Los maestros del rol occidental, BioWare, nos brindan otra obra maestra para el recuerdo. Dragon Age es un RPG clásico en el mejor sentido de la palabra: Encuadrado en un reino de fantasía, plagado de mazmorras, y protagonizado por héroes carismáticos. Origins es el comienzo de algo grande y la versión de PC, la que nos ocupa, es el verdadero plato fuerte.
Bajo el nombre de Dragon Age: Origins se esconde un homenaje de un buen gusto pasmoso y de enorme sentimiento hacia una vertiente del rol con la que ya cada vez menos estudios se atreven. Las palabras “clásico” y “tradicional” a menudo tienen connotaciones negativas, sin embargo son inmejorables para un videojuego con el que BioWare vuelve a reivindicar su posición de cabeza de lanza en el género.
Ya sea con rol de corte futurista -Mass Effect, KOTOR-, con su recientemente anunciada incursión en el mundo de los MMOs –Star Wars: The Old Republic-, con una deliciosa rareza oriental –Jade Empire-, con un clásico de los videojuegos como imposible protagonista –Sonic Chronicles: La Hermandad Siniestra- o creando mundos de espada y brujería –Neverwinter Nights, Baldur’s Gate-; lo cierto es que el estudio canadiense borda cada una de sus variadas y genuinas incursiones en los RPG.
Sin embargo llevábamos ya muchos años sin ver un título por su parte que fuera tradicional en el más puro sentido de la palabra, y es que salvo excepciones como las expansiones del primer Neverwinter Nights, siete años separan este último videojuego del Dragon Age que hoy nos ocupa. La espera, sin embargo, ha merecido la pena. Estamos ante un videojuego sobresaliente, con infinidad de caminos que recorrer en función del personaje escogido, con una historia fantásticamente bien escrita y con toda la calidad que los chicos de BioWare saben insuflar a sus producciones.
Con tres versiones entre nosotros –PC, Xbox 360 y PlayStation 3-, ¿cuál de ellas escoger? En 3DJuegos lo tenemos claro: En compatibles Origins es el videojuego definitivo y definitorio de lo que debe ser la experiencia Dragon Age. Como hemos dicho es el “plato fuerte” y es, a buen seguro, el producto que realmente BioWare quería entregar a los aficionados. Sin cortapisas de corte técnico, y con adiciones y mejoras de fantástico interés no presentes en consolas, como el editor o su cuidado manejo.
Tierra de Libertad
Dragon Age cuenta la historia de una serie de personajes en el mundo ficticio de Ferelden. El universo del videojuego está azotado por los Engendros Tenebrosos, una amenaza que viene del sur, y los primeros en caer bajo su yugo son los reinos enanos. La resistencia comienza a organizarse y ahí es precisamente donde nos enrolaremos, tomando nuestro papel enorme fuerza.
A modo de anotación debemos destacar que la versión que nos ha facilitado Electronic Arts incluía también la expansión El Prisionero de Piedra, que saldrá al mismo tiempo del lanzamiento. Ésta sigue hilando directamente temas del conflicto, centrándose concretamente en los centinelas fabricados por los enanos, éstos escasean y Shale, uno de los pocos que quedan, es descubierto y llevado a la superficie como arma.
En el título escogeremos entre varios tipos de personajes en función de su sexo, raza y clase, y viviremos aventuras diferentes en función de cuál de estos pies elijamos para empezar nuestro periplo. Así si somos una maga elfa daremos nuestros primeros pasos en un lugar y con un contexto totalmente diferente a si, por ejemplo, somos un enano guerrero.
Este es el principal sello característico de Dragon Age a nivel argumental, su enorme versatilidad a la hora de ofrecer un arco argumental con un prólogo y un cierre totalmente diferentes en función de quién somos y qué hacemos durante la partida. No obstante el concepto no se limita a este campo, y es que también sentiremos cómo reaccionan el resto de NPCs a nuestra presencia en base a esto. ¿Un ejemplo? Si somos un elfo notaremos cómo la gente a nuestro alrededor nos considera poco menos que ciudadanos de segunda.
La relación entre las diferentes razas y facciones es complicada en Dragon Age, y realizar una disección con excesivo detalle podría significar el privar al usuario de la propia experiencia de descubrirla, sin embargo sí trazaremos un rápido esquema de las peculiaridades de unos y otros puesto que el esbozar el personaje será lo primero que deberemos hacer en Origins.
