La bestia Aarbron regresa a la vida más de dos décadas después de asombrar a los jugadores de Amiga con su espectacular Shadow of the Beast. Desgraciadamente su nueva aventura de acción exclusiva de PlayStation 4 no está a la altura de las expectativas, tal y como os contamos en este análisis.
Resucitar un clásico nunca es fácil, menos cuando este ha caído en el olvido. Aquellos que lo conocen desean que su renacimiento mantenga intacta la esencia del original, pero también es importante introducir novedades que adapten su estilo a los nuevos tiempos pensando, claro, en esa nueva generación de jugadores ávidos por descubrir de dónde procede su fama. Y no se puede negar que Shadow of the Beast para PlayStation 4 cumple bien con ese cometido, aunque el resultado final dista de ser el deseado. Se siente y se juega de forma similar a aquel clásico que en 1989 dejó boquiabiertos a los poseedores de una Commodore Amiga, así que bien por ese lado; pero ni las novedades presentes ni realmente el juego en sí funcionan al nivel esperado.
La brutalidad de su acción impresiona, lo mismo que la grandiosidad de algunos de los escenarios a los que nos transporta, pero son solo una fachada que no tarda en desmoronarse debido, entre otros, a un tosco sistema de control que no responde con la precisión necesaria en un videojuego que se basa esencialmente en eso, en ser rápido y preciso; en golpear justo cuando toca y no antes o después. Un solo golpe y el enemigo cae, un fallo, y eres tú quien recibe la estocada. Lo mismo que ocurría en el clásico de Psygnosis, pero con algo más de profundidad jugable derivada del uso de varios movimientos especiales, algo desaprovechados en líneas generales, y la opción de bloquear, contraatacar o rodar por el suelo para esquivar ataques y trampas… que en cualquier caso siguen el mismo principio: hay que actuar en el momento exacto.
La bestia anda suelta
Nos gusta la idea y apreciamos sinceramente ese empeño por conservar una de las grandes señas de identidad del original, pero no así; no de una forma tan robótica, torpe, sin esa fluidez necesaria para sobrevivir a unos combates que viven de ella. Es frustrante. Aunque nos encanta ver al temible Aarbron despedazar a sus enemigos con una crueldad sin igual, el que responda tardíamente a nuestras acciones, el que le cueste reaccionar a ciertos movimientos, es agotador… por no decir otra cosa.
Tienes herramientas para defenderte pero cuando los enemigos atacan desde ambos lados, y es lo habitual, te sientes algo limitado. O haces lo que se supone que debes hacer o sufres una brutal paliza. No hay mucho más. Y a veces ni eso, pues las animaciones de combate son tan lentas, que mientras atacamos a un rival otro puede golpearnos por la retaguardia sin demasiadas opciones de contrarrestarle. Y es terrible.
El ritmo lo es todo aquí, ya lo apuntábamos líneas atrás, pero a diferencia de otros títulos del estilo, Shadow of the Beast no termina de convencer. Le falta algo; no muestra la fluidez esperada ni es demasiado variado en los retos que plantea. Hay diversidad de enemigos, claro, pero no tanta como nos hubiera gustado. Así que al final el mayor desafío, y casi también la principal fuente de disfrute, será acabar con todos ellos obteniendo la mejor puntuación posible en cada nivel; lo que requiere mucha práctica y gestionar con cabeza las habilidades especiales de Aarbron.
Le falta algo; no muestra la fluidez esperada ni es demasiado variado en los retos que plantea
Una de estas, tal vez la más importante, es la furia, que nos llevará a combatir a los enemigos a través de un sencillo quick time event que se mantendrá activo hasta que cometamos un error. La idea está bien, no tanto la ejecución, pues todo se limita a pulsar Cuadrado en el momento preciso mientras apuntamos en la dirección correcta. Demasiado simplón para nuestro gusto… y también repetitivo a corto plazo, pues tampoco varían los planos ni las secuencias de combate. Siempre es lo mismo. ¿Más?
