El rechazo que Conan tiene hacia el hipócrita mundo civilizado tiene mucho más sentido si su refugio emocional es un amor salvaje
Ahora que Arnold Schwarzenegger ha estado de paso por España, no he podido evitar acordarme de Conan. Ya os conté en 3DJuegos que cinematográficamente me gusta más la versión de Jason Momoa, pero Conan y Schwarzenegger son sinónimo, y eso es un hecho cultural innegable. Y claro, cuando pienso en Conan siempre acabo recordando a Robert E. Howard y en el poco reconocimiento que este autor tiene a ojos del gran público. Como yo soy mucho de dejarme llevar por mis monólogos interiores, a veces termino en lugares extraños, como decidir que, tras más de 30 años leyendo tebeos de Conan, mi historia preferida del personaje en el mundo de las viñetas es todo lo contrario a lo que podrías esperar del bárbaro por antonomasia.
No os voy a engañar: mi historia preferida de Conan no es una donde grandes guerreros o hechiceros oscuros dicten la trama. Es un romance. Un romance con piratas y peleas, tesoros, abordajes y todo aquello que hace que una historia sea auténticamente de Conan, sí, pero también con una mujer capaz de robarle el corazón al cimmerio.
Belit, la Reina de la Costa Negra
Belit es mucho más que un interés amoroso puntual en la saga de Conan. Creada por Robert E. Howard en 1934 para el relato Queen of the Black Coast, Belit es una pirata temible y apasionada, originaria de la nación hiboriana de Shem. Su nombre proviene del término acadio "bêlit", que significa "dama" o "señora", y aparece en la historia como una figura que combina autoridad, sensualidad y un poder fascinante sobre los que la rodean, incluso sobre el propio Conan. En la historia original, Belit no solo gobierna su tripulación de corsarios en la Costa Negra, sino que también ejerce una influencia profunda sobre Conan, enseñándole a navegar y a liderar con inteligencia y audacia.
Físicamente, Howard la describe como una mujer de piel blanca como el marfil, cabello negro azabache y figura de diosa, cuya presencia despierta pasión incluso en medio del fragor de la batalla. Todo muy de portada de disco de Manowar. Su relación con Conan no es convencional: se conocen en plena batalla, con espadas en mano, y aun así surge un amor inmediato, intenso y devastador. Belit representa para Conan algo más que una aliada o amante; es su espejo, su compañera de aventuras y la única capaz de igualarle en fuerza y determinación.
Belit en los cómics: Roy Thomas y John Buscema
Cuando Marvel decidió adaptar las historias de Conan a los cómics en los años 70, Belit volvió a cobrar vida gracias al talento de Roy Thomas y John Buscema. Su primer arco conjunto con Conan se publicó entre los números 58 y 100 de la edición americana de Conan the Barbarian, una etapa clave que consolidó la serie como buque insignia del género de espada y brujería en Estados Unidos.
Como guionista y editor, Thomas no solo adaptó la historia de Howard, sino que la expandió. Introdujo matices psicológicos y elementos románticos que enriquecieron un género tradicionalmente centrado en la acción pura. Su capacidad para entrelazar la mitología hiboria con tramas amorosas estableció un nuevo estándar narrativo en los cómics estadounidenses. Gracias a Thomas, la relación de Conan y Belit dejó de ser un episodio aislado para convertirse en un arco de larga duración con peso emocional y biográfico para el personaje.
Buscema, por su parte, convirtió cada viñeta en un poema visual. Su trazo dinámico y musculatura mítica capturaba con igual intensidad la violencia y la pasión. Cada escena de combate o intimidad entre Conan y Belit estaba impregnada de dramatismo y fuerza, mostrando que la épica podía coexistir con la emoción. La colaboración entre Thomas y Buscema elevó a Conan a nuevas cotas artísticas y haciendo de sus cómics una de las publicaciones más populares de Marvel en aquella época, dejando un legado duradero en la industria.
