Jugar al título de Rockstar en pleno 2025 tiene poco de máquina del tiempo, y el mérito no es pequeño
Si hablamos de la Rockstar moderna, seguramente todo el mundo tendría en la cabeza (además del próximo GTA 6), como mínimo, a la quinta entrega numerada de Grand Theft Auto y a la segunda de Red Dead Redemption. O bueno, si os pasa como a servidor y os hace sentir muy viejos considerar retro a la generación de 360 y PS3, pues lo normal es que GTA 4 y el primer Red Dead Redemption entren también en la ecuación.
Rockstar lanzó otros dos juegos para esas consolas. Quizás L.A. Noire no se tenga tan en cuenta porque fue desarrollado originalmente por el Team Bondi, y el que me interesa más es Max Payne 3. Aquí la disculpa que podríamos tener es que fue una secuela desarrollada esta vez sí por Rockstar, pero de una franquicia original de los finlandeses de Remedy Entertainment. Y sería una pena, porque quizás estamos frente a un videojuego que tenga la clave de porqué algunos títulos son eternos.
Hace un tiempo, concretamente a principios de 2024, rejugué GTA V. Aunque al online sí que había dedicado unas cuantas horas desde el lanzamiento original del juego, la aventura de Michael, Trevor y Franklin no la había tocado desde entonces. Fue en ese momento cuando tuve claro uno de los pilares de porqué estas obras de Rockstar nunca se quedarán viejas, y es la teoría de la cebolla, la cual nos dice que siempre habrá una capa para nosotros cuando revisitemos el videojuego.
Max Payne 3 no puede quedarse viejo
Sin embargo, haciendo estos últimos días un ejercicio similar con Max Payne 3, he visto que otra de las razones por las que hay videojuegos que envejecen de una forma mucho más lenta es por su apartado jugable. En este caso, y a pesar de ser un título lanzado en 2012, en ninguna secuencia a los mandos sentí que había viajado dos generaciones al pasado.
En esto colabora el haberlo jugado en PC, donde con una máquina relativamente normal pude jugarlo a 4K y con una tasa de frames generosa. Pero no es una cuestión únicamente técnica, aunque el detalle que Rockstar puso ya por aquel entonces en las expresiones de los personajes ayuda en las cinemáticas. Es el gamefeel lo que consigue ese efecto de burbuja en el tiempo. Max responde a la perfección a los controles, la sensación de disparar un arma está logradísima y la respuesta que producen los balazos es de auténtico escándalo.
Los casos más recientes de realismo en videojuegos seguramente sean el velocímetro de Uncharted 4, que responde de forma real y a escala a lo que hagan Nathan y compañía, y el cambio de tamaño de los testículos de los caballos en Red Dead Redemption 2. Pues bien, años antes, Max Payne 3 ya llevó esto al extremo al presentar armas que no son únicamente el punto de spawn de las balas, sino que eran completamente funcionales dentro del videojuego: se martillea la bala, los muelles se mueven y el casquillo sale despedido de la cámara.
Jerónimo Barrera, Vicepresidente de Desarrollo de Producto en Rockstar por aquel entonces comentó a Gamesradar la razón de la importancia que se le da a las armas: "Max es un hombre que se comunica con el mundo a través de su arsenal, así que sus armas son una parte integral de la relación entre el jugador y el entorno". La importancia de pistolas, escopetas y rifles es capital en el juego, hasta el punto de que el director de arte de Max Payne 3, Rob Nelson, llegó a afirmar que la idea era hacer un shooter en tercera persona que no renuncia a la precisión y fluidez de un primera persona.
El movimiento es otra gran parte de lo que hace a Max Payne 3 un videojuego eterno. Con R1 o RB, el protagonista salta en la dirección que indique el joystick, generando a la vez la posibilidad de esquivar disparos enemigos, e invocando un tiempo bala tan característico de la saga que recuerda a la gran inspiración estética del juego: las películas de acción procedentes de Hong-Kong (otra cosa que tampoco se queda vieja, y sino que le pregunten a John Wick).
De igual forma, también fue refrescante el nivel de la IA. No creo que sea algo revolucionario jugado a día de hoy que los enemigos se coordinen para buscarte la espalda, o que actúen de distinta forma según el armamento que usen, pero sí que esa experiencia pulida que presenta el comportamiento rival dentro de Max Payne colabora en que se sienta moderno. En este caso porque es un apartado en el que no hemos dado tantos pasos adelante como podría haberse esperado de las dos últimas generaciones.
Esa atención al detalle es lo que diferencia a Rockstar de muchos otros estudios, y lo que consigue que sus videojuegos sean clásicos atemporales. La etapa moderna de esta desarrolladora lo pone negro sobre blanco, GTA V ha sobrevivido a tres consolas, Red Dead Redemption 2 es más moderno que la inmensa mayoría de títulos y sí, Max Payne 3 dejó el listón tan alto para los shooters en tercera persona que aún no ha sido superado.
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