La espera ha sido larga, y podría sonar hasta macabro que lo estuviéramos haciendo por la mismísima Muerte, pero lo cierto es que va a merecer la pena. Usamos las guadañas en Darksiders II por última vez antes de su lanzamiento, para contaros cuán mortífero va a ser el nuevo videojuego de los estadounidenses de Vigil Games. Menudo verano nos espera...
Darksiders II camina hacia su lanzamiento, y lo cierto es que no podíamos estar más impacientes por tenerlo ya en nuestras manos. Recientemente hemos tenido la oportunidad de probar una versión muy cercana a la final, que nos ha dejado muy claro no sólo que superará a la primera entrega, sino que también tiene el potencial para convertirse en uno de los títulos de acción y aventura más importantes de la presente generación.
Nada más encender la consola y ponerse a jugar ya uno presiente que algo muy grande está a punto de acontecer ante sus ojos. A los estadounidenses de Vigil Games se les nota la emoción por la continuación de una serie que nació con la incertidumbre de su éxito, pero ahora sacan a relucir su talento de nuevo al crear un ritmo de juego poderoso, sustentado en los clásicos pilares de su antecesor: exploración, mazmorras, batallas y algún que otro puzle.
Todos los ingredientes están fortalecidos, y nos atreveríamos a decir que hasta el guión mejora al primer Darksiders, uno que como ya sabéis discurre de forma paralela, con Muerte buscando la redención de su hermano Guerra, acusado de haber desatado el Apocalipsis. Nuestra es la misión de resucitar a la humanidad, al tiempo que ponemos en evidencia al Consejo Abrasado.
Conocerás a la Muerte
Pero por encima de todo, el detalle que más nos entusiasma de Darksiders II es el gran y genuino universo que levanta a su alrededor. Desde los épicos escenarios hasta los personajes de cuento de hadas consiguen trasladar al usuario a un mundo único, muy apetecible. Una sensación que recuerda fuertemente a la vivida en las creaciones de Fumito Ueda (ICO) o el mismísimo Shigeru Miyamoto (Zelda). Sin duda, otro de los puntos fuertes del juego.
Pero hay mucho más, y nos gusta que el videojuego, ya desde el principio, no se ande con contemplaciones ni introducciones largas, mostrando su naturaleza sin reparos: un equilibrio entre exploración y acción que se repitió a lo largo de nuestra sesión de juego. No hay fisuras en este sentido, con batallas al más puro estilo "hack 'n slash" que se complementan con el descubrimiento de mazmorras que nos ayuden a conseguir la misión de esta demo: encontrar el árbol de la vida.
Y no os desvelaremos más sobre el argumento, salvo que tendremos recapitulaciones cada vez que pongamos el juego (algo más que bienvenido para no perdernos), y que para nada seremos el típico recadero de este tipo de obras. Y si no os lo creéis, lo dice hasta el propio Muerte en un diálogo: "Yo no soy tu recadero", toda una declaración de intenciones que nos adelanta, por otra parte, que nuestro protagonista goza de una fuerte personalidad. De hecho, puede escoger entre respuestas a la hora de hablar con los NPCs durante la aventura, algo que os hará ganar tiempo si queréis pasar de tanta cháchara.
Darksiders II posee diálogos, por supuesto, y no pocos, pero aquí lo realmente predominante son las situaciones mazmorrianas, plagadas de interruptores y llaves al más puro estilo Zelda. Esto no es ningún secreto, ya lo vimos en el primer Darksiders, pero la variedad se ha mejorado y la complejidad general de la obra parece haberse incrementado. La observación del entorno y quedarnos un rato pensando será ahora mucho más común, amén de que será imprescindible sacar el mapa (o bien fijarnos en el radar in-game) para hacernos una idea de lo que hacer en cada situación.
Ser de 3 a 4 veces más grande que Darksiders y un 50% más largo explica en buena parte el trabajo invertido por los estadounidenses, que igualmente se han centrado en darnos cantidad de tesoros ocultos y coleccionables para que nuestro periplo no se termine demasiado pronto. En este sentido, cabe mencionar que incluso se añaden "quests" secundarias relacionadas con los personajes de la trama, que nos pedirán algún que otro favor a cambio de una sustanciosa recompensa.
Aparte, siempre podremos invertir tiempo y esfuerzo en incrementar el nivel de Muerte, así como obtener nuevos objetos y habilidades que cambien tanto su apariencia como destrezas. A este respecto, las posibilidades de personalización hemos de reconocer que son contundentes, ya que aparte de armas y armaduras, también gozamos de dos árboles de habilidades con cantidad de poderes a desbloquear.
El que más nos gustó en esta toma de contacto fueron las técnicas de Nigromante, que nos permitieron invocar espíritus de apoyo durante las contiendas. Algo muy útil, mucho más si consideramos que Vigil Games integra un acceso rápido (mediante cuatro atajos personalizables: gatillo izquierdo más cuatro botones a elegir en las versiones de consola) para que siempre llevemos nuestras cuatro habilidades favoritas encima.
Especialmente útiles serán contra los jefes finales, algunos realmente gigantescos, aunque el factor determinante consiste más bien en saber atacar y esquivar en el momento oportuno. Darksiders II posee en este sentido una componente "hack 'n slash" muy satisfactorio, ya que premia la paciencia y buen hacer más que la presión de botones sin ton ni son. Nos alegramos por ello, así como por la integración de una barra de ira que limitará el uso de nuestras técnicas especiales, más que nada para que nada se haga demasiado sencillo (existen tres grados de dificultad entre los que escoger al inicio de la partida).
Así pues, no podemos extraer nada más que una valoración muy positiva de lo que nos va a ofrecer Darksiders II. Gráficamente, y como ya comentamos en anteriores impresiones, se va a apreciar un salto considerable (en cuanto a suavidad de modelados, "frame rate" y resolución) entre PC y consolas, siendo la versión de compatibles la más favorecida. Sin embargo, el juego será el mismo, uno que promete convertirse el próximo 21 de agosto en un imprescindible para los amantes de las buenas aventuras en general.