Análisis de Journey. Belleza sensorial

Análisis de Journey. Belleza sensorial
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Perderse en las arenosas tierras de Journey fue una de las mejores experiencias audiovisuales que nos deparó la pasada generación de consolas. Un maravilloso viaje hacia lo desconocido que ahora también tenemos oportunidad de disfrutar en PlayStation 4 gracias a esta remasterización que si bien es verdad no aporta novedades, más allá de la pertinente mejora gráfica, conserva intacta toda esa magia que nos cautivó años atrás. Puro arte en movimiento.

Remasterizar videojuegos que nacieron pocos años atrás se está convirtiendo en una preocupante rutina para algunas compañías, que han encontrado un filón de oro en esto de publicar "versiones definitivas" de sus mejores obras. Lo que no está mal de por si, no nos entendáis mal, pues a veces suponen la oportunidad perfecta para hacerse con títulos difíciles de encontrar de otro modo. O como ocurre en el caso de Journey, para volver a disfrutar de una de las mejores y más personales experiencias de juego de los últimos años sin coste alguno… siempre y cuando, claro, tuvierais ya el original de PlayStation 3 en vuestras manos.

Si no es así ya estáis tardando en haceros con esta nueva versión para PS4 que, vale, solo aporta novedades en lo visual, con un aumento de resolución a 1080p y los 60 fps de rigor, pero que igualmente conserva intacta su condición de imprescindible. Y lo decimos a sabiendas de que no es fácil valorar como tal una obra de estas características, en la que más que el desafío jugable que propone, que no es mucho, lo que atrapa y la hace única son las emociones que transmite; esa sensación de estar ante algo mágico y único difícil de explicar. Algo a lo que, por cierto, ya nos tiene acostumbrados el equipo de Thatgamecompany, responsable también de obras de autor como flOW o Flower.


Arte Sensorial

En Journey nada sabemos de su protagonista ni del propósito de su viaje, sencillamente caminamos hacia delante con un personaje de cuidadísimo e inclasificable aspecto sin saber exactamente cuál es el motor que impulsa nuestro viaje. Ese es uno de los grandes triunfos del videojuego, y se puede detectar su éxito nada más comenzar la aventura, puesto que sin mediación de intro alguna sencillamente aparecemos en un escenario desértico y algo intangible nos impulsa a ir hacia delante. Para algunos será el ansia por saber cómo será el próximo nivel, para otros será el descubrir qué se esconde tras la misteriosa montaña que corona el escenario y para otros muchos será sencillamente la posibilidad de seguir disfrutando de esta maravilla sensorial que han cuajado Jenova Chen y compañía. Todo vale.

Journey no es sólo un viaje, es una experiencia audiovisual sencillamente maravillosa. Un título de vanguardia que juega de forma inmejorable con los sentidos.
Journey no es sólo un viaje, es una experiencia audiovisual sencillamente maravillosa. Un título de vanguardia que juega de forma inmejorable con los sentidos.


En todo el juego no se pronuncia una sola palabra, y la narrativa viene principalmente movida por los jeroglíficos premonitorios que nos muestran unos misteriosos personajes al final de cada nivel y que nos dan algunas pistas sobre lo que pasará en la aventura y cuál es el siguiente paso a dar. Lógicamente dar cualquier detalle sobre todo ello sería demoledor para la experiencia de Journey, pues romperíamos parte de su magia, así que nos ahorraremos cualquier referencia a lo que nos cuentan y sencillamente advertiremos de la magia de esas "viñetas" en movimiento que nos mostrarán los gigantes, y de la pasmosa sencillez de un desenlace que sin otorgar sentido a todo lo que hemos visto, sí que cuadra su historia de una forma asombrosamente limpia.

Por el camino, y hasta llegar al final, tenemos una aventura que dura aproximadamente un par de horas, una cifra que aumentará algo más si nos entretenemos en buscar sus coleccionables y los secretos que se esconden en sus geniales escenarios. En esta misma línea de exploración cabe señalar que los decorados en los primeros niveles son tremendamente amplios y transmiten una sensación de soledad y aislamiento que entronca perfectamente con la idiosincrasia del programa. No obstante conforme vamos avanzando éstos van focalizándose más y más, para convertirse en la segunda mitad del juego en caminos algo más estrechos y encorsetados.

Aunque parezca increíble, un videojuego en el que no se pronuncia ni una sola palabra tiene más fuerza en su guión que muchos títulos con ínfulas narrativas.
Aunque parezca increíble, un videojuego en el que no se pronuncia ni una sola palabra tiene más fuerza en su guión que muchos títulos con ínfulas narrativas.


Lo cierto es que no importa. La variedad de estancias es máxima y vamos a disfrutar muchísimo sencillamente recorriéndolos por la belleza de su ejecución, lo atmosféricos que resultan y las increíbles sorpresas que nos esperan en los rincones de algunos de ellos. Mención especial al que cierra el videojuego, un bellísimo colofón de inabarcable belleza del que no diremos una sola palabra puesto que no sólo seríamos incapaces de hacer justicia a su hermosura sino que estropearíamos su disfrute.

