Análisis de Assassin’s Creed La Hermandad

Análisis de Assassin’s Creed La Hermandad
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Ezio Auditore regresa con sus fuerzas intactas para la tercera entrega de las series Assassin's Creed. El multijugador es el mayor atractivo del título en cuanto a novedades, pero por lo que respecta a las fortalezas clásicas de la saga la campaña vuelve a rayar a gran altura. ¿Estás preparado para formar parte de La Hermandad?

A pesar de que muchos dudaban de la viabilidad de lanzar un nuevo Assassin's Creed tan cercano a la segunda entrega de las series, Ubisoft ha vuelto a demostrar que continúa mimando con esmerada atención a su franquicia estrella de la Next-Gen, y nos regala otra joya a la altura de sus dos predecesores.

Con La Hermandad tenemos, sin ningún género de dudas, el videojuego más completo que la franquicia nos ha deparado hasta ahora. Un título que quizá no goce del formidable impacto que generó el primer Assassin's Creed ni tampoco de la sorprendente frescura del segundo; pero que sí es el mejor juego de aventuras puro que hemos podido disfrutar en lo que llevamos de 2010. Sería injusto tildarlo de versión 2.5 por la profunda atención que ha traído consigo su desarrollo, de modo que quizá sea más certero calificarlo de secuela de Assassin's Creed II.

La Hermandad aporta su granito de arena a la franquicia añadiendo el multijugador, una vertiente que debuta con éxito en esta ocasión y que, de seguir progresando, puede marcar la dirección hacia la que se encaminen las series en el futuro. Así que el hipotético Assassin's Creed III nos traerá la "nueva localización, nueva época y nuevo héroe" (Ubisoft dixit) que este capítulo no ha traído consigo, pero esta tercera parte real deparará un buen número de horas de formidable entretenimiento que definitivamente está a la altura de la saga y que ningún aficionado al género de aventuras/acción debe dejar escapar.

La maravillosa saga Assassin's Creed está aquí de nuevo. El eterno conflicto entre Templarios y Asesinos tiene su nuevo episodio en La Hermandad.
La maravillosa saga Assassin's Creed está aquí de nuevo. El eterno conflicto entre Templarios y Asesinos tiene su nuevo episodio en La Hermandad.

El Chico de Oro -La Historia-
En primer lugar hay que dejar claro que Assassin's Creed: La Hermandad recoge la historia exactamente en el punto en el que lo dejó la segunda entrega de las series, de modo que es muy interesante que para entender todas las tramas y personajes que toca la narrativa hayamos terminado Assassin's Creed II. Y empleamos las palabras "muy interesante" y no "imprescindible" porque el videojuego emplea un prólogo a modo de enlace entre uno y otro título que nos permite estar más o menos al tanto de la historia, al menos de los puntos más candentes de ella. El haber concluido la segunda parte nos ayudará a entender la relación entre Ezio y Caterina Sforza, a conocer a sus familiares y a entender mucho mejor la historia, pero como decimos el juego es igualmente disfrutable sin estar al tanto de todo ello.

De igual modo la condición de secuela directa de la segunda parte en el tono narrativo no nos permite hablar con claridad meridiana sobre el argumento para evitar los siempre molestos spoilers, de modo que únicamente comentaremos que tras abandonar El Vaticano y regresar a nuestra villa con la sana intención de recuperar nuestra vida, Ezio verá como todo su mundo se viene abajo. Los Borgia atacan Monteriggioni con toda su furia, y toda la bonanza económica, las mejoras de nuestro personaje y buena parte de los progresos que acumulamos en Assassin's Creed II se van con ellos.

La importancia de Desmond, Lucy y el resto de personajes de la época contemporánea crece profundamente en La Hermandad.
La importancia de Desmond, Lucy y el resto de personajes de la época contemporánea crece profundamente en La Hermandad.

