A principios de los 2000, una publicación de Reino Unido puso de moda el término NEET consiguiendo que se esparciera por el globo para poner sobre la mesa una situación que, pese a lo que a todas luces era un grito de auxilio, no tardó en convertirse en una afrenta contra los Milenials. Ahora la Generación Z vuelve a sufrir el mismo problema.
Lo que planteaba por aquél entonces Reino Unido era una llamada de socorro destinada a ofrecer nuevas oportunidades a los NEET, jóvenes que no se encontraban en procesos de educación, trabajo o formación laboral. Una llamada a la que sí supieron acudir países como Japón, China o Corea del Sur pero que, en otras regiones se convirtió en una suerte de mofa.
La Generación Z son los nuevos NEET
Aunque con el tiempo parecíamos haberlo dejado atrás, el término equivalente que acabamos abrazando en países como España como Ni-Ni, se recupera ahora con la misma intención al tachar a la Generación Z de ser un grupo que ni estudia ni trabaja. Si en los 2000 se convirtió en una constante que marcó a toda una generación, las dificultades para entrar en el mercado laboral de los Gen-Z ha vuelto a despertar el problema.
La Organización Internacional del Trabajo asegura que una quinta parte de la Generación Z son NEET. Cifras que alcanzan los 3 millones de jóvenes en el caso de Reino Unido y que, en el de España, suma más de medio millón de personas de entre 15 y 24 años. Pero pese a que las cifras son igual de alarmantes, hay que recordar que seguimos muy lejos de la situación que vivieron los Milenials hace una década, cuando la crisis económica provocó que un 22,5% de los jóvenes entrasen en esa categoría.
La principal razón que ha llevado a este resurgimiento del fenómeno Ni-Ni está, principalmente, en la inflación que ha puesto por las nubes el coste de la vida a los niveles más básicos, desde la comida hasta la gasolina. Que los precios de la vivienda y el alquiler estén creciendo el doble de lo que lo hacen los ingresos, plantea una incertidumbre ante la que parece fácil bajar los brazos.
Si el problema de los Ni-Ni de principios de los 2000 era la dificultad para entrar en un mercado laboral con más demanda que oferta, el de los NEET de la Generación Z está en el hecho de que, con los problemas que comporta la situación a nivel de salud mental, muchos se estén planteando que el esfuerzo de ahorrar o trabajar no termine sirviendo para nada.
Al fin y al cabo, ¿para qué lidiar con el estrés y todo lo que comportan los desafíos actuales si el futuro no parece traer una recompensa bajo el brazo? En realidad es el típico caso del pez que se muerde la cola, pero uno que preocupa especialmente a las asociaciones de salud mental: "La falta de empleo juvenil debido a problemas de salud es una tendencia real y creciente; es preocupante que los jóvenes en sus primeros veinte años, que apenas comienzan su vida adulta, tengan más probabilidades de estar sin trabajo debido a problemas de salud que aquellos con cuarenta años".
Imagen | Andrea Piacquadio
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