Beethoven se quedó sordo por beber vino barato. Este estudio científico lo acaba de demostrar

  • El misterio de la enfermedad del compositor alemán ya tiene solución

  • El análisis de sus mechones de pelo demuestra intoxicación por plomo

Beethoven
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Aunque hay quienes creen que la sordera de Beethoven era congénita, en realidad empezó a perder audición a partir de los 20 años. Pero no son los únicos problemas que empezó a desarrollar en aquella época. Dolores abdominales, flatulencias, constantes diarreas… Estaba claro que al compositor alemán le ocurría algo, pero nunca hemos sabido qué fue lo que produjo esa situación. Hasta ahora, claro. Ahora sabemos que la culpa la tuvo su afición al vino barato. O eso dice la ciencia.

Antes de morir Ludwig van Beethoven pidió que, cuando la medicina estuviese lo suficientemente avanzada, alguien analizase realmente qué es lo que le había ocurrido a su cuerpo. En honor a aquella petición, Kevin Brown, un hombre de negocios apasionado por el trabajo del músico que había llegado a conseguir tres mechones de pelo del genio alemán, envió dos de ellos para ser analizados.

El misterio resuelto de la sordera de Beethoven

Recibidos para su análisis por el director de laboratorio de la Clínica Mayo, Paul Jannetto, desde el principio pareció evidente lo que le había ocurrido al compositor. En uno de los mechones se apreciaron 258 microgramos de plomo por gramo de pelo. En el otro, hasta 380 microgramos.

"Definitivamente muestra que Beethoven estuvo expuesto a altas concentraciones de plomo. Estos son los valores más altos en cabello que he visto. Obtenemos muestras de todo el mundo y estos valores están muy por encima de la media".

Hasta 13 veces más de lo normal, de hecho. Suficiente plomo para causar sus dolores crónicos, sus constantes problemas de salud y, por descontado, también dosis lo suficientemente elevadas para provocar fallos en su sistema nervioso y, de rebote, terminar provocando la ya mítica sordera que minó su felicidad, su vida social y su desarrollo profesional.

Pese a que no hay indicios de que fuera culpa de un envenenamiento a conciencia, los científicos tienen claro de dónde puede proceder esa ingesta de plomo constante capaz de catapultar su toxicidad hasta esos niveles. Fue el mismo Beethoven el que se envenenó a sí mismo por culpa de una de sus mayores aficiones, beber vino.

Según se cuenta, el compositor bebía ingentes cantidades de vino. A menudo una botella al día. E incluso en su lecho de muerte Beethoven mantuvo aquella afición a base de cucharadas de vino que le ofrecían amigos y familiares. El problema era que el vino barato de la época incluía altas dosis de plomo por varias razones.

Estaba el acetato de plomo que se añadía al vino de mala calidad para mejorar su sabor. El plomo de las calderas en las que se fermentaba el vino en la época y que se filtraba con el paso del tiempo mientras este envejecía. La sal de plomo que se utilizaba para mejorar el sellado de los corchos de las botellas. Beethoven se había vuelto adicto a algo que, sin saberlo, sería su perdición.

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