A partir de ahí la historia se desarrolla al más puro estilo Assassin's Creed, alternando con habilidad la perspectiva del pasado -Ezio- con la del presente –Desmond-, aunque en esta ocasión concediendo un peso mucho mayor a la etapa contemporánea, y a un foco sobre Desmond más importante de lo que pudimos ver en juegos anteriores. Nadie debe preocuparse puesto que el grueso de la aventura sigue en la época renacentista y en nuestros paseos por la novedosa Roma que debuta en La Hermandad, no obstante esporádicamente deberemos superar algunos desafíos acrobáticos en el pellejo del propio Desmond. Momentos en los que incluso comenzaremos a experimentar una simbiosis entre ambos personajes que comenzó a ser explorada en la segunda parte, pero que es mucho más acusada en esta ocasión.

En cualquier momento, de hecho, tenemos la oportunidad de salir del Animus desde el menú al que accedemos pulsando el botón Start y poder pasear y charlar, algo ya presente en entregas anteriores, sólo que en esta ocasión un símbolo de exclamación en el propio interfaz nos advertirá de cuando haya algo fuera de nuestras memorias que merezca nuestra atención y que haga progresar la historia moderna.

El argumento de La Hermandad, con ánimo de valorar su calidad, es en líneas generales muy efectivo, tiene tanto gancho como el de episodios anteriores y cuenta con un tratamiento del carácter de los personajes algo más detallado. Puede dar la ligera sensación de estar algo atropellado en su exposición en sus primeros compases puesto que la campaña es ligeramente más corta que la de primera y segunda parte, pero el hecho de alternar una y otra época con algo más de frecuencia y el darnos más datos que nunca desde el otro lado del Animus deparan enorme interés al modo historia del videojuego.

Las misiones se suceden con velocidad y mucho ritmo. La presencia de personajes conocidos y otros que debutan, pero todos ellos muy bien tratados, ayudan a llevar al usuario en volandas.
Las misiones se suceden con velocidad y mucho ritmo. La presencia de personajes conocidos y otros que debutan, pero todos ellos muy bien tratados, ayudan a llevar al usuario en volandas.

Élite de Criminales -Campaña Individual-
Con La Hermandad podemos estar hablando de la que es, probablemente, la entrega más redonda de las series Assassin's Creed en cuanto a sus virtudes jugables. El motivo es que pese a que en realidad los cambios a simple vista no parecen demasiados por lo que se refiere a la campaña, el pulido de unos y otros elementos de ésta ha sido máximo, y de este modo logra atesorar un ritmo trepidante y más efectivo que en episodios anteriores.

El principal cambio hace efecto al tempo. La ciudad de Roma es más grande que cualquier otra urbe que hayamos visto hasta ahora en las series, pero las misiones tienen una disposición mucho más compacta y se presenta la opción de poder hacer viajes rápidos a través de túneles, de modo que la campaña da una sensación casi constante de mayor velocidad en su exposición y de contar con una cadencia mucho más trepidante que en entregas anteriores.

A esto contribuye también el debut de los caballos en interiores. Roma es el principal foco de atención de la campaña, y es ahí donde pasaremos prácticamente el 90% del total de la aventura, de modo que parecía lógico recuperar las monturas que tradicionalmente servían únicamente para exteriores y aplicarlas también a las zonas urbanas. Así pues será habitual ver a ciudadanos paseando por las calles de la capital de Italia a lomos de sus jamelgos, y protagonizar a lomos de los animales espectaculares persecuciones entre los edificios y las ruinas de la ciudad a caballo o perseguidos por caballos. Algunas de las mejores misiones, de hecho, tienen a estas majestuosas bestias como protagonistas, con fenomenales giros a la fórmula habitual y un sistema de combate a bordo de sus monturas mucho más pulido.

Elementos como la Notoriedad o la posibilidad de recoger armas de los enemigos, aspectos que debutaron en la segunda parte de las series, vuelven a gozar de tremenda importancia en esta entrega, y contribuyen a lograr un sentido de la variedad en los diferentes objetivos que en La Hermandad está mucho más acusado. Misiones espectaculares y muy diferentes unas de otras se alternan con vertiginoso acierto, y nos regalan algunos momentos espectaculares como una memorable persecución entre las ruinas del Coliseo, por ejemplo, o algunos maravillosos tramos de plataformas en derruidas criptas romanas repletos de puzles y rompecabezas al más puro estilo Prince of Persia.

