Análisis de The Witness. La isla del creador de Braid

Análisis de The Witness. La isla del creador de Braid
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Un videojuego de puzles digno de la nueva generación de PCs y videoconsolas. Eso prometió el creador de esta obra y, sin lugar a dudas, es lo que ha conseguido. Rompecabezas y mundo abierto, inteligencia y capacidad de abstraernos hasta hacer que las horas parezcan minutos, darle a la cabeza y al mismo tiempo divertirse... La primera gran cita del 2016 se llama The Witness y nos ha dejado cautivados.

Inclasificable es un término que se utiliza a menudo en el mundillo de los videojuegos, sin embargo hay pocas palabras más exactas para definir los videojuegos de Jonathan Blow que este adjetivo. El creador de Braid, aquel excelso videojuego indie que mezclaba plataformas y manejo del tiempo para crear unos rompecabezas complejísimos y que venía apoyado por una extraordinaria dirección artística, vuelve a la carga tras casi ocho años de su último trabajo y lo hace por la puerta grande: con uno de los lanzamientos indie más esperados del presente 2016.

¿Qué provoca que tengamos unas expectativas tan altas con él? Por un lado el hecho de venir firmado por su principal responsable. Por otro la descomunal belleza de todo lo que hemos visto hasta ahora y, en última instancia, la sugerente premisa que hemos contemplado en los vídeos del videojuego con su equilibrada mezcla entre exploración de un universo libre y resolución de rompecabezas en un entorno tan atípico como único. No hay duda de que The Witness parecía algo grande desde que se anunció, y lo cierto es que ha cumplido sobradamente con las expectativas que le rodeaban para convertirse en la primera gran cita de los videojuegos para el recién estrenado año. Una obra maravillosa, y uno de los mejores trabajos de este perfil que hemos visto en años.


Sed Testigos

Nuestra aventura comienza saliendo de una suerte de estancia con forma cilíndrica que parece totalmente fuera de lugar con el resto del entorno del videojuego, y que nos da una primera pista sobre la narrativa de The Witness… O al menos sobre nuestra procedencia. A partir de ahí comenzamos a movernos con entera libertad por una hermosa isla desértica y a ir resolviendo una serie de puzles de estilo similar pero de patrones variables y dificultad creciente, todo con una meta situada en el punto central y más alto y que esconde el mayor y más sugerente de sus misterios. La obra de Thekla Inc funciona como un ente orgánico compuesto de varias partes y que va creciendo dentro de nosotros cuanto más tiempo le vamos dedicando. Podemos dedicar a superar su historia principal más de 40 horas, pero tened por seguro que para superar el 100% de sus más de setecientos puzles hará falta mucha más dedicación, mucho más tiempo y, sobre todo, mucha más paciencia.

La isla del creador de Braid


Los misterios que se esconden en The Witness son fascinantes, y algunos de ellos espectaculares dentro del minimalismo que destila.
Los misterios que se esconden en The Witness son fascinantes, y algunos de ellos espectaculares dentro del minimalismo que destila.


Nos desplazamos con una perspectiva en primera persona que todo lo que muestra de nosotros es nuestra sombra cuando se proyecta sobre las distintas superficies. De ello deducimos que somos una suerte de niño, o adolescente, que ya desde los primeros segundos tiene que ir familiarizándose con las mecánicas de la resolución de rompecabezas. Al comienzo son muy sencillos, basta con enlazar un punto con el final de un trayecto recto en los distintos paneles con los que podemos ir interactuando. Así se construyen muchos de ellos, permitiéndonos ir resolviendo los más sencillos mientras nos vamos haciendo con las mecánicas. Poco a poco las sencillas líneas que tenemos que recorrer se van convirtiendo en laberínticos trazados con multitud de condicionantes. Por ejemplo puede que haya barreras que tengamos que sortear, puede que se corten los paneles en mosaicos divididos en colores o también existe la posibilidad de que tengamos dos líneas que manejaremos al mismo tiempo tratando de llegar al punto de salida. Lo genial es que tenemos que exprimir nuestro cerebro para averiguar cómo solucionarlos.

La isla del creador de Braid


El mundo entero de The Witness es un magnífico rompecabezas en sí mismo

La cosa parece sencilla, y los primeros minutos animan a pensarlo, pero tened claro que conforme vamos avanzando todo se complica de tal manera que no en vano Jonathan Blow decía que muy poca gente completará el título al 100%. Nosotros también lo creemos, hay mucho que descubrir y montones de rompecabezas de una dificultad endiablada que superar. Nos sorprenderemos a nosotros mismos rememorando tal o cuál prueba horas después de haber jugado y dando con la solución al día siguiente, y en algunas incluso recurriremos al siempre temido ensayo-error para dar con la solución... Solución que algunas veces nos abrirá los ojos como si de una epifanía se tratara, y que en otras ocasiones incluso ni así nos permitirá descifrar el enigma. Pocas veces el programa da la sensación de no ser justo y, si lo hace, seguramente es porque nos hemos aventurado demasiado en una dirección y quizá debamos familiarizarnos con algunas mecánicas explorando otra algo menos avanzada antes de volver.

A menudo las pistas para superarlos son muy claramente visibles: por poner otro caso, dentro de un laberinto puede haber polígonos que sabemos positivamente que tenemos que conectar, otros que tenemos que evitar y otros que tenemos que rodear, por poner varios ejemplos… Lo estupendo es que en ningún momento nadie nos explica nada de eso, nosotros tenemos que descubrirlo con el estudio de la causa-efecto, con el estudio del entorno o incluso con el método de ensayo error. Las pistas no siempre están sólo en el panel que tratamos de concluir, sino que en ocasiones pueden tener que ver con todo lo que lo rodea. Es difícil hablar de esto sin provocar spoilers o, sencillamente, hablar demasiado, así que sólo diremos que nada es lo que parece y que muchas veces observar con mucha atención la zona donde está ubicada una de estas pantallas con puzle, es mucho más útil que pasar minutos y minutos tratando de resolver algo que no entendamos.

