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Lo nuevo del estudio de Warhammer Space Marine 2 va a callar bocas, la mía primero. Un Left 4 Dead con cientos de zombis que me ha enganchado horas

Saber Interactive ha creado con Toxic Commando un shooter cooperativo PvE lleno de tonterías y bromas malas, pero también entretenido, con mucho de original

Alberto Lloria

Editor

Es curioso porque en el cine llevamos unos quince años sin despegarnos de los 80; de la nostalgia de la época, el neón, el formato VHS, la música con sintetizadores... El ejemplo más claro de nuestro tiempo es Stranger Things, una serie creada para tender puentes entre generaciones. En el videojuego, no obstante, esa morriña por el toque ochentero no ha tenido suficiente calado, y es irónico que el juego que más representa la ciencia ficción de Serie B de los 80 en nuestro medio esté firmado por un maestro como John Carpenter. Pero lo mejor de todo es que Toxic Commando es un acierto más allá de una oda nostálgica; un juego capaz de llenar el hueco de Left 4 Dead y que me ha callado la boca.

El cineasta, autor de La Cosa o Halloween, es un conocido gamer, y por eso ha firmado la premisa y la música de uno de los juegos más tontos, infantiles y absurdos que he tenido el placer de jugar este 2025, y lo digo de buenas maneras: John Carpenter's Toxic Commando es bobalicón, con personajes arquetípicos y con una trama simple. Sin embargo, este shooter PvE —y sí, puedes jugar con bots, que controlarán los otros tres personajes— se disfruta bajo dos prismas. Por un lado, su sencillez mecánica supone un alivio de la sobrecarga de juegos que nos exigen horas y dedicación continua. Por otro, lejos de su bobaliconería, Toxic Commando tiene un equilibrio casi perfecto de ideas y mecánicas para salir airoso de las comparaciones.

Es como un Escuadrón Suicida con zombis.

El punto de partida de Toxic Commando no es muy sesudo que digamos. La idea parte de un boceto de Carpenter basado en esas obras de segunda fila de hace 40 años. Como un equipo de cuatro exsoldados, ahora mercenarios, iremos a una región perdida de la mano de Dios para tratar de frenar el apocalipsis tras ver cómo un experimento científico abrió un portal a lo desconocido del que salió el Dios del Lodo. La tierra ahora está llena de fango, sangre y vísceras, y los humanos que poblaban la zona ahora son zombis o mutantes con un único objetivo: merendarnos.

Sí, el de la derecha es Clive Standen, Rolo en Vikings

Nada muy complicado que digamos, y esa es su mejor apuesta. Toxic Commando juega la carta de Helldivers 2: un juego con una línea argumental finísima que apenas sirve para asentar un par de conceptos que dan sentido a lo que ocurre. Así, y tras algo más de tres horas jugándolo, tengo claras dos cosas: sus personajes parecen salidos de párbulos —ni siquiera recuerdo sus nombres—, y lo que cuentan es completamente pasajero. Saber Interactive —el estudio tras Warhammer 40,000: Space Marine 2, Roadcraft o World War Z, un trío de juegos que ya veréis que tiene mucho de importante en el juego— no tiene la mano firme de Valve hace ya 20 años, pero no lo necesita porque Toxic Commando se disfruta a un nivel diferente: el de la irreverencia; el del espectáculo visual por encima de la construcción de su mundo o el carisma de sus personajes. Y ahí me ha ganado por completo.

Toxic Commando se disfruta a un nivel diferente: el de la irreverencia

No niego que incluso me he reído con algunas paridas, porque es lo que es: un juego tontorrón. Tras más de 100 horas a Helldivers 2, otra oda a la ficción del siglo pasado —no por nada su inspiración es aquella Starship Troopers de 1997—, este tipo de proyectos gana más cuando son transparentes con el jugador, y Toxic Commando lo consigue.

Tras 16 años, alguien puede llenar el vacío de Left 4 Dead 2

Toxic Commando no llega para dejar poso; tampoco para competir con los grandes; pero es la primera vez en dos décadas que un sucesor del Left 4 Dead 2 de Valve me ha ganado. En este caso, eso sí, las líneas comparativas entre ambos juegos se limitan a su jugabilidad PvE contra hordas de zombis y su enfoque cooperativo, porque Saber Interactive es inteligente: sabe que van a haber  comparaciones, y por eso apuesta por la identidad propia —aunque más bien la de sus propios estudios—; y aquí entran los tres juegos antes mencionados.