El hecho de constituir una Hermandad es el último de los grandes giros que oferta el nuevo Assassin's Creed. Toda vez que el peso de Monteriggioni y su remodelación de la segunda entrega desaparece prácticamente por completo de esta entrega, nuestro campo de operaciones es en esta ocasión sensiblemente más grande, Roma y parte de Europa. En este sentido el videojuego guarda un cierto paralelismo con Fable III, y es que en los dos títulos tenemos la oportunidad de, a partir de determinado momento de la aventura, tener la posibilidad de dar órdenes directas sobre un organigrama completo de hombres a nuestro servicio.

Las diferentes Hermandades que trabajarán para nosotros cuando seamos poderosos nos permitirán encargarles objetivos en diferentes ciudades de Europa.
Las diferentes Hermandades que trabajarán para nosotros cuando seamos poderosos nos permitirán encargarles objetivos en diferentes ciudades de Europa.

En La Hermandad el sistema es tan sencillo y superficial como en el juego de LionHead. Para empezar durante la aventura deberemos ganarnos el favor de diferentes gremios -asesinos, espías, ladrones, etcétera- mediante la obligación de cumplir misiones para ellos. Así pues cuando nos ganemos su favor podremos acondicionar determinados edificios para que los diferentes gremios que nos apoyen se puedan establecer secretamente, de una forma similar a como operábamos con el arquitecto en Assassin's Creed II, y a partir de ahí contar con diferentes beneficios. A partir de determinado momento de la aventura nuestra propia hermandad funcionará a pleno rendimiento, y podremos acceder a diferentes contratos a cumplir a lo largo y ancho del continente europeo, contar con su ayuda para misiones, etcétera.

El procedimiento del manejo de Roma es principalmente in-game e incluye la toma de control de territorios de manos de los Borgia -que tomaremos con la simbólica quema de torres que salpican el escenario-, y con él nos permitirá liberar tiendas y comercios del yugo de nuestros enemigos con pingües beneficios, no sólo económicos sino también de ventajas directas. Mientras que, por el contrario, todo lo que se refiere a la gestión de nuestros hombres se lleva a cabo desde menús en los que podremos entrenarlos, contratarlos o llevarlos a diferentes misiones por ciudades como Lisboa, Barcelona o Londres. Misiones que deberemos asignar manualmente a nuestros hombres teniendo en cuenta elementos como su experiencia o la dificultad del reto de cara a salir victoriosos.

La obligación de tener mil ojos y desconfiar de todo el mundo es la clave del multijugador de La Hermandad. No hay lugar seguro en sus calles.
La obligación de tener mil ojos y desconfiar de todo el mundo es la clave del multijugador de La Hermandad. No hay lugar seguro en sus calles.

Cofradía de Asesinos -Multijugador-
El incorporar una solución multijugador a una fórmula tan aparentemente inapropiada para algo así como la de Assassin's Creed es algo realmente meritorio y, de hecho, es uno de los principales focos de atención en cuanto a avances que ha experimentado esta tercera entrega. No obstante, ¿es suficiente para considerarlo un gran salto adelante en este sentido? Depende del prisma con el que se quiera mirar y, más exactamente, de la atención que se le vaya a prestar al apartado on-line.

Éste contribuye principalmente a enriquecer todavía más un videojuego repleto de posibilidades y de vida útil jugable, y trae consigo cuatro modalidades de juego dentro de un estilo que se adecúa con precisión a la idiosincrasia de la saga. Lo que Ubisoft ha querido conseguir con éste es una original revisión del mito del ratón y el gato y al mismo tiempo del cazador cazado, una original reformulación casi en forma de minijuego que nos obliga a tener mil ojos puestos a nuestro alrededor sobre todo lo que nos rodea, y desconfiar absolutamente de todo el mundo. ¿El motivo? En ninguna de las cuatro modalidades de juego sabremos nunca si quien nos rodea es un NPC controlado por la IA, o una amenazadora figura dirigida por otro de los jugadores. Unos y otros tienen el mismo aspecto, de modo que es muy difícil saber quién es quién.

