El secreto mejor guardado del Imperio Romano: un cemento capaz de autorepararse para que sus edificios duren más de 2.000 años

La técnica utilizada por los romanos puede autoreparar grietas en apenas dos semanas

Coliseo de Roma
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De la mano de una investigación del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) publicado en Science Advances, el equipo de Admir Masic ha desvelado cuál era el secreto del cemento utilizado por los romanos y, con ello, también la razón principal por la que las estructuras del Imperio Romano como el Acueducto de Segovia o el Panteón de Roma han aguantado sin desperfectos o daños estructurales pese al paso del tiempo.

Hasta ahora, al analizar el cemento utilizado en estas estructuras, los investigadores se habían topado con algunos trozos blancos de cal que se interpretaban como una mala mezcla de los materiales. Para su cementeo, los romanos juntaban un tipo de ceniza volcánica llamada puzolana -por la ciudad de Pozzuoli en la que se encontraba- con cal y agua.

Hasta ahora se creía que esa mezcla se realizaba en frío, pero parece ser que al calentarla a altas temperaturas, la reacción química producida terminaba generando un hormigón más fuerte que dejaba esos sedimentos de cal que parecían obra de una mala ejecución y control de calidad.

El cemento de los romanos se autorepara

La realidad descubierta por esta investigación es que, lejos de ser un problema, esos restos de cal son la clave detrás de un cemento más resistente y duradero. Ya sabíamos que dichos sedimentos siguen actuando junto a la puzolana creando nuevos minerales que refuerzan aún más el hormigón con el paso del tiempo y, por si eso fuera poco, también se había demostrado que le confiere propiedades que permiten al cemento autorepararse. Sin embargo, la clave no sólo estaba en los materiales, sino también en el tipo de mezcla.

"Los beneficios de la mezcla en caliente son dobles. En primer lugar, cuando el cemento se calienta a altas temperaturas, permite reacciones químicas que no son posibles si solo se usa cal tibia, produciendo compuestos asociados a altas temperaturas que de otra manera no se formarían. En segundo lugar, esta temperatura aumentada reduce significativamente los tiempos de curado y fraguado ya que todas las reacciones se aceleran, lo que permite una construcción mucho más rápida".

Al entrar en contacto con el agua, ya sea desde el exterior o mediante posibles grietas que se puedan formar en la estructura, la cal genera una solución rica en calcio que se endurece ocupando el hueco y que actúa como una suerte de pegamento que ayuda a que la fisura vuelva a cerrarse y previene que el problema vaya a más con el paso del tiempo y la correspondiente erosión provocada por el clima.

Si los muros romanos cercanos a zonas costeras, o incluso en contacto directo con la fuerza del mar, han conseguido aguantar 2.000 años sin problemas, es precisamente por este proceso químico ampliado de "mezcla en caliente". Un logro técnico que además de permitirnos acercarnos a obras que podrían haber desaparecido hace cientos de años, también nos ayudará a partir de ahora de la mano de nuevos tipos de cemento que sigan esta técnica permitiendo que las grietas se arreglen de forma autónoma en apenas un par de semanas.

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