Análisis de Supreme Commander

Análisis de Supreme Commander
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El nuevo título de Gas Powered Games llegaba a Xbox 360 con la vitola de ser uno de los mejores videojuegos de estrategia de 2007; sin embargo un lamentable port nos impide disfrutar de la última gran obra de Chris Taylor como él lo hubiera deseado.

Con grandes aspavientos y una espectacular campaña publicitaria la expectación ante el Supreme Commander de Pc fue incontrolable. Finalmente la versión final era algo menos innovadora de lo que consideramos oportuno, aunque aquello no nos impidió considerarlo como uno de los grandes de la estrategia en tiempo real en 2007.

La versión para Xbox 360 nos hacía soñar con otra nueva demostración de la validez de las videoconsolas como plataforma para los RTS. Lamentablemente unos imperdonables fallos tecnológicos fruto de un port chapucero nos han privado de un fantástico título.

Futuro desolador
En la espectacular presentación del juego se nos introduce a grandes rasgos en el contexto futurista del juego. En un video francamente bien realizado se nos pone al corriente de todos los sucesos acaecidos a lo largo de un gran número de años, de forma breve y concisa.

En un futuro lejano la raza humana se ha lanzado a la conquista del espacio, y ha entrado en contacto incluso con otras razas. El imperio que rige los destinos de la humanidad es una impersonal maquinaria política y social, autoritaria y expansiva, que busca subyugar todos los mundos conocidos bajo su puño de acero. Esta es la primera facción que conocemos y de la que se segregan las demás.

Simultáneamente a esta conquista espacial, el doctor Gustaf Brackman, una suerte de científico con ansias de convertirse en un dios de la biomecánica, experimenta con genes humanos y logra por primera vez un ser que aúna en uno sólo la inteligencia artificial con el propio ser humano. La recompensa de Brackman por parte del gobierno imperial por haber llevado a cabo tamaño descubrimiento, es la de situar sus laboratorios en un planeta para establecerse allí junto a una colonia de estos seres simbióticos. La plena autoconciencia de estos seres, unido a la negativa imperial a su solicitud de independencia provocó el conflicto con esta raza.

Supreme Commander, la última obra de Gas Powered Games –creadores de Dungeon Siege o Total Annihilation, entre otros- por fin debuta en Xbox 360. ¿El resultado? Muy discutible.
Supreme Commander, la última obra de Gas Powered Games –creadores de Dungeon Siege o Total Annihilation, entre otros- por fin debuta en Xbox 360. ¿El resultado? Muy discutible.

Aeon es la tercera facción en discordia, y a pesar de su aspecto conviene recalcar que se trata de humanos, sólo que tremendamente influidos por la tecnología alienígena. Un grupo de colonos entró en contacto con extraterrestres, y sufrió una especie de lavado de cerebro que les convirtió en una especie de fanáticos, los “iluminati”, con una vida muy influida por lo filosófico y lo espiritual. El máximo objetivo de Aeon es lograr la paz, y están dispuestos a conseguirla a cualquier precio, contemplando incluso arrasar la vida de los mundos conocidos para evitar futuros conflictos.

Derrotista en lo Tecnológico
En 3DJuegos no acostumbramos a comenzar una review por el apartado gráfico, pues consideramos que éste debe estar enteramente supeditado a la jugabilidad, el factor principal. Sin embargo la nefasta calificación de Supreme Commander en su versión para Xbox 360 se deriva de su penosa ejecución tecnológica, y es precisamente por ahí por donde debemos empezar esta disección, pues repercute muchísimo en la faceta jugable. Un auténtico catálogo de cómo no se debe hacer un port de Pc a consola.

En lo visual hay que señalar que los gráficos han envejecido bastante mal, sobre todo los efectos y las unidades. Supreme Commander no impacta en su versión de Xbox 360 como lo hiciera en compatibles, aunque sigue teniendo algunos momentos deliciosos. Especial mención merecen los combates marinos donde los buques y aviones se enzarzan en espectaculares batallas sensacionalmente bien trasladadas al juego. La gran calidad del mar, los cañones de las cubiertas abriendo fuego y los barcos hundiéndose conforman un espectáculo interesante.

