No estuvieron muy equivocados los responsables de Mistwalker, y en concreto Hironobu Sakaguchi, al escoger el nombre del que será uno de los últimos grandes videojuego para Wii: The Last Story. Y es que será, realmente, la última gran historia para la máquina de sobremesa, un RPG de acción a la japonesa, pero sólo en la forma, porque en el contenido quiere ir mucho más allá. Jugamos sus dos primeras horas para explicarte cómo de emocionante es lo último del creador de Final Fantasy.
Wii quiere irse a lo grande, y la mejor prueba tal vez la tengamos con The Last Story, un RPG de acción que lleva levantando expectación desde su anuncio hace ya casi dos años. Y la verdad es que no es para menos. El título, exclusivo para la máquina de Nintendo, tiene un as de la industria a sus espaldas, Hironobu Sakaguchi (creador de la serie Final Fantasy), al cual -con casi 50 años- todavía le quedan fuerzas para innovar en esta difícil industria.
De hecho, desde que tomara las riendas de su propia compañía, Mistwalker, hemos visto a un Sakaguchi diferente, sin las cadenas de Square Enix, capaz de crear desde las historias más animadas (Blue Dragon) hasta las más emocionantes (Lost Oddysey). Con su nueva y reciente empresa, el japonés dibuja su propia senda, la cual continúa con un The Last Story que, lejos de ser la última obra del gurú, sirve para que entendamos que, incluso a pesar de no gozar de la consola más potente, se pueden obtener grandiosos resultados.
La última gran historia de Wii
Así es como hemos podido verlo recientemente desde las oficinas de Nintendo, donde hemos podido jugar sus dos primeras horas para comprobar que nos encontramos ante el último gran lanzamiento para Wii. Un videojuego que ya ha sido puntuado con un 38/40 en Famitsu y que llegará el próximo 24 de febrero a Europa (edición limitada incluida) para proponernos uno de esos guiones que quedan en la memoria. Y es que si hay algo que destaque especialmente en este Action-RPG, ese es el argumento, escrito por el mismísimo Sakaguchi, el cual nos pone en el lugar de Zael, un joven de pasado turbio que, junto a un grupo de mercenarios, deberá abrirse camino para cumplir su máximo deseo: convertirse en caballero.
La historia de The Last Story es, por tanto, el punto fuerte del programa. Y ya podéis olvidaros de las típicas gestas. Los protagonistas de esta aventura serán completamente humanos, y de hecho nos mostrarán sus preocupaciones y motivaciones continuamente. En este sentido, la construcción de personalidades es digna de admiración, de forma que dentro del grupo podremos encontrar desde el típico guaperas o la amiga fiestera hasta el arquetipo de compañero retraído y pesimista. Todo salpicado de un sentido del humor muy certero y hasta ciertos toques picantes que se entrelazan exitosamente con una buena carga de secuencias de introducción (las cuales, por cierto, se pueden saltar e incluso pasar a cámara rápida).
A lo largo de sus más de 20 horas de juego (estimadas), uno de mayores puntos de interés será conocer cuál es el destino que The Last Story depara a sus protagonistas. Sin embargo, aún más interesante será disfrutar de su sistema de juego. Unas mecánicas que ya os podéis imaginar y que se dividen, como es tradición, en tres grandes bloques: exploración, diálogos y combates. Ingredientes omnipresentes en cualquier RPG que se precie, pero en esta ocasión levantados con el molde de Sakaguchi, uno nada convencional y que, precisamente, logra tambalear los cimientos de los clásicos J-RPG.
Para empezar, la exploración, a pesar de estar nutrida de variedad de localizaciones, tiende hacia la linealidad. Así, el enfoque está basado en la idea de avanzar a través de pasillos donde los enfrentamientos no son aleatorios, sino que están predeterminados por el diseño del juego y la propia narrativa. De esta forma se consigue un conjunto más interconectado -e igualmente controlado-, donde no existan batallas ni eventos porque sí. Todo tiene un por qué, y se justifica gracias a un esquema donde, por fortuna, existe espacio para la libertad.
Las ciudades y, en concreto, el enclave de Lázulis supone el gran desahogo del juego entre tanta mazmorra. En numerosas entrevistas, Sakaguchi ha sacado a relucir la inmensidad de la urbe, enfatizando su realismo. Ahora, después de pasearnos por sus calles, sólo podemos asegurar una cosa: os acabaréis perdiendo. Pocas veces habréis visto en un videojuego una ciudad semejante, donde las calles tengan nombre y exista tanta cantidad de tiendas, bares o pasadizos que pisar. Hasta tendremos un mercadillo para comprar, un coliseo en el que competir y una adivina a la que pedir consejo. Será difícil aburrirse de un lugar donde además podremos entablar conversación con cualquiera.
A este respecto, hemos de citar el segundo gran bastión de The Last Story: sus diálogos. Ciertamente, están muy presentes a lo largo de la aventura. Por supuesto, tendremos conversaciones superficiales, pero también habrá otras más profundas (con compañeros o personajes claves), en las que incluso podamos escoger entre varias respuestas. Muchas veces, la elección no influirá en el discurso de la aventura, pero otras podría incluso abrir ante nosotros alguna “quest” adicional.