De hecho algunas quejas por parte de los aficionados se han elevado con los primeros videos del modo on-line por lo que se refiere a la imposibilidad de personalizar los personajes y a la escasez de variedad de los viandantes que caminan por las calles del multijugador. Esto obedece a una razón muy clara que encorseta la fórmula, pero que al mismo tiempo es inevitable para el éxito de ésta. Si un usuario editara el aspecto de su personaje sería muy fácil que el resto de jugadores le detectaran por su look único, y si hubiera NPCs moviéndose por los mapas que no compartieran el aspecto con los modelos que hay disponibles para la elección de los jugadores sería también muy sencillo darnos cuenta de quién está dirigido por la IA y de quién es un carácter con un humano bajo su pellejo.

Hay infinidad de nuevas animaciones y técnicas para cometer asesinatos sin ser vistos. Todo para fomentar la picardía del multijugador y la inteligencia de la experiencia off-line.
Hay infinidad de nuevas animaciones y técnicas para cometer asesinatos sin ser vistos. Todo para fomentar la picardía del multijugador y la inteligencia de la experiencia off-line.

La fórmula puede parecer algo limitada, pero da la sensación de que Ubisoft ha llevado de momento al máximo las alternativas que un juego competitivo puede ofertar dentro de los patrones de juego Assassin's Creed. Así pues Se Busca, Alianza, Se Busca -Avanzado y Caza Humana son bastante similares entre sí, pero las diferencias de matices entre unas y otras aportan el matiz de enriquecimiento que necesita. En el primero somos objetivo de no de los jugadores del que no sabemos su identidad, y al mismo tiempo tenemos entre ceja y ceja a otro de los usuarios. En Alianza la fórmula es similar aunque se lleva a cabo por parejas, mientras que en Caza Humana los papeles se reparten entre víctimas y asesinos durante toda la partida y en Se Busca – Avanzado tenemos los patrones de Se Busca, acusados por una ausencia de interfaces que empareja la modalidad con el perfil de usuario hardcore.

Los detalles de unos y otros modos se pueden consultar desde las Impresiones Jugables que hemos ido publicando sobre las diferentes versiones del videojuego que hemos tenido oportunidad de probar durante su desarrollo, y no perderemos más tiempo en detallarlas. Lo que sí comentaremos es que el conjunto es muy interesante, que la política de recompensas es atractiva y un incentivo para perfeccionar nuestras partidas, y que pese a que la fórmula puede parecerle algo limitada a determinado perfil de usuarios, lo cierto es que es un añadido muy interesante a la hora de hacer que el disco de Assassin's Creed: La Hermandad pase todavía más tiempo dentro de nuestra consola al finalizar la campaña.

Ciudad Eterna -Gráficos y Tecnología-
Algo lejos queda la época en la que Assassin's Creed era la franquicia más avanzada en lo visual dentro del mundillo de los videojuegos, sin embargo la saga de Ubisoft sigue demostrando un buen gusto en lo artístico y una pasmosa demostración de potencial a la hora de hacer gala de un rigor histórico en el que no encuentran competidor.

El motor gráfico Scimitar, antiguo Anvil, continúa manifestando una tremenda fortaleza a la hora de renderizar con enorme calidad y detalle grandes cantidades de personajes en pantalla y un detalle fantástico en construcciones con una distancia de dibujado muy respetable. No obstante, y ahí está el verdadero problema del juego en lo tecnológico, empieza a hacer gala de algunas incidencias que cada vez tienen más peso en la experiencia visual. Éstas son más notorias en la versión de PlayStation 3 que en la de Xbox 360, pero lo cierto es que ninguna de las dos ediciones escapan a algunas sombras que tenemos que recalcar.

