Análisis de Need for Speed Undercover

Análisis de Need for Speed Undercover
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Need for Speed se viste de gala para presentar su nueva entrega en Pc, Undercover. El resultado es que a pesar de ser un juego aceptable, lo cierto es que se trata de uno de los peores episodios de la saga. La competencia con Burnout y Midnight Club es dura, y el antaño incuestionable Need for Speed no sale bien parado.

Need for Speed sigue a lo suyo. Al salvaje ritmo de una entrega cada año es muy complicado mantener unas cotas de calidad, y salvo el memorable Most Wanted, el resto de sus últimos episodios han sido notables títulos de conducción arcade, aunque olvidables en su práctica totalidad.

Undercover llegaba con la intención de retomar el pulso a las series y devolverlas al ambiente de las carreras callejeras, donde tradicionalmente se ha sentido más cómoda en años recientes. Así lo demuestran lanzamientos tan fantásticos como los dos Underground y el mencionado Most Wanted.

Lamentablemente el juego que nos ocupa cuenta con unos valores de producción impresionantes, un estilo muy poderoso en lo visual y un apartado gráfico efectivo; pero le falta trabajo precisamente en el que debe ser el corazón de cualquier lanzamiento, su jugabilidad.

Sirenas, Contrabando y Octanos
Need for Speed Undercover empieza con un guiño directo a Most Wanted, dando comienzo con nuestro personaje protagonista huyendo de la policía en una espectacular persecución policial, en una escena que homenajea al final del título de 2005.

Rápidamente se nos introduce en una pretenciosa trama de policías y ladrones donde encarnamos a un agente infiltrado en una organización criminal dedicada al robo de vehículos.

Quien quiera etiquetar la estética de este Undercover calificándola de seguidora de películas como A todo Gas anda meridianamente equivocado. De acuerdo en que la temática del agente infiltrado y las carreras ilegales están presentes en los dos; pero no todas las películas de gangsters son El Padrino, ¿no?

Entre los coches de Undercover se cuentan 75 vehículos como el Lamborghini Gallardo, el Porsche Carrera GT, el Aston Martin DB9 o el Mercedes Benz SLR McLaren.
Entre los coches de Undercover se cuentan 75 vehículos como el Lamborghini Gallardo, el Porsche Carrera GT, el Aston Martin DB9 o el Mercedes Benz SLR McLaren.

Undercover acierta plenamente al encontrar su propio estilo y su propia narrativa, y a nivel artístico sus cinemáticas son ejemplares. El estilo de película de casposa de Serie B ha sido captado a la perfección, y la cuidada fotografía y los saturadísimos colores cuentan con una personalidad que para si quisieran los videos de tantos otros proyectos de acción o velocidad de similares características.

Sin embargo estos cuidados valores de producción no vienen acompañados de buenos diálogos o de una historia cautivadora que nos empuje a seguir. Concedemos que la saga Need for Speed nunca ha sido un buen ejemplo de narrativa, pero si que debemos reconocer que solíamos encontrar incentivos jugables para avanzar que suplían las deficiencias del guión.

El problema se deriva directamente de que este nuevo Need for Speed es, en general, un envoltorio preciosista y muy cuidado para un contenido ciertamente mediocre. No es que Undercover sea un mal juego, está lejos de ganarse un suspenso; pero, como decimos, es vulgar y anodino, y jugar con él si bien no es una experiencia traumática tampoco puede decirse que sea especialmente divertido.

Problemas, Problemas, Problemas…
¿Cómo podía caer en la vulgaridad un videojuego tan prometedor? Pues con multitud de factores tanto conceptuales como de acabado de los que este Need for Speed es un ejemplo de título al que le han faltado varios meses de trabajo. Pero vayamos por partes…

En primer lugar Undercover abandona el estilo del interesante ProStreet y vuelve, como ya hemos confirmado, a los entornos urbanos, pero también a las localizaciones abiertas. Se recupera el agradable estilo que se abandonó tras Carbono, aunque en esta ocasión no se potencia la exploración.