Un punto de inflexión biográfico para Conan
La llegada de Belit significó un antes y un después para Conan. Hasta entonces, el cimmerio se había mostrado como un guerrero solitario, un ser indomable guiado por instintos y fuerza bruta. Con Belit, Conan encuentra una compañera capaz de despertar en él vulnerabilidad, lealtad y un amor tan intenso como peligroso. Esta faceta romántica añade profundidad psicológica al personaje y revela las contradicciones de un héroe brutal al tiempo que humano.
La relación con Belit permite que el lector descubra un Conan más completo, un hombre que puede amar y sufrir, que puede ser feroz en la batalla pero tierno y apasionado en sus sentimientos. La muerte de Belit, violenta y trágica, refuerza la dimensión emocional de la saga y deja una huella imborrable en el personaje, marcando su desarrollo posterior y explicando muchas de sus decisiones y relaciones en historias posteriores.
Impacto editorial en los años 70
Más allá del carácter biográfico, la saga de Conan y Belit supuso un hito editorial. Antes de estos arcos, los cómics de Conan eran generalmente historias autoconclusivas: aventuras que comenzaban y terminaban en un solo número. Con ella se establecía una continuidad más clara en la travesía que recorre el personaje de bárbaro a rey, ampliando la complejidad del personaje y acercándose más al original de las novelas de Howard.
Además, elevó el estándar narrativo de los cómics de aventura. Guionistas y editores de toda la industria comenzaron a considerar que los cómics podían combinar acción, drama y exploración emocional, abriendo el camino a nuevas formas de contar historias para lectores más maduros en Marvel y en otros sellos editoriales, algo parecido a lo que ocurrió con Spider-Man y la muerte de Gwen Stacy. La saga de Conan y Belit no solo fortaleció la serie como buque insignia de Marvel, sino que también influyó en cómo se concebían los personajes femeninos en un género tradicionalmente masculino.
Para mí solo habrá una Belit
Como lector, encontrarme con esta historia supuso empezar a ver a Conan con otros ojos, justo lo que pretendía Thomas. Por primera vez veía a un personaje capaz de entregarse a un amor feroz, de equilibrar su instinto salvaje con su humanidad latente. Claro, de chaval lo que quieres es que Conan ande por ahí despedazando demonios y peleándose en tabernas, y verle besuqueándose con su novia con la mirada lánguida perdida en la puesta de sol, de primeras no parece lo más atractivo. Pero una vez que me dejé llevar por la historia comencé a comprender cómo este refugio emocional del personaje hacía todavía más salvaje sus violentas aventuras. El rechazo que Conan tiene hacia el hipócrita mundo civilizado tiene mucho más sentido si su refugio emocional es un amor salvaje. La valentía de Thomas y Buscema al explorar estas dimensiones inéditas en los cómics de los 70 hizo que cada número fuera una experiencia rica y compleja, donde la acción épica coexistía con la emoción y la tragedia.
Además, Belit es una mujer que no se limita a ser un objeto de deseo: lidera su tripulación, impone respeto y gobierna con inteligencia, lo que añade una capa de complejidad a la relación con Conan y a la narrativa en general. La combinación de épica, pasión y tragedia hizo que esta historia se convirtiera en mi relato favorito de Conan, demostrando que incluso el héroe más rudo puede amar, sufrir y crecer a través del amor.
La relación de Conan y Belit trasciende el mero atractivo visual o la espectacularidad de las batallas. Representa un hito biográfico para el personaje, un logro editorial clave en Marvel y una experiencia de lectura profundamente humana. Gracias Thomas y Buscema, que supieron actualizar la mitología de Howard, Conan dejó de ser un mero bárbaro para convertirse en un personaje multidimensional en sus cómics, capaz de amar y de sufrir con igual intensidad que combate.
Hoy, después de tantos años leyendo sus aventuras y reviviendo la historia de la Reina de la Costa Negra, entiendo que mi fascinación por Conan no está solo en sus aventuras o sus combates épicos, sino en la humanidad que emerge cuando encuentra a alguien como Belit. Esa es, sin duda, la historia de Conan que más me ha marcado: una historia de amor y tragedia que sigue emocionándome décadas después: "amores que matan, nunca mueren", dicen.
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