Sin hacer mucho ruído terminó convirtiéndose en uno de los grandes lanzamientos de 2018 pero… ¿qué hace de este un videojuego tan especial? En el análisis de Monster Boy y el Reino Maldito verás que hay pocas aventuras de plataformas tan divertidas como esta.
Tomando como referencia la acción del clásico Wonder Boy, pero con influencias de las aventuras metroidvania, el estudio independiente The Game Atelier logró dar vida a un fantástico videojuego de plataformas que sin hacer prácticamente ruido terminó convirtiéndose en uno de los grandes lanzamientos de 2018. Se estrenó exclusivamente en consolas, pero al fin los usuarios de PC pueden disfrutar de Monster Boy and the Cursed Kingdom, uno de esos títulos que merece mucho la pena probar. No por nada el padre del Wonder Boy original, Ryuichi Nishizawa, ha participado en el desarrollo de esta suerte de secuela espiritual que sorprende por su brillante diseño de niveles.
Captará tu atención por su explosión de colorido: un apartado artístico que hace cobrar magia a tu televisor. Pero al final te quedarás por su agradable jugabilidad, una mezcla entre saltos, exploración y puzles capaz de deleitar no ya solo a los fans de los juegos originales, sino en general, a cualquier amante de los buenos videojuegos. Y no es para menos, viendo cómo el juego crece y crece sorprendiendo con desafíos cada vez mejor estudiados e ingeniosos durante las cerca de 15 horas que puede llevarte completar la aventura. Así que si en su momento no probaste el título en consolas, esta es la mejor oportunidad para disfrutar de un juego de plataformas excepcional.
Monster Boy, más que un simple regreso
El planteamiento narrativo de Monster Boy es una simple excusa para ponerse a jugar. A tu tío parece habérsele ido la cabeza y ha empezado a transformar en animales a todo el reino. Tu tarea es devolver la situación a la normalidad, recobrando una serie de orbes dispersos por el entorno. Planteamiento sencillo, que se traduce en recorrer un mapa que permite cierta libertad y experimentar una serie de transformaciones para convertirnos en cerdo, rana, serpiente, león… ¡sí, habéis leído bien! La dinámica central de Monster Boy y el Reino Maldito no es el diseño de su mundo, con esencia metroidvania, sino la posibilidad de transformarnos en diversos animales.
Esto permite activar una variedad jugable magnífica, que va a más según transcurren las horas de juego y desbloqueamos nuevas formas. Para cuando alcances el final del juego, habrás aprendido a alternar entre todas ellas, aprovechando la fuerza de embestida del león, la habilidad del cerdo para olfatear aspectos ocultos del escenario o la capacidad de la rana para lanzar su lengua y activar propulsores que nos lleven más lejos en el decorado.
Pocos reproches se le pueden hacer al juego
Gracias a estas transformaciones, podemos abrirnos paso en el mapa de Monster Boy, que supone un auténtico ejercicio de ingenio, un maravilloso puzle a resolver donde no todo siempre es demasiado evidente. El juego tiene sus recursos, y demuestra talento para guiar al jugador sin darle todo masticado. A estos efectos, los jefes finales, además de numerosos, se plantean como un reto muy agradable. Perderéis varias veces la vida antes de dar con la solución a sus debilidades o pautas de comportamiento.
La tasa de 60 imágenes por segundo, unida a una gran respuesta a los mandos, da lugar a una continua sensación de satisfacción mientras manejamos a nuestro protagonista. El control es magnífico, mejor con cruceta, tal y como hacíamos en los años 80 y 90. Pero no te equivoques, no quiero que pienses que el juego es mera nostalgia. Creo sinceramente que los desarrolladores han querido ir más allá. No quedarse en un mero recuerdo, sino en adaptar las clásicas mecánicas de Wonder Boy a la actualidad.
Es un juego de plataformas excepcional
Variado, largo y hasta rejugable. Se pueden poner pocos "peros" a un plataformas que además es muy simpático. Cuando estás en forma de cerdo, y no haces nada, tu personaje se cambia el parche de ojo, como si nadie le estuviese observando, con una increíble suavidad de animaciones. Este ejemplo sintetiza lo que os vais a encontrar, un juego realizado con gran mimo, un acertadísimo uso de la paleta de colores, animaciones muy cuidadas (todas realizadas a mano) y un apartado artístico que habrá momentos en que os hará soltar una exclamación de admiración.
La banda sonora le va a la par. Fijaros en el desfile de compositores: Michiru Yamane (Castlevania), Motoi Sakuraba (Tales of), Yuzo Koshiro (Streets of Rage), Keiki Kobayashi (Ace Combat) y algunos más. Es decir, un auténtico "dream team" musical que da lugar a unos tonos muy adecuados al tipo de aventura que vivimos: con ritmos más pausados y positivos, y otros más tendentes a la acción, especialmente durante los enfrentamientos.
Como ya adelantamos en el análisis original, hay proyectos que cada vez quedan más sepultados por el ruido de las grandes maquinarias de marketing, y aunque no cuenten con tanta promoción, demuestran tener un gran trabajo detrás. Este nuevo juego de la saga Monster Boy es el mejor ejemplo de ello. Rebosa calidad por todos sus poros, y aunque seguramente sea un completo desconocido para gran parte de los jugadores, basta darle una oportunidad para que conquiste el corazón de cualquiera.
Un plataformas de gran variedad, considerable profundidad y elevada duración. Monster Boy y el Reino Maldito llega a PC con la intención de ganarse el aprecio de los aficionados, ¡y lo tiene fácil! Este es un título encantador que brilla por la capacidad de transformación de su protagonista, la cantidad de situaciones que genera y un diseño heredero del esquema metroidvania, combinado con la esencia de la mítica saga Wonder Boy. Y lo mejor es que es mucho más que mera nostalgia.
- Excelente combinación entre exploración metroidvania y acción plataformera clásica
- Las transformaciones otorgan una gran variedad jugable y los puzles son satisfactorios
- Jefes finales inspirados, además de medianamente desafiantes
- Gran duración y un encanto artístico y musical que te sumerge en un mundo increíble
- No propone demasiadas cosas que realmente no hayamos visto en el género
- Algunas composiciones pueden hacerse algo repetitivas