Podemos dar vueltas a la ciudad, de un tamaño muy razonable, con nuestro vehículo buscando carreras, pero esto será básicamente lo único de cierta importancia que podamos hacer. Seguramente en las primeras partidas recurriremos a viajar manualmente hasta los puntos de las pruebas por aquello de ver la ciudad y explorarla, pero en el momento en que nos demos cuenta de que en sus calles no hay absolutamente nada que hacer se acabará la diversión.

La cámara lenta vuelve a ser protagonista de un Need for Speed, y con Undercover la dispararemos apretando un botón del teclado.
La cámara lenta vuelve a ser protagonista de un Need for Speed, y con Undercover la dispararemos apretando un botón del teclado.

Será entonces cuando recurriremos a los viajes directos, que nos llevan en un instante a la siguiente carrera, y que conformarán el as en la manga que emplearemos durante el 95% del modo historia. Los chicos de Black Box, seguramente conscientes del poco juego que da el mapeado, facilitan mucho esta opción y parecem incluso ansiosos por hacer que la empleemos, puesto que en la parte inferior de la pantalla emerge constantemente un rótulo para recordarnos que si accionamos la cruceta hacia abajo iremos directamente hasta la siguiente prueba.

Burnout o Midnight Club han sido dos extraordinarios ejemplos recientes de cómo plantear un mundo abierto con interés, aportando desafíos a otros pilotos, visitas a talleres de reparación, captura de vehículos, etcétera; e incluso Most Wanted, Carbono y tantos otros Need for Speed lo han conseguido con mayor habilidad que este Undercover.

El siguiente punto a abordar son las propias carreras, auténtico núcleo de un título de estas características. Este es el factor donde más flojea el videojuego, y es que lejos de ofrecer un reto divertido y emocionante cae en la sencillez y en la ausencia de retos.

Los trazados vuelven a estar muy encorsetados, y echamos en falta las opciones que han tomado títulos recientes como Burnout Paradise de liberarnos de ataduras y simplemente plantar un punto de salida y uno de llegada. Lejos de ello Undercover ata más en corto que nunca sus trayectos, y plantea apenas tres o cuatro puntos por carrera en los que podemos optar por un camino u otro y que rápidamente nos devuelven al itinerario previsto. Una lástima.

“… y Queroseno en vez de Sangre”
En referencia a la excesiva sencillez del título y a su verdadera alma –las carreras-, este es un tema que hay que tratar con cuidado, puesto que lo que a alguien le parece excesivamente fácil para otro puede ser dificilísimo. Sin embargo hay una serie de elementos que nos hacen poder afirmar tajantemente que estamos ante un videojuego demasiado fácil.

La conducción no está mal del todo, aunque abandona los pasos en pos del realismo que se habían llevado a cabo con ProStreet. En esta ocasión se vuelve al arcade puro y duro con todo lo bueno, y también malo, que eso conlleva; aunque en todo momento se transmite la sensación de rozar la falta de atención en este campo. Con Undercover es más complicado que nunca ser preciso, y eso se pasa por alto reduciendo la dificultad.

El tunning siempre ha sido un elemento determinante en Need for Speed, y esta entrega no es una excepción. Podremos adquirir paquetes completos de piezas, o comprarlas una por una. En cualquier caso los cambios estéticos se notan mucho más que los de rendimiento.
El tunning siempre ha sido un elemento determinante en Need for Speed, y esta entrega no es una excepción. Podremos adquirir paquetes completos de piezas, o comprarlas una por una. En cualquier caso los cambios estéticos se notan mucho más que los de rendimiento.

No es que la IA de los coches rivales sea especialmente mala, aunque a menudo toma unas decisiones de trazado realmente cuestionables, sino que sus vehículos no van tan rápido como deberían. Esto es aplicable también a la policía, cuyos automóviles son algo más veloces, pero que si tienen unas deficiencias muy serias en cuestiones de inteligencia artificial.