En lo positivo las físicas siguen siendo buenas, las técnicas de iluminación sensiblemente más trabajadas que en entregas anteriores con unos resultados maravillosos, y el número de animaciones se ha visto ampliado en cuanto al número de ejecuciones y acrobacias, y todas ellas gozan del mismo nivel de acabado tan fantástico e hiperrealista como la franquicia nos ha tenido acostumbrados desde sus comienzos.

Las monturas aportan muchas posibilidades a las misiones, especialmente por el hecho de que ahora podemos cabalgar dentro de las ciudades.
Las monturas aportan muchas posibilidades a las misiones, especialmente por el hecho de que ahora podemos cabalgar dentro de las ciudades.

Por lo que respecta a lo negativo hay que recalcar que la tasa de imágenes por segundo es estable en Xbox 360, aunque algo más caprichosa en la consola de Sony. La sincronía vertical y el popping, dibujado tardío de elementos en pantalla, son dos elementos que no escapan a ninguna de las dos ediciones; aunque la segunda característica parece algo más notoria en esta entrega que en las anteriores debido a la sensible ampliación de la distancia de dibujado y del detalle de los edificios que aparecen en pantalla.

El descomunal tamaño de Roma, de hecho, es uno de los grandes titulares que nos deja La Hermandad, y que repercute en un sentido de las dimensiones del juego que ayuda mucho a mejorar su profundidad e inmersión. No tiene precio encaramarnos a una torre y ver cómo en el horizonte se dibuja el majestuoso Coliseo, el acueducto o cualquiera de las inconmensurables construcciones romanas que salpicaban sus calles.

Y es que la ciudad es una de las verdaderas protagonistas del título, y ofrece el trabajo de mapeado más brillante que la saga nos ha regalado hasta ahora. La orografía tremendamente cuidada de Roma libera al título de las zonas únicamente llanas que tenía hasta ahora, haciendo de la Ciudad Eterna un lugar en el que hay barrios erigidos sobre montañas, otros en llanuras y todo con un sentido del relieve y la tridimensionalidad del escenario que hasta ahora la franquicia no había comenzado a explotar como debería, y que benefician al videojuego no sólo en lo estético sino también definitivamente en lo jugable.

La posibilidad de robar el arma a un enemigo, recogida de la secuela, o la de pegarle una patada o desarmarlo con hábil movimiento enriquecen muy mucho los combates.
La posibilidad de robar el arma a un enemigo, recogida de la secuela, o la de pegarle una patada o desarmarlo con hábil movimiento enriquecen muy mucho los combates.

La ejecución artística, es por lo tanto, impecable, con un trabajo de documentación tras de sí sencillamente formidable. El modelado de personajes y construcciones vuelve a ser fantástico, y a pesar de que todavía hay que hacer algunas observaciones sobre la calidad de los rostros en los primeros planos de las cinemáticas, en esta ocasión han mejorado mucho con respecto al aspecto que presentaban en Assassin's Creed II, no sólo en cuanto a carga poligonal sino también en lo tocante a su expresividad.

El sonido, por último, vuelve a presentar un aspecto tan brillante como es costumbre en la franquicia. Hemos detectado algunos problemas con algunas frases de interlocutores que se repiten en demasía en determinadas escenas (en algún combate del comienzo de la aventura resultó de lo más molesto), aunque será algo que seguramente se solventará con algún parche. No obstante por lo demás el resultado es sobresaliente: El doblaje a nuestro idioma es francamente bueno, probablemente el mejor de la trilogía, la banda sonora fantástica y los efectos de audio cumplen su cometido con la habitual eficacia de la franquicia.

Una Daga en la Manga -Conclusiones-
A pesar de lo que cabría pronosticar con un lanzamiento tan cercano al de Assassin's Creed II, lo cierto es que La Hermandad ha cumplido con los brillantes estándares que hasta ahora viene acumulando la saga. Se trata de un videojuego maravilloso en todos los aspectos, de gran duración, con un notable componente innovador y con unos apartados visuales a la altura de lo que un videojuego Triple-A viene demandando en la Next-Gen.