La isla del creador de Braid


Nadie nos explica nada en ningún momento, tenemos que descubrirlo nosotros con el estudio

Los rompecabezas se dividen en series de temáticas similares con patrones comunes y con diferentes rangos de pistas necesarios para dar con su solución, y cada puzle desbloquea otro que viene a continuación hasta completar el bloque completo. ¿Qué pasa cuando resolvemos todo un grupo? Que desbloqueamos algo. Siempre hay una recompensa tangible, y eso es precisamente lo que nos anima a seguir. Puede ser la apertura de una puerta a la que están conectados, puede ser la liberación de un candado que bloqueaba la siguiente pantalla o pueden ser de los que dan por concluida una zona completa y que tienen un espectacular y desconcertante premio que, juntándolos todos, dan sentido a la experiencia que hemos vivido. Sentido siempre al estilo Jonathan Blow, claro, y sentido que en algunas ocasiones nos hacen pasar pro algunos momentos de lo más extraño que no siempre acaban de funcionar como partes independientes, y que pueden hacerse larguísimas, pero que definitivamente triunfan como un todo y un ente completo.

Hay que darle tiempo a la narrativa del videojuego a desarrollarse, pero está cargada de momentos intrigantes. ¿Qué ha pasado en la isla? ¿Dónde está todo el mundo? Las preguntas se agolparán en nuestra cabeza.
Hay que darle tiempo a la narrativa del videojuego a desarrollarse, pero está cargada de momentos intrigantes. ¿Qué ha pasado en la isla? ¿Dónde está todo el mundo? Las preguntas se agolparán en nuestra cabeza.


Ya sea la narrativa y el desentrañar el misterio de qué es lo que le ha pasado a la isla y sus habitantes, a los que encontramos en forma de estatuas pero todas ellas de épocas completamente distintas y a menudo en lugares anacrónicos, o el descubrir más de los bonitos puntos que vamos a patear en el juego; lo cierto es que The Witness engancha y nos deja con constantes ganas de avanzar. La isla está dividida en zonas de muy diferente estilo estético y, cada una de ellas, con su identidad de rompecabezas completamente única convertida en un todo muy orgánico cuya temática y/o resolución la dicta lo que nos rodea. Si, por ejemplo, estamos en un bosque los rompecabezas tendrán forma de ramas de árboles, mientras que si es un laberinto vegetal esa será su clave estética y de solución. Todo está estudiado al milímetro en un videojuego que no cuenta con divisiones en forma de tiempos de carga y que alterna con mucha habilidad internos interiores y exteriores, y abundantes situaciones desconcertantes.

La isla del creador de Braid


Hay muchos elementos clave para mantenernos pegados a la pantalla, pero la identidad artística y el aspecto visual están entre los principales.
Hay muchos elementos clave para mantenernos pegados a la pantalla, pero la identidad artística y el aspecto visual están entre los principales.


El mundo entero de The Witness al completo es un rompecabezas en sí mismo tan sugerente, o más, que esos otros mucho más palpables que vamos superando. Para tratar de descifrarlo entre sus bellísimos lugares encontraremos algunas pistas en muy distintas formas, informaciones que nos darán mensajes en ocasiones muy vagos, como por ejemplo los restos de una ciudad en ruinas, y otras veces muy concretos, como cintas con grabaciones de audio a modo de un misterioso diario. Todos los elementos que encontramos, muy distintos entre sí, acaban juntándose y consolidando un collage fascinante e intrigante incluso una vez resuelto. Y es que, definitivamente, el lugar donde se ambienta el título es un sitio que merece la pena explorar y descubrir. El paso del personaje, incluso esprintando, no es demasiado rápido; pero encaja perfectamente con el ritmo pausado que exige un videojuego de estas características para ser coherente consigo mismo. Hay algunos medios de desplazamiento que han aparecido en tráilers y que sirven para llegar a las distintas zonas más rápido, puesto que el conjunto no es demasiado grande pero sí requiere de esos atajos, pero si algo destaca es la belleza pura y dura de cada zona que visitamos. The Witness es uno de los trabajos más hermosos en el sentido puro y duro de la palabra. Parece que olvidarse de motores gráficos, de tasas de imágenes por segundo y de ver quién hace las cosas más espectaculares y más rápidas es, precisamente, lo contrario de lo que ha buscado Thekla y su equipo. Todo un acierto, desde luego.

Imprescindible

Obra maestra
La isla del creador de Braid

The Witness

Por: El equipo de 3DJuegos
Obra maestra

Absorbente, hermoso y, sobre todo, muy inteligente. Con pocas palabras y mucha habilidad, el nuevo juego del creador de Braid nos explica de una forma muy sencilla y accesibles sus mecánicas jugables, y los eleva hasta extremos endiablados de dificultad sin frustrarnos. The Witness redondea el concepto de lo que esperamos de un videojuego de puzles de la nueva generación de máquinas, y ofrece un entretenimiento capaz de dejarnos con la boca abierta.

  • Con una cantidad de información mínima, el mundo es inmersivo, abierto y sugerente
  • La belleza del conjunto artístico y gráfico. De exquisito buen gusto
  • Las sorpresas. Algunas geniales y otras desconcertantes. No dejarán indiferente
  • Jonathan Blow no mintió, los rompecabezas más extremos son tan difíciles que rozan el abuso.
  • Algunas partes de la historia que se nos cuenta están cerca del libro de autoayuda.
Jugadores: 1
Idioma: Textos en español y voces en inglés
Duración: 40 horas mínimo
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