Por si fuera poco los gráficos tienen algunos detalles que oscurecen ligeramente el conjunto. Entre ellos el escalado de las unidades, algunos escenarios y, sobre todo, la optimización. Aunque conviene ir por partes.

Para empezar comentaremos que las primeras tropas de las que disponemos en el juego son excesivamente pequeñas, y aunque luego conforme se vayan realizando avances en los árboles tecnológicos las unidades serán progresivamente más grandes y majestuosas, seguiremos necesitando de las tropas de asalto liliputienses. Esto no sólo resulta un tanto molesto en lo visual, si no que acaba repercutiendo negativamente en el control, que se complica de forma innecesaria debido a la dificultad de, por ejemplo, seleccionar las unidades más pequeñas.

Las tres facciones del videojuego –Aeon, Humanos y Cybran- tienen personalidad, y sus diferencias están muy cuidadas.
Las tres facciones del videojuego –Aeon, Humanos y Cybran- tienen personalidad, y sus diferencias están muy cuidadas.

Quizá podría haberse optado para los vehículos minúsculos por un tipo de organización en base a comandos al estilo Warhammer: Dawn of War o Total War. Esto podría haber permitido un control óptimo sobre las unidades pequeñas agrupándose ellas mismas y liberándonos de mucho trabajo innecesario.

Los escenarios por su parte son lo suficientemente variados como para no cansar, y pasan rápidamente de entornos boscosos a marinos, pasando por núcleos urbanos o desiertos. Lo único que tienen de malo, y que todos ellos tienen en común es una cierta despoblación de elementos. La experiencia jugable hubiera resultado más interesante de haber dispuesto los mapas de un mayor número de elementos, todos ellos destructibles, que hubieran aumentado notablemente el componente táctico del juego. Además se ha optado por la discutible decisión de dejar a los alrededores del mapa sin fondos. Esta decisión que se enmarca perfectamente en el contexto del juego, y que así mismo libera de trabajo a la CPU al no tener que gestionar más fondos, presenta un efecto un tanto descorazonador, al dar la sensación de que nos encontramos luchando en medio de ninguna parte.

El juego ya era tremendamente exigente en sus requisitos en su versión para Pc, y en su momento necesitábamos de un verdadero monstruo al alcance de muy pocos para disfrutar de la experiencia de jugar a Supreme Commander con todas las opciones gráficas a tope y sin bajones de frame rate. La versión de Xbox 360 no es una excepción, y acusa la que es probablemente la peor optimización que hemos visto en ningún videojuego de la consola de Microsoft.

Supreme Commander ha envejecido bastante mal en lo visual, y lo cierto es que el trabajo de Aspyr Media al trasladar los gráficos de compatibles a consola no le ha hecho ningún favor.
Supreme Commander ha envejecido bastante mal en lo visual, y lo cierto es que el trabajo de Aspyr Media al trasladar los gráficos de compatibles a consola no le ha hecho ningún favor.

Que haya ralentizaciones en los momentos del mayor fragor del combate con decenas de unidades peleando entre si nos parece mal, pero hasta cierto punto dentro de cierta lógica; lo que nos parece de escándalo es que el título se ralentice incluso cuando no hay nadie en pantalla. Testeando el videojuego hemos sufrido momentos auténticamente delirantes, como constantes congelaciones en la tasa de imágenes por segundo en cualquier circunstancia –incluso con un triste bosque en pantalla-, llegando a extremos insoportables como con las batallas masivas, que parecen directamente exposiciones de diapositivas.

Todo esto acaba repercutiendo, lógicamente, en la jugabilidad que se resiente de sobremanera. Es literalmente imposible asignar órdenes a nuestras unidades si el videojuego se mueve a menos de diez imágenes por segundo, y la experiencia de visualizarlo es verdaderamente pavorosa, con abundantes congelaciones y cuelgues.