A nivel rejugable el hecho de añadir metas secundarias para todas y cada una de las misiones aporta un componente de rejugabilidad al conjunto realmente fantástico. El ansia de superarse a sí mismo y mejorar nuestros registros, o cumplir todos los encargos alternativos será un fantástico acicate para volver a superar las misiones las veces que haga falta y obtener la denominada "Sincronización Total". Además, y para volver a motivar al usuario a hacer uso de la exploración, vuelven las plumas así como los estandartes, de los Borgia por ejemplo hay más de un centenar, así como la presencia de las clásicas misiones secundarias de la saga, que no se salen ni un ápice de lo que cabría esperar de ellas.

El Arlequín es uno de los personajes del multijugador disponibles para el usuario. Es también uno de los bloqueados, para liberarlo deberemos introducir un código que se adjunta en el juego.
El Arlequín es uno de los personajes del multijugador disponibles para el usuario. Es también uno de los bloqueados, para liberarlo deberemos introducir un código que se adjunta en el juego.

La mayor polémica reside en si es la innovación suficientemente acusada como para justificar una nueva entrega de las series. La respuesta debe ser afirmativa, aunque con matices. La inclusión del multijugador es un formidable avance, está claro, y su fórmula es la más acertada que podría extraerse de un concepto tan cerrado como el de Assassin's Creed. No obstante su interés es contenido, y nos da la impresión de que determinado perfil de aficionados puede cansarse a medio plazo del esquema encorsetado que oferta Ubisoft dentro de la experiencia on-line. Hay algunas adiciones a la campaña de razonable interés como los caballos en interiores o el concepto de hermandad, pero unas y otras son más matices que incorporaciones verdaderamente revolucionarias, y tampoco ayuda a su valoración en este sentido el hecho de no haber cambiado de época, de ambientación, de personajes protagonistas ni de dinámicas jugables.

Por otra parte todo lo que se refiere a la propia hermandad que gestionaremos está tremendamente bien implementado, y aunque simple, da la sensación de encajar a la perfección con las dinámicas jugables del título. Todo se gestiona desde cómodos menús donde podemos enviar a nuestros hombres a diferentes encargos para obtener recompensas monetarias, y también para obtener experiencia que invertiremos en sus diferentes mejoras de habilidad que nos podrán venir muy bien cuando reclamemos sus servicios en las misiones que protagonicemos nosotros. Un sistema de progresión y personalización de nuestros hombres que se gestiona con palomas mensajeras y que, pese a que no vemos físicamente cómo se desarrolla, resulta adictivo y proporciona un plus de profundidad al juego que es francamente bienvenido.

Assassin’s Creed: La Hermandad, en definitiva, es una cita ineludible para cualquier fan del género de acción/aventuras que tan poco se está cultivando en esta generación de videoconsolas, especialmente si hace referencia a épocas históricas. Su calidad es incuestionable, y la antaño criticada falta de variedad de su propuesta continúa alimentándose de variedad y diversidad en su fórmula con diferentes actividades alternativas y elementos novedosos que añaden un componente muy serio de profundidad y pluralidad.

Magnífico

Obra maestra

Assassin’s Creed: La Hermandad

Por: El equipo de 3DJuegos
Obra maestra

La Hermandad es un nuevo triunfo para la saga Assassin's Creed. La incuestionable calidad de la franquicia se ve apuntalada en esta ocasión por un pulido jugable sin parangón y por la adición de algunos elementos de interés como el multijugador, destinado a ampliar su vida útil. Un videojuego memorable que no debe faltar en la colección de ningún aficionado y que mantiene a la IP como una de las más en forma en la Next-Gen.

Comprar Assassin’s Creed: La Hermandad
Jugadores: 1-8
Idioma: Manual en español, textos en español y voces en español
Duración:
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