Journey es un videojuego precioso, de una belleza inusitada

¿Cómo interactuamos con estos decorados? El jugador sólo puede desplazarse por ellos utilizando el stick para moverse, el botón X para saltar y el círculo para emitir una suerte de sonido que tiene diferentes funciones en base al contexto pero que, principalmente, se utiliza para atraer ítems hacia nosotros. Todo lo que tenemos que hacer es llegar de un punto a otro del escenario, no obstante cada uno de los mapas tendrá algunas particularidades en forma de rompecabezas que hará que haya algún tipo de reto a superar para poder avanzar. Principalmente la mayoría tienen que ver con esa suerte de banderas sin asta que ondean clavadas en el suelo y que nos permiten recargar la capa que porta nuestro anónimo personaje cuando nos acercamos. ¿Para qué sirve esto? Principalmente para llevar a cabo saltos que, gracias a su ayuda, pueden alcanzar la categoría de vuelos en toda regla y que nos servirán para llegar a partes inaccesibles del escenario. En otras ocasiones su "liberación" creará puentes o abrirá accesos a otros lugares del escenario.

Belleza sensorial


Viaje a los Confines

Con un manejo tan simple y una premisa tan sencilla, Journey se vale de todo su potencial audiovisual para construir un todo muy superior a la suma de sus partes. ¿Estamos jugando con él en la forma más literal de la palabra? Difícil definirlo, y es que el nivel de desafío del juego roza lo nulo, es más una suerte de paseo por la imaginación de uno de los estudios más icónicos de la actualidad, y uno de cuyo currículum al completo hace entender la importancia de la innovación en un mercado tan atiborrado de propuestas similares como es el de los videojuegos.

Si algo transmite con su planteamiento es paz, porque la tranquilidad de saber que nunca podemos morir de una forma propiamente dicha durante la aventura es sinónimo de una sensación de tranquilidad absoluta, aunque sí que hay ciertos peligros que convendrá tener en cuenta para completar con éxito este viaje.

Belleza sensorial


Por otra parte, y por mucho que la experiencia de Journey de la sensación de estar pensada netamente para provocar una sensación de desasosegante soledad en el jugador, lo cierto es que los chicos de Thatgamecompany han pensado en cualquier tipo de público, y el juego también dispone de un cooperativo a través de internet que nos permite aunar esfuerzos con otro aficionado para superar la misma campaña individual de la oferta off-line. Hacerlo es tan intuitivo y sencillo como el resto de facetas de un juego que disfruta regodeándose de su renuncia a prácticamente cualquier menú y a la totalidad de interfaces, de modo que basta con aceptar los términos y condiciones de uso on-line del programa al arrancarlo para que la posibilidad de que otra persona aparezca en nuestra partida se libere.

Más que el desafío jugable que propone, que no es mucho, lo que atrapa hace único a Journey son las emociones que transmite

¿Qué conseguimos con ello? No sólo compartir, una vez más de forma no verbal incluso entre nosotros la belleza de este lanzamiento, sino también contar con un insospechado aliado para algunos de los ligeros rompecabezas que encontraremos por el camino y que, principalmente, nos servirá para descubrir más secretos del escenario. Todo se realiza con la misma sencillez del resto de facetas, apoyándonos en el otro usuario no sólo para que nos llame la atención cuando descubra algo con la advertencia del botón circular, sino también para que con su ayuda podamos llegar más alto en los saltos, nos eche una mano para rellenar la fuerza de nuestra capa, etcétera.

Aunque no tiene un Modo Foto propiamente dicho, la opción de sacar capturas desde PS4 y compartirlas con otros usuarios dará pie a crear estampas tan bellas como esta.
Aunque no tiene un Modo Foto propiamente dicho, la opción de sacar capturas desde PS4 y compartirlas con otros usuarios dará pie a crear estampas tan bellas como esta.


Y qué decir decir de los gráficos. Ya lo véis. Puro arte. Una de esas obras que por muchos años que pasen seguirá deslumbrando como el primer día. Porque Journey es un videojuego precioso, de una belleza inusitada, que con su salto a PlayStation 4 tampoco es que haya mejorado una barbaridad, pero sí lo suficiente como para pasar por un título de la actual generación de consolas. Mérito más de lo artístico que de lo técnico, claro, pero que igualmente conviene resaltar. Y no es para menos, pues con esos 1080p de resolución la arena, esa protagonista silenciosa durante gran parte de la aventura, muestra un acabado increíblemente realista, detallado e incluso hipnótico, cuando vemos moldear su apariencia al paso de nuestro protagonista. También se nota mejoría en la fluidez de las imágenes, especialmente en aquellos momentos en los que avanzamos a gran velocidad por ciertos tramos del desierto.

Gracias a la opción del Remote Play, por otro lado, también se nos permitirá disfrutar de la aventura en la pantalla de PS Vita, que no está nada mal. Aunque lo suyo es vivirla a lo grande, en un buen televisor con un buen equipo de sonido, para así dejarse llevar por la magia de sus imágenes y su maravillosa banda sonora. Una de las mejores partituras que hemos tenido el placer de escuchar en muchos años.

Imprescindible

Obra maestra
Belleza sensorial

Journey

Por: El equipo de 3DJuegos
Obra maestra

Sin novedades más allá de las pertinentes mejoras gráficas, Journey en PlayStation 4 continúa siendo la gran obra maestra que nos cautivó en el año 2012. Hablamos de un sorprendente viaje a los confines de la imaginación, un periplo breve pero de una intensidad audiovisual irrepetible. Si no lo disfrutaste en PS3, ni lo dudes. Pocos videojuegos te emocionarán del modo en el que lo hace Journey.

  • Es una obra única. Un viaje cautivador que merece la pena vivir
  • A nivel artístico es una maravilla. Su banda sonora también es increíble
  • La opción del Cross-Buy con PlayStation 3. Todo un detalle
  • Se echan en falta nuevos contenidos o alguna clase de extra
Jugadores: 1-2
Idioma: Textos en español
Duración: 3-5 horas
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