En cuanto al sonido es un apartado meramente correcto, y sin grandes alardes. Las partituras son totalmente inocuas, no son memorables ni tampoco molestas, aunque pecan de escasas y repetitivas. Desgraciadamente puede acabar siendo realmente irritante el escuchar innumerables veces el mismo tema a lo largo de una misma misión.

Guerra a Gran Escala
El juego dispone de tres campañas de una duración muy razonable, las mismas que en la edición de Pc, una por cada facción. Dependiendo de nuestra habilidad con el género de la estrategia, y del nivel de dificultad que establezcamos, cada facción rondará las nueve horas.

En su desarrollo, el título que nos ocupa ofrece en esencia una revisión de los más clásicos estereotipos de la estrategia en tiempo real. En Supreme Commander debemos ocuparnos de las tácticas militares, y a su vez de la gestión y creación de recursos. Para lograr el equilibrio entre poder ofensivo, defensivo y recolección deberemos construir torres de energía, puertos, sistemas de defensa… Todas las clásicas edificaciones de los RTS están presentes, y desgraciadamente en este apartado hay pocas novedades.

Dispondremos de un robot constructor con forma de gigantesco mech, que se ocupa de construir las estructuras, ayudado de pequeños drones, y que a la vez también puede ser muy útil en los combates. Su característica más notoria es su gran movilidad, lo que nos permitirá construir estructuras en cualquier lugar del mapa e incluso capturar edificios rivales, lo que en los momentos de más cruda batalla puede resultar fundamental.

Supreme Commander fracasa en su intento de invadir Xbox 360, y lo hace donde más le duele a una compañía: En su apartado técnico. Todas las buenas ideas del juego se malogran por una ejecución lamentable.
Supreme Commander fracasa en su intento de invadir Xbox 360, y lo hace donde más le duele a una compañía: En su apartado técnico. Todas las buenas ideas del juego se malogran por una ejecución lamentable.

Supreme Commander plantea la guerra total, y gozaremos de unidades para luchas por tierra, mar y aire. Por si fuera poco, dada la ambientación futurista del título contaremos con poderosas armas de destrucción masiva, así como con majestuosos vehículos aéreos, tanques y barcos. Pero claro, no es todo tan sencillo como construir el arma definitiva y liarse a arrear bombazos por doquier, todo requiere de algo más de reflexión. Por ejemplo, un poderoso lanzamisiles o un espectacular barco de guerra tienen una capacidad de fuego devastadora, y uno sólo de sus disparos puede hacer más daño que cualquier otra unidad, pero tienen un ratio de disparo muy lento, y además son tremendamente vulnerables al fuego enemigo, con lo cual para llevar a cabo su tarea de forma efectiva deben estar en todo momento acompañados de unidades de defensa. Esta es la idea del título, disfrutar de la guerra a gran escala con incluso armas nucleares de gran poder de destrucción, pero siempre conociendo sus puntos fuertes y débiles y compensándolos con otras unidades menos espectaculares pero igualmente efectivas.

Y es que para eso los chicos de Gas Powered Games se han molestado en diseñar más de 100 estructuras y unidades por facción, para tener la suficiente cantidad como para no aburrirnos, y para que las tácticas sean complejas y variadas.

Durante el desarrollo de una misión iremos cumpliendo objetivos generales, y otros de carácter secundario o incluso principal, que surgirán en tiempo real en base a las necesidades de nuestra facción con respecto a los sucesos que vayan aconteciendo. La imagen de un consejero en la parte superior izquierda, al más puro estilo Blizzard, nos irá comunicando estas nuevas misiones y también nos aconsejará sobre ciertos detalles del desarrollo de las mismas.

El Jefe Supremo
En otro orden de cosas hay que destacar que la inteligencia artificial es razonablemente buena, aunque en esta ocasión también hemos observado algunas irregularidades. No obstante a menudo sorprenderá con actitudes bastante agresivas y un perpetuo empeño de buscar nuestros flancos y tratar de rodearnos; aunque, como es desagradable costumbre, en ocasiones nos dejará boquiabiertos con algunas decisiones ridículas. El hecho de que haya tres niveles de dificultad nos asegura que podremos amoldar el juego a nuestra experiencia con los juegos de estrategia, aunque realmente el aumento de dificultad no repercute tanto en la astucia de los rivales como en la simple aceleración de sus fases de producción.