La bestia cuenta con otra técnica mortífera a la que accederemos a través del panel táctil del Dualshock 3, generando un sinfín de pinchos que ensartarán a todos los enemigos a nuestro alrededor. Es un espectáculo, vaya que sí, pero todavía nos preguntamos quién en el equipo de Heavy Spectrum tuvo la brillante idea de convertir esta técnica, de uso tan limitado, en la única forma de acceder a esas preciadas esferas que desbloquearán fragmentos de la historia de Shadow of the Beast. Es decir, te toca elegir entre usar una de tus mejores armas para sobrevivir a los enfrentamientos más duros, que el videojuego es difícil por cierto, o desbloquear un extra.
Es una de tantas decisiones cuestionables que terminan por restar atractivo a esta aventura de acción que pese a contar con una ambientación y trasfondo argumental de lo más interesante, relega a un muy segundo plano su historia. Más bien, la convierte en un extra más de los muchos que podemos desbloquear invirtiendo los puntos que obtendremos al completar los niveles… que no son precisamente muchos. Repetir pantalla, intentar mejorar nuestras puntuaciones y posición en el ranking online, será por tanto necesario para acceder a estos contenidos adicionales. También si queremos potenciar las habilidades de Aarbron, pues estos mismos puntos nos darán acceso a mejoras de salud, fuerza, o talismanes con diversas bonificaciones.
Una mentalidad arcade que nos gusta, porque pega con el concepto Shadow of the Beast, pero que no está bien aprovechada. Y lo mismo podríamos decir del diseño de niveles, que es poco inspirado, o la pobreza de las secciones de plataformeo, lastradas por un sistema de control lento e impreciso, o la simpleza de los pocos puzles con los que nos toparemos. Hay tantos peros, y algunos tan graves, que por mucho que nos guste la intensa acción del videojuego, y por mucho que sorprenda su puesta en escena, es difícil disfrutar plenamente de esta prometedora aventura que se ha quedado en un quiero y no puedo.
Respeta la esencia del original y la adapta a los nuevos tiempos, eso es digno de elogio, pero falla en aspectos cruciales donde no se pueden cometer errores. La torpeza del sistema de control y el pobre diseño de algunos escenarios te quita las ganas de rejugar una aventura que no tardaréis en completar más que dos o tres horas, dependiendo del nivel de dificultad seleccionado. Y si una de sus premisas era precisamente esa, que completaras sus niveles una y otra vez… está claro que algo no va bien.
Mención especial para el apartado audiovisual del videojuego, que acertadamente se inspira en la obra del artista Roger Dean, autor de la portada del clásico Shadow of the Beast. Los escenarios, en su mayoría, son imponentes, espectaculares y enigmáticamente atractivos. La verdad es que invitan a explorar el sangriento mundo de Aarbron, que ya os avisamos está plagado de secretos. ¿La música? En la línea del trabajo orquestado por David Whittaker en el clásico de Psygnosis, con temas que casan a la perfección con la acción que se muestra en pantalla.
Esperábamos mucho más de Shadow of the Beast, no lo podemos negar. Denota gran respeto por la obra original, conservando intactas sus señas de identidad, pero su acción está totalmente desaprovechada. Hay buenas ideas, buenas intenciones; no pasa de ahí. El discreto diseño de niveles, lo tosco de su sistema de control, la simpleza de sus combates… aunque puedes pasar un buen rato con esta aventura de acción, es difícil que te abandone la sensación de que daba para mucho más.
Comprar Shadow of the Beast- Fiel al clásico Shadow of the Beast, en lo visual y en lo jugable.
- Algunas secuencias de acción son espectaculares; también los jefazos.
- Sistema de control tosco. El plataformeo y los combates se resienten por ello.
- Pobre diseño de niveles. Algunos escenarios son muy frustrantes.