La idea que maneja Toxic Commando es la de lanzarnos a misiones para tratar de contener la plaga al mismo tiempo que buscamos vencer a esta deidad, y lo hace en mapas variados de extensión moderada. Al contrario que otros, Saber Interactive desecha los escenarios pasilleros y claramente marcados y nos deja libres por un mapa abierto con objetivos secundarios que nos darán materiales para mejorar las armas o al personaje, otros aún más opcionales que sirven para conseguir recursos para la misma misión, y aquellos principales que, en su mayoría, se limitan a cumplir objetivos como restablecer la electricidad, encontrar información o similares.

Ls físicas del entorno son realistas y sumergirán nuestras ruedas, llenarán el coche de lodo o nos harán resbalar

Lo interesante es que Saber trabaja estos mapeados con la mentalidad de otro juego: Roadcraft. Toxic Commando supone una especie de conjunción de todo lo aprendido por la compañía europea a lo largo de los años. Podemos recorrer el mapa andando, pero no solo es lento, sino que hay zonas inaccesibles a las que solo podemos llegar con un coche. Estos vehículos, que variarán dependiendo del mapa —pudiendo ser humvees militares, coches de policía o camionetas—, son el segundo pilar del juego, pues Saber no los entiende como una forma de superar grandes distancias, sino que son una extensión más del equipo. Los vehículos tienen habilidades de apoyo como curar u ofensivas como la posibilidad de soltar minas o una torreta, pero lo mejor está en cómo Saber trabaja de forma realista el entorno; y aquí mi mayor sorpresa.

De nuevo, mirando a Roadcraft, las carreteras estarán llenas de baches, agua, lodo... y, aunque sin llegar al realismo de aquel ¿survival? de conducción, deberemos usar un cabestrante para avanzar y no quedarnos atrapados en el lodo. Y es que las físicas del entorno son realistas, o al menos más que la media, y sumergirán nuestras ruedas, llenarán el coche de lodo o nos harán resbalar. De hecho, no todos los coches tienen cabestrante, lo que da aún más profundidad al juego. Moverse por el mapa no es fácil: requiere calcular bien las rutas para avanzar por el escenario y no quedarnos sin gasolina o con el motor ahogado. Así, Toxic Commando se sale de la tónica habitual de usar los vehículos en los PvE como objetos de un solo uso, en su mayoría para ir del punto A al punto B, y los entiende como algo divertidísimo que añade dinamismo y variedad al conjunto.

Pero ¿cómo se juega? Aquí tenemos el clásico abecé del género: munición finita, muchos enemigos y trabajo en equipo; aunque esta acercándose, casi porque no hay otra, a los Left 4 Dead. Mientras que sucesores como Evolve o Back 4 Blood entendían a los supervivientes como clases andantes y cerradas, Toxic Commando se apega al clásico de Valve y sus personajes están libres de ataduras. Saber implementa un sistema de clases independiente del personaje —médico, asalto, operador y defensor— con un árbol de habilidades independiente que, lejos de contradecir lo que he mencionado antes sobre la sencillez del concepto, añade un muy lógico plus al juego en equipo. De hecho, la clave está en que no se va por las ramas con su árbol de habilidades y la gran mayoría son pasivas para reforzar el estilo de juego de cada clase, con algunas armas especiales y únicas que le dan un toque distintivo a cada operador.

Lo menos expansivo, al menos lo que he visto con solo un par de horas de juego, es su gunplay; y no digo que sea malo, sino que es el que menos arriesga o innova. Aquí la sorpresa llega del lado de World War Z o Space Marine 2 y sus hordas de cientos de zombis. En ciertos puntos de las misiones —que duran en torno a 40 minutos— tendremos que gestionar la defensa de un área con las clásicas defensas como torretas o minas, y ahí empieza la fiesta. Son momentos cumbre, donde el juego saca pecho del Swarm Engine que maneja la compañía para lanzarnos hordas de cientos de enemigos con diferentes clases —desde gigantes blindados hasta zombis explosivos o los llamados Stalkers, que te acosarán con proyectiles sin entrar en combate directo—, que pondrán a prueba nuestros nervios.

Lo nuevo de Saber juega en el terreno de la auto influencia y de medir bien sus ingredientes, y a mí me ha ganado

Por todo esto, es fácil tenerle ganas a Toxic Commando; a mí al menos me ha convencido. No esperaba mucho del enésimo sucesor de Left 4 Dead y las tres horas que he pasado jugando han sido una delicia. No solo necesitamos juegos así, centrados y tan transparentes como una hoja de papel, sino mecánicamente divertidos y con las ideas claras. Lo nuevo de Saber, que sale el próximo 12 de marzo para PS5, Xbox Series X|S y PS5, juega en el terreno de la auto influencia y de medir bien sus ingredientes, y a mí me ha ganado.

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