La escala es una de las más reconocidas características de lo nuevo de Chris Taylor. Con el zoom podemos pasar de una esquemática vista en 2D al fragor de la batalla con sólo pulsar un botón.
La escala es una de las más reconocidas características de lo nuevo de Chris Taylor. Con el zoom podemos pasar de una esquemática vista en 2D al fragor de la batalla con sólo pulsar un botón.

Desgraciadamente el proceder de las misiones de la campaña no es tan variado como cabría esperar, y acusa un cierto agotamiento en la fórmula debido a lo repetitivo de algunos objetivos. Los capítulos de las tres campañas se enlazan entre ellos con lapsos narrativos que nos explican el proceder de la historia, y cada arco argumental finaliza el conflicto con la visión de cada una de las facciones. A pesar de que el guión tiene un planteamiento relativamente original, rápidamente acaba cayendo en un cierto tedio, debido en parte a su desarrollo monocorde y a la ausencia de giros.

El interfaz, uno de los elementos más criticados de la versión de Pc, ha sido convenientemente modificado para llegar a la versión de consola. Aquí es mucho más sutil, optando por una acertada simplificación de opciones y alternativas que se nos antoja como uno de los escasos aciertos del port. El manejo del título con el pad es otro de los pocos aspectos intuitivos y acertados de Supreme Commander en Xbox 360, aunque acaba palideciendo ante los ridículos problemas de tipo técnico que lo plagan.

El modo multijugador ofrece las clásicas escaramuzas para hasta cuatro jugadores a través de Xbox Live, en un gran surtido de mapas que ronda los cuarenta aunque todos ellos cuentan con un tamaño mucho menor que en la edición de Pc. Dos nuevos modos se incluyen en esta versión, el clásico Rey de la Colina y Command Point. El primero no requiere de mayores explicaciones, pues sigue el tradicional estilo de darnos puntos por ocupar determinadas zonas del mapa. El segundo, no obstante, nos emplaza a controlar la totalidad de los puntos del mapa que se nos marcan como objetivos. Es complicado valorar si los problemas de rendimiento del multiplayer se derivan del lag, de la fastidiosa optimización que ya se exhibe en la campaña individual o si son las dos cosas al mismo tiempo, pero tratar de jugar contra nuestros amigos es poco menos que insufrible por las constantes ralentizaciones.

El control de Supreme Commander con el pad es una experiencia bastante agradable. El trabajo en este campo ha sido bueno, y permite dirigir a nuestras tropas de forma sencilla e intuitiva.
El control de Supreme Commander con el pad es una experiencia bastante agradable. El trabajo en este campo ha sido bueno, y permite dirigir a nuestras tropas de forma sencilla e intuitiva.

La cámara, por su parte, es totalmente libre. Podemos hacer uso del zoom y rotarla y moverla a nuestro gusto, aunque se estabilizará sola volviendo a la vista casi cenital en todo momento. Sin embargo todo el proceso resulta un tanto errático, y la perspectiva puede llegar a ser verdaderamente molesta si la acercamos mucho al suelo, ya que perderemos el control sobre ella de forma inexplicable y llegará incluso a salirse del campo real del combate; siendo un defecto realmente molesto que ya acusamos en su día en el análisis de la versión para Pc.

Mediocre

Sin sello

Supreme Commander

Por: El equipo de 3DJuegos
Sin sello

Supreme Commander tenía mimbres para ser uno de los grandes RTS del año en Xbox 360, sin embargo su sonrojante optimización lo condena al olvido. Tres largas campañas e innumerables mapas multijugador aportan al juego una duración sobresaliente, lo que junto a la acertada traslación de los controles al pad de la consola eran elementos que nos hacían soñar con una propuesta verdaderamente interesante. Finalmente todo se viene abajo con una ridícula tasa de imágenes por segundo que destroza cualquiera de sus hipotéticas virtudes.

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Jugadores: 1-4
Idioma: Manual en español y textos en español
Duración:
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