Esto siempre ha sido un santo y seña en Need for Speed, agentes de la ley incompetentes que acaban deteniéndonos más por sumar decenas de vehículos en pantalla que por su habilidad al volante. En esta ocasión el caso es más exagerado que de costumbre puesto que prácticamente podemos mofarnos en su cara parando, dando marcha atrás y regodeándonos en su lentitud.

Estamos agradecidos a Electronic Arts en su propósito de tratar de conseguir un juego más accesible para todos los usuarios, pues estamos de acuerdo en que una excesiva dificultad puede pesar seriamente en contra de un título de conducción, -Midnight Club Los Angeles, de hecho, es un ejemplo extremo de esto debido a su, en ocasiones, insufrible reto-. No obstante Undercover abusa de su intención de casualizar la saga (si, todavía más), y acaba cayendo en un devenir de carreras que superaremos sin problemas con vehículos sensiblemente inferiores a los de nuestros rivales.

Las carreras de Undercover son tan cortas que pierden cierto sentido del suspense. Algunas se pueden superar en 30 segundos, y las más largas nunca se prolongarán más allá de los 5 minutos.
Las carreras de Undercover son tan cortas que pierden cierto sentido del suspense. Algunas se pueden superar en 30 segundos, y las más largas nunca se prolongarán más allá de los 5 minutos.

De este modo la progresión del conductor y su experiencia también pierden muchos puntos, puesto que no son factores tan necesarios como pudieran parecer en los primeros minutos de juego. Ganaremos esta experiencia llevando a cabo maniobras de riesgo en las pruebas o simplemente venciendo los retos que se nos propongan; y los puntos se reparten entre diferentes disciplinas de pilotaje, aunque no notaremos gran diferencia en el manejo de nuestro coche. La mayoría de automóviles potentes, de hecho, están bloqueados hasta que vamos adquiriendo el nivel de pilotaje necesario para liberarlos, aunque a las pocas horas de juego ya estaremos al volante de auténticas bestias.

Con esta escasa curva de aprendizaje, y con una jugabilidad y desarrollo de las partidas tan plano, poco queda que añadir al juego off-line, que se presenta como un elemento francamente irregular. Queda por lo tanto como única redención la vertiente multijugador, donde el videojuego tampoco nos deslumbra.

Las modalides on-line son divertidas, aunque sólo hay tres para entre dos y ocho jugadores a través de Internet. Circuito y Sprint son las clásicas que todo buen Need for Speed debe tener; mientras que en Policías y Ladrones los ocho jugadores se dividen en dos equipos, y mientras unos ejercen de criminales y tratan de llegar lo antes posible a los puntos de Dinero y Entrega, los agentes de la ley intentan capturarlos.

Sólo queda añadir que el apartado multiplayer nos depara la última decepción de este Need for Speed Undercover, la ausencia de la posibilidad de disputar partidas con amigos mediante el sistema de pantalla dividida. Opción tradicional de las sagas y que se muestra como una grave pérdida.

Tri-City Bay Area
Gráficamente Need for Speed Undercover es un título muy discreto, y no lo es tanto por sus vehículos o por sus entornos, sino por el hecho de que cuenta con un rendimiento desequilibrado entre los requerimientos que se exigen y lo que se ve en pantalla.

Es especialmente chocante lo poco que ha evolucionado la saga a nivel visual desde Most Wanted, y es que este título era en el año 2005 una opción verdaderamente apabullante en el género de la velocidad, pero en estos tres años con sus correspondientes entregas el avance ha sido minúsculo.

Nuestro coche presenta un buen aspecto, con una tasa poligonal bastante buena y texturas trabajadas. Lamentablemente el resto de automóviles que pueblan la ciudad son bien distintos, y si bien en nuestros competidores deportivos la diferencia no es tan notable, en los turismos que deambulan por Tri-City el nivel es grotesco. Especialmente llamativo resulta el modelado de los coches de policía con los que chocaremos habitualmente, y que presentan un aspecto sonrojante.

