de 3DJuegos
Obra maestra

Si los videojuegos formaran algún día parte de un museo, Rayman Origins probablemente sería una de sus obras de arte más importantes. Con una jugabilidad apta para todos los públicos, pero aún así sintiéndose cómplice de los usuarios más tradicionales, el proyecto de Michel Ancel se convierte en un imprescindible para todos aquellos que no sólo se sientan atraídos por el género plataformero, sino que también se consideren amantes de los videojuegos. Una coreografía jugable perfecta y un diseño artístico que deja sin habla construyen un plataformas de nueva generación que reclama el trono perdido por el género.

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Jugadores: 1-4
Idioma: Manual en español y textos en español
Duración:
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