Removiendo los cimientos del género
Con todo, el desarrollo y progresión en la aventura parece muy equilibrado, haciendo la experiencia de juego altamente gratificante. No obstante, todavía nos queda comentar el tercer gran pilar del título, el más importante: el sistema de combate. Así, y lejos de querer imitar los clásicos esquemas J-RPG, Sakaguchi tira de imaginación y se saca de la chistera batallas en absoluto tiempo real, donde sólo es necesario avanzar hasta los rivales para golpearlos automáticamente (sin necesidad de pulsar ningún botón). Y no os penséis que ha sido una maniobra para atraer a nuevos jugadores -que seguramente se atrevan más a probar la obra-, ya que el sistema incluye buenas dosis tácticas.
En efecto, antes de cada batalla, se nos dará una panorámica de la situación, con la posición de los enemigos, así como sus clases. Esto será de vital importancia, por ejemplo para conocer quiénes son los sanadores del grupo y atacarles en primer lugar. Incluso hemos observado que nuestro personaje dispone de la habilidad de visualizar debilidades de los adversarios (e incluso averiguar el elemento -fuego, hielo, etc.- al que son más vulnerables). De esta manera, ya desde antes de la contienda tendremos que estudiar la situación, aunque importará mucho más lo que hagamos a partir de entonces durante el combate.
Unos combates que no son para nada simples, sino que gozan de sus particularidades. Así, podemos ganar bonificaciones de ataque por rodear al enemigo con nuestros compañeros, realizar ataques en cadena junto a su presencia o incluso propinar otros críticos que arrebaten más vida de la normal. Se contempla igualmente la presencia de círculos mágicos, desde los que propinar golpes especiales, y hasta la posibilidad de derribar columnas para que caigan sobre nuestras enemistades más profundas. Sin embargo, la mejor de nuestras características la encontraremos en “magnetismo”, una habilidad que, una vez activada, hará que los aliados más cercanos mejoren su velocidad de invocación. Inclusive, hará que podamos reanimar a compañeros abatidos o recuperar nuestra propia vida.
Todo esto, que en principio asusta por la cantidad de acciones disponible, se nos irá enseñando poco a poco, mediante digeribles tutoriales. Además, y a pesar de que se requiera el binomio wiimote-nunchuk para jugar, no hay que temer por los controles. Se usan muy pocos botones, destacando el hecho de que no se haya apostado (al menos en lo que hemos jugado) por el uso de la tecnología giroscópica. Un acierto en nuestra opinión, ya que queda probado que las experiencias más clásicas es mejor que sigan siendo disfrutadas con los controladores tradicionales. He ahí la razón por la que el título admita el uso del Controlador Clásico de Wii.
En otra orden de cuestiones, y fuera ya de la campaña individual, la cual demuestra alejarse de las convenciones del género, hemos de citar algo que nos ha sorprendido: la presencia de un multijugador online. Por el momento, no disponemos de mucha información al respecto, pero sí sabemos que habrá modalidades cooperativas y competitivas para hasta un máximo de 6 jugadores. Los servidores empleados parece que nos van a obligar a jugar, eso sí, con usuarios de nuestra misma región, pero será interesante, sobre todo considerando los modos que se nos prometen: Supresión (donde colaboramos para acabar con un jefe más fuerte de lo normal) y Fray (una batalla “jugador contra jugador” -al estilo “battle royale”- donde múltiples personas luchan entre ellos y también contra la CPU).
En definitiva, hay muchas razones para esperar a The Last Story: una emotiva historia, un sistema de combate estratégico a la vez que dinámico, un poder de exploración potente... Lo nuevo de Mistwalker quiere ser un salto cualitativo en el género, pero también en Wii. Y lo decimos más que nada porque nos encontramos ante el que será uno de los juegos más bellos lanzados en la máquina de sobremesa. No es que alcance cotas que ya no conozcamos o que vaya a acabar con el temido “jagging”, pero el diseño artístico sí que está a la vanguardia de la presente generación de consolas.
Esto ayuda a que la ambientación sea sobrecogedora, gracias a entornos de ensueño, paisajes deslumbrantes y construcciones arquitectónicas sacadas de algunos de los mejores artistas nipones actuales. Pocas veces Wii ha movido tanto talento, en esta ocasión también acompañado -no hemos de olvidarlo- de partituras de excepción, como las de Nobuo Uematsu. El compositor nipón, más conocido por sus trabajos en la serie Final Fantasy, llena con su magia musical un mundo audiovisual único, que todos entenderemos (vendrá con subtítulos en castellano y voces en inglés) cuando llegue hasta nuestro territorio el próximo 24 de febrero.
Y recordad esta fecha, porque será con toda probabilidad la más importante del año para Wii: la de su despedida. Una que Nintendo, según nos hizo saber, llegará en una edición limitada (la cual incluirá ilustraciones del juego y un CD que contiene una selección de siete temas musicales, compuestos por Uematsu). Parece que la Gran N no quiere dejar nada al azar para uno de los últimos grandes títulos que aparecerán en Wii, aunque habrá que esperar hasta el próximo mes para averiguarlo con certeza.