De acuerdo, Dawnguard no estuvo mal... Nada mal. Pero Dragonborn por fin sí está a la altura de lo que esperamos de un contenido descargable de Skyrim. Muchas horas, una nueva región situada y por fin el nivel de calidad mayúsculo que deseamos en un producto The Elder Scrolls.
Skyrim tiene nuevo contenido descargable, Dragonborn, que llega tras el interesante Dawnguard y que, si aquel ahondaba en la índole vampírica de algunos personajes del título (incluido el del héroe si lo deseábamos), en éste se nos ofrece una profundidad que tiene que ver con el carácter de Sangre de Dragón del protagonista.
Dejando de lado la impresentable ausencia de cualquier tipo de DLC para la populosa versión de PlayStation 3, la edición de Xbox 360 continúa recibiendo con la periodicidad adecuada añadidos para el mundo de Skyrim: y el que nos ocupa es el mejor hasta la fecha. 1.600 Microsoft Points o 19,99 euros para una expansión de contenidos que ocupa casi 800 megas y que se torna imprescindible para cualquier fan del universo Elder Scrolls.
Engendros de Ceniza
La aventura de Dragonborn da comienzo, como todos los añadidos y expansiones de la serie, con un nuevo arco de misiones que se abre para que lo exploremos cuando gustemos. En este caso se trata de un grupo de exaltados que nos atacarán en Ventalia acusándonos de fraude tras consultarnos si somos conocidos como Sangre de Dragón. Una vez reducidos descubriremos entre las pertenencias de uno de estos sectarios una serie de instrucciones de un tal Miraak para acabar con nosotros.
Huelga decir que esta premisa tan básica abre una serie de posibilidades fantásticas y fascinantes para descubrir, y que directamente nos llevarán a Solstheim donde conoceremos a muchos personajes y situaciones de lo más interesante. Para desplazarnos a este lugar bastará con embarcarnos en un bote en los muelles de la urbe y convencer a un reticente capitán que no parece ningún interés en retornar a un área de la que acaba de llegar, y que le trae malos recuerdos. Una vez efectuado el viaje descubriremos que vamos a patear una nueva zona independiente, algo que resulta una adición bienvenida tras ver cómo todo lo que se ofrecía en Dawnguard estaba dentro de los límites de las áreas que ya conocíamos del propio Skyrim.
Eso no es óbice para dejar claro que la isla formaba parte ya en su momento de Bloodmoon, la segunda expansión de The Elder Scrolls III: Morrowind, con lo cual muchos aspectos en los que no entraremos para evitar spoilers de contenido resultarán familiares a los veteranos de la franquicia. Así que esta aventura para plantar cara al peligroso Miraak (un Sacerdote Dragón) tiene por principal clave conceptual el ofrecer una enorme variedad en cuanto a áreas, con algunas tipologías ya exploradas en Skyrim pero también con otras completamente novedosas como los desiertos de Morrowind y que traerán grandes recuerdos a los que jugaron al clásico de 2002.
Lo que nos va a quedar claro es que la expansión es ciertamente difícil incluso en el nivel de dificultad medio, y es que todos los enemigos son duros de pelar. La posibilidad de acceder al área de Dragonborn se presenta ya prácticamente desde el comienzo a las pocas horas de empezar Skyrim, sin embargo es recomendable adentrarnos en sus parajes sólo si tenemos entre manos un personaje de nivel moderadamente alto, puesto que lo contrario sería un suicidio. La idea de ser acompañados por un buen mercenario tampoco parece ninguna tontería, ya que va a haber algunos combates realmente arduos.
Los nuevos enemigos van a ser una constante, y un verdadero soplo de aire fresco para un videojuego en el que muchos usuarios han invertido cantidades obscenas de horas luchando con acero y brujería contra los mismos tipos de oponentes una vez detrás de otra. Desde los Engendros de Ceniza contra los que nos enfrentaremos, probablemente, en los primeros minutos del add-on, hasta incluso algún que otro dragón verdaderamente majestuoso al que deberemos abatir utilizando toda nuestra maestría... Todo ello con un buen puñado de armas y distintos ítems que efectúan su agradecido debut en Dragonborn.
Sangre de Dragón
No obstante no todo en el juego va a ser combatir, ya que también hay mucho entretenimiento relacionado con la resolución de pequeños rompecabezas así como de una exploración que vuelve a ser clave. Los grandes entornos y la siempre peliaguda distancia de dibujado que propone el título están enmascarados con recursos como la niebla para suavizar sus exigencias en cuanto a hardware, pero el título igualmente continúa regalándonos estampas fantásticas.
El hilo principal puede llevarnos unas 7 horas de entretenimiento, sin embargo huelga decir que vuelve a haber infinidad de misiones de corte secundario, aparte de esa sensación tan lograda en los productos de Bethesda de que detrás de cada colina hay algo interesante que ver o descubrir. Los Libros Negros, por ejemplo, son un muy buen incentivo y entroncan por su carácter de novedad con los "fichajes" de la expansión, pero también hay nuevos Gritos de Dragón y alguna que otra sorpresa que hará nuestras delicias.
No obstante no todo está a la altura de lo que esperábamos en Dragonborn. Por un lado la presencia de los cacareados dragones como elemento de domesticación es bastante decepcionante, ya que en ningún momento tenemos un pleno control sobre ellos y su papel no pasa casi de lo curioso salvo algunos detalles moderadamente interesantes que dejaremos al descubrimiento del aficionado. Por otro lado echamos también en falta algo de imaginación en los objetivos a cumplir, tremendamente similares a los que ya hemos llevado a cabo una y otra vez en la campaña del original. No es que sea un gran problema, ni muchísimo menos, pero en algunos usuarios puede comenzar a crearse una cierta sensación de reciclaje de situaciones y metas a cumplir.
Por último el contenido descargable también viene cargado de bugs, algo en absoluto sorprendente teniendo en cuenta el género al que pertenece y la magnitud de su concepto jugable, y que son relativamente pasables por alto pero que siempre dejan un sabor de boca agrio por su carácter tan obvio. Como puede verse son pegas de importancia muy relativa, pero no por ello hay que ignorarlas.
Siguiendo con los aspectos puramente técnicos, pero ya alejados del pulido, podemos decir que el título funciona con fluidez salvo algunos esporádicos momentos en los que hay chocantes ralentizaciones. Asimismo, llama la atención lo dilatados de los tiempos de carga, mucho mayores que los del Skyrim original, pero todo se compensa con algunas novedades en términos artísticos que se fundamentan en una exploración de nuevos entornos que ha permitido incorporar innovaciones de diseño muy agradables. Por último cabe destacar que el título llega nuevamente doblado a nuestro idioma con buen nivel, y que hay unas cuantas partituras inéditas dentro de un renovado listado de temas para la banda sonora.
Netamente superior a Dawnguard, Dragonborn ofrece en mayor medida lo que cabe esperar de una expansión de Skyrim. Nuevas áreas a explorar, gran número de enemigos inéditos y situaciones que debutan... Poco más podemos pedir a una expansión de contenidos que resulta tan recomendable como la que nos ocupa.
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