Se suele decir que cada videojuego es un pequeño milagro en sí mismo, haciendo referencia a lo complejo del desarrollo dentro de este arte, las dificultades a la hora de ajustar los presupuestos, y lo incierto de su planificación por la aparición de errores inesperados. Sin embargo, hay algunos que son más milagrosos que otros, y que no tienen nada que ver con su desarrollo directo. Y un ejemplo es Song of Nunu.
Han pasado muchos años, más de una década desde que empecé a jugar a League of Legends. Desde entonces, desde esas tardes esperando por que el servidor EUW no explotase otra vez más (o que al menos si lo hiciera Riot Games nos regalase algunos RPs para comprar skins), han pasado cosas como su explosión como esport, la creación de una división para gestionar su exitosa música o incluso el lanzamiento de una de las mejores series del pasado año como es Arcane.
Y, de igual forma, se produjo la justificación de la "s" del plural en Riot Games. Por dos caminos, además; por un lado con desarrollos propios como TFT, Valorant o Legends of Runeterra, y por otro con Riot Forge, la iniciativa de publicación de juegos basados en sus IPs creados por estudios independientes. Y el más reciente de esta segunda rama es Song of Nunu, un desarrollo del estudio madrileño Tequila Works.
Esta aventura en tercera persona, género en el que Tequila se ha prodigado con los recordados Gylt y Rime, aborda la relación entre Nunu y Willump, la pareja de niño y yeti que conforman uno de los campeones más peculiares de League of Legends. Y, como os contaré en estos párrafos, quizás es el más especial de todos lo títulos que Riot Forge ha lanzado hasta la fecha.
Si tocas la flauta, Nunu se pone a bailar
Repasemos: primero salieron al mercado el juego de ritmo Hextech Mayhem y el RPG por turnos de Airship Syndicate, Ruined King; tras un parón desde 2021 hasta 2023, este año han salido el metroidvania Convergence y The Mageseeker, este último también de un estudio español, Digital Sun. Con el permiso del notable título de los de Joe Madureira sobre Viego y las Islas de la Sombra, Song of Nunu es posiblemente el que más personalidad tiene.
La clave es la fórmula Tequila
¿La razón? Pues el giro de timón que supone la fórmula Tequila al tono que ha tenido el universo LoL hasta ahora. O bien tenemos cosas muy épicas, o muy alocadas o incluso solemnes... Pero hacer con la franquicia un juego contenido, basado en la dinámica entre dos únicos personajes jugables y que rezuma personalidad, eso es algo especial.
Por supuesto, hay espacio para la epicidad y los ecos a el gran esquema de las cosas en Runaterra en la recta final del título, pero no creo que sea lo más importante de Song of Nunu. Para entenderlo, dejadme usar dos referencias, como son The Last Guardian y God of War. La primera es obvia, por la dinámica entre un personaje controlable y otro que tiene cierto libre albedrío, y la otra puede parecerlo por el entorno helado de la región de Freldjord, pero nada más lejos de la realidad. Lo importante es la relación entre los dos protagonistas, y no tanto lo que sucede alrededor.
No es el festival del fanservice, pero hay cositas en el juego.
Salvemos las distancias, eso sí. Aquí controlaremos a Nunu, el niño, y en ciertos momentos también a Willump cuando el chiquillo se suba a su cabeza; el yeti tampoco empezará a rezongar o pasar de echarnos un cable con un puzle, pero sí que deberemos usar su ayuda sin controlarle directamente en todos los casos. De igual forma, aquí no tenemos la epicidad, especialmente técnica, de la obra de Sony Santa Mónica.
Os cuento la historia y así ya estamos todos en la misma página. Nunu es un niño procedente de la tribu notai, unos pobladores de Freldjord que veneran las historias y las canciones por encima de todo. Con la ayuda del último yeti con vida, Willump, Nunu ha de llegar a un lugar concreto como es el Montealado y hacerse con el Corazón del Azul para salvar a su madre.
Y el desarrollo del juego es tan simple como valerse de las herramientas de las que dispone la pareja para avanzar. En ocasiones será escalar con Willump mientras Nunu se agarra a él, en otras combatir contra unos rivales aprovechando la fuerza del yeti o incluso resolver algunos puzles dividiendo esfuerzos entre ambos. Y aquí es donde entra el toque Tequila, con Sonatara.
Sonatara es la flauta de Nunu, una que podemos equipar en todo momento con un botón, y valernos de los gatillos y los botones superiores para articular notas musicales como si de una flauta real fuese. De hecho, las combinaciones son bastantes, porque no sólo podemos tocar una nota por botón, si no que podemos combinarlas por parejas, tríos y hasta tocar todas a la vez. Y como este lugar fue habitado por notai, hay muchos mecanismos que se activan de esta forma, usando la música.
"Lo que en otra aventura en tercera persona serían palancas y botones, aquí son notas, o incluso pequeñas canciones"
Lo que en otra aventura en tercera persona serían palancas y botones, aquí son notas, o incluso pequeñas canciones. Puede parecer una tontería, pero se suma el gamefeel que produce tocar unas pequeñas melodías, con la relación que adquieren estas notas con el jugador. Como sucedía en Ocarina of Time, la canción para mover Krugs de sitio, por poner un ejemplo, es más que un botón o una mecánica de videojuego.
Hasta ahora Riot Forge había tenido reskins de géneros concretos con aspecto de League of Legends. Incluso alguno de ellos muy logrado. Pero ninguno ha tenido el corazón que pone Tequila aquí. El tener un botón para abrazar a Willump en cualquier momento, las peleas de bolas de nieve o el cómo se producen las apariciones de otros campeones, todo lleva el sello de esta gente.
Algunos puzles están muy logrados.
A esto hay que sumarle lo inteligente que es el juego. Como sabe que no es una grandísima producción, y que el chicle tiene un límite de estiramiento antes de romperse, sabe cambiar los puzles, el entorno o la temática de la zona, para no hacerse pesado. Mide bien los tiempos y fueron varias las ocasiones en las que podría haber empezado a hacerse bola, pero que corta de raíz con algo nuevo.
¿Quiere decir eso que Song of Nunu es un juego perfecto? Pues tampoco es eso. Aunque se agradece el esfuerzo en las escenas cinemáticas 3D, es cierto que podrían tener un acabado más potente, y que se ven ciertas costuras cuando la historia parece pedir una grandilocuencia mayor o una incidencia más pronunciada.
De igual forma, aunque los colores fríos están muy logrados artísticamente, pueden llegar a hacerse pesados hasta que Song of Nunu cambia los escenarios y altera el ritmo visual que propone. Además, el cambio de zona suele implicar cambio de mecánicas, por lo que se agradece mucho cuando este se produce. Y podría hablar de escasa cantidad de enemigos, pero es cierto que tampoco es que el combate sea el plato principal; cumple su función y ya.
Song of Nunu es una muy agradable sorpresa. Aprovecha la licencia League of Legends como ningún otro juego de Riot Forge hasta la fecha, y le inocula el cariño que Tequila Works pone a sus obras. No es un juego revolucionario y podría tener un acabado mejor, pero es tan redondito y abrazable como Willump.
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- Aunque hay combate, lo más importante es la exploración y los puzles.
- Es el juego con más corazón de Riot Forge.
- No es una revolución gráfica, pero está artísticamente logrado.
- Los actores de doblaje originales están de vuelta.
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