Pese al obvio potencial de Pc como plataforma de juego, Undercover sigue siendo tan irregular en lo visual como las versiones de consolas.
Pese al obvio potencial de Pc como plataforma de juego, Undercover sigue siendo tan irregular en lo visual como las versiones de consolas.

El tráfico es muy escaso, y aparece inesperadamente encorsetado en las carreras por barreras que delimitan el camino, y que supone que no se crucen en nuestro camino. Estos matices a efectos jugable y estéticos hubiera aportado grandes posibilidades, y son una ausencia a lamentar.

Los detalles tampoco salen mucho mejor parados. Los dientes de sierra son afilados y rozan lo cortante, mientras que las sombras se muestran pixeladas y con comportamientos a menudo muy extraños.

Sin embargo el mayor problema de Undercover no se deriva de su apartado gráfico sino más bien del tecnológico, donde el videojuego presenta la constante impresión de que le ha faltado un plus de rendimiento para alcanzar unas cotas razonables de frames por segundo para un título de velocidad.

No acabamos de explicarnos el porqué, puesto que la ciudad es tremendamente estática y sin vida y no hay comportamientos revolucionarios en las físicas que lo expliquen. Un juego de este corte necesita de una tasa de imágenes por segundo alta y robusta para transmitir una sensación de velocidad adecuada, y lamentablemente este es un punto negro muy serio. En uno de los equipos de pruebas de la redacción –AMD 4200 X2, 8800 GT, 2Gb RAM- se han obtenido unas tasas de imágenes por segundo justas pero relativamente razonables, aunque las caídas en el frame rate se suceden con más frecuencia de la deseable.

Las pruebas de Undercover siguen el estilo habitual de Need for Speed: Circuito, Sprint, Demarraje, Batalla de la Autopista, Control, Detención Policial, Coste para el Estado y Huída.
Las pruebas de Undercover siguen el estilo habitual de Need for Speed: Circuito, Sprint, Demarraje, Batalla de la Autopista, Control, Detención Policial, Coste para el Estado y Huída.

Las cinemáticas, como ya hemos comentado, si cuentan con un buen nivel tanto de acabado como en lo más puramente artístico. Por otra parte uno podrá tener sus serias dudas acerca de las capacidades dramáticas de Maggie Q, la atractiva coprotagonista, pero lo que es incuestionable es que sus esbeltas y kilométricas piernas y su sexy aspecto oriental la convierten en una excelente imagen para la saga. Y es que ya se sabe que entre las chicas Need for Speed la interpretación es lo de menos.

El sonoro es el único apartado que no defrauda en absoluto, y que precisamente atesora todo lo bueno que cualquier producción de Electronic Arts brinda habitualmente en este campo. La banda sonora está repleta de temas licenciados de artistas como Nine Inch Nails, Tricky, Tyga y unos sorprendentes Ojos de Brujo.

El de los efectos de audio también es otro factor que brilla con luz propia con unos vehículos que rugen con fiereza, y unos sonidos para las colisiones espectaculares. Las voces por su parte cumplen su cometido con sobrada solvencia, aunque algunas elecciones nos paracen incomprensibles, como la dobladora de la operadora de policía… dudamos muchísimo que sea una actriz.

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Sin sello

Need for Speed Undercover

Por: El equipo de 3DJuegos
Sin sello

Need for Speed Undercover supone una importante decepción dentro de la recta final del 2008. Lejos de capturar el espíritu de Most Wanted, el título de Black Box fracasa al proponer una campaña excesivamente sencilla y una conducción modelo “autos de choque”. Si eres uno de los muchos fans de la saga reconocerás en él parte de su identidad y momentos entretenidos, aunque ni muy originales ni tan brillantes como se esperaban.

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