Forjando un Héroe
Así pues en el editor que BioWare puso a disposición de los jugadores hace ya unas semanas como adelanto y que, por supuesto, viene incluido con el juego se puede personalizar todo lo referente a apariencia, aptitudes y habilidades del protagonista. Tras bautizarle y escoger su sexo –muy importante para el discurrir de la aventura-, tendremos que tomar la primera decisión primordial, y ésta hace referencia a la raza, con tres opciones: Hombres, Elfos y Enanos; y de éstos no sólo dependerán las premisas argumentales que hemos descrito, sino también otros aspectos que describiremos a continuación.
Así pues los Hombres son la raza más numerosa, pero también una facción dividida por los rigores del conflicto. Podremos ser Guerreros, Ladrones o Magos; y con esta raza tendremos las bonificaciones de +1 de fuerza, +1 de destreza, +1 de astucia y +1 de voluntad.
Por su parte los elfos han sido degradados y son tratados como apestados; salvo algunos reductos todos han perdido sus tradiciones, y optando por ellos podremos elegir entre ser Guerreros, Pícaros y Magos. Sus bonificaciones son +2 de voluntad y +2 de magia.
Los enanos, por último, son los más robustos y resistentes de cuantas razas se ofertan en Dragon Age, y la tradición es uno de sus fuertes. No pueden ser magos, de modo que sus posibilidades son las de ser Guerreros o Pícaros; sin embargo para compensarlo tienen una extraordinaria resistencia a la magia enemiga. Sus bonus son +1 de fuerza, +1 de destreza, +2 de constitución y un 10% de resistencia a la magia.
El trasfondo es el contexto que tenemos como punto de partida para el héroe, algo así como una pequeña descripción de lo que su vida ha dado de sí hasta ahora. Éste se elige automáticamente de entre seis opciones en función de los rasgos y parámetros que hayamos escogido para nuestro personaje.
La última fase de la edición del héroe antes de saltar a la “arena” de Dragon Age será el de establecer nuestro aspecto físico. El motor de personalización del personaje en términos de físico es muy detallado, aunque no puede competir con el de otros videojuegos recientes como, por ejemplo, Champions Online. Ese detalle no debe distraernos, sin embargo, de lo que es una herramienta muy profunda, que permite alterar decenas de parámetros referentes a la piel, el pelo, los ojos, la nariz, la boca, las mejillas, el cuello y las orejas así como el retrato y la voz, que elegiremos de una serie de opciones. Con la elección de la forma de nuestro retrato tendremos la última opción, la de decidir qué aspecto tendremos en la pequeña ventana que acompaña durante la partida las barras de salud y maná.
Esclavos de los Cielos
Cuando decimos que Dragon Age es un videojuego clásico no nos referimos únicamente a su contexto o a su ambientación en un mundo de espada y brujería –muy tradicional en la pasada década-, también lo hacemos para reflejar un estilo jugable que responde a una serie de patrones que permiten etiquetar a Origins como una suerte de heredero espiritual de Baldur’s Gate.
En las versiones de consolas quizá el paralelismo estaba menos remarcado por algunas decisiones de adaptación al pad y por la ausencia de la perspectiva cenital que sí está presente en la edición que nos ocupa, la de compatibles; sin embargo el resto de factores como el control sobre diferentes personajes dentro de un grupo, o las diferentes alternativas a la hora de superar la historia también encajan a la perfección con estos patrones.
Así pues pasaremos la mayor parte del juego acompañados con personajes que viajarán con nosotros ya sea de forma continua o circunstancialmente. Podemos rotar entre el control sobre los personajes que componen nuestro grupo con sólo hacer click en sus diferentes retratos que están representados en la parte superior izquierda de la pantalla. La IA de Dragon Age en este sentido es fantástica, puesto que mientras no manejamos a nuestros compañeros éstos trabajan a nuestro lado con notable eficiencia y emplean sus habilidades con un criterio muy similar al que podríamos emplear nosotros mismos.
La campaña individual de Origins es la única oferta que incluye el título, aunque su duración nos tendrá ocupados durante unas 50 horas, lo que podría multiplicarse si completamos todas las misiones secundarias o si nos decidimos a volver a sumergirnos en sus campañas con otros personajes dado su descomunal potencial rejugable, sus diferentes puntos de partida y conclusiones y lo diferente de afrontar los combates con unas y otras habilidades.
Las conversaciones de Dragon Age, por otra parte, se desarrollan en base a patrones que recuerdan, una vez más, a lo que BioWare ha estado haciendo durante años en el mundo de los RPG. Así pues las charlas se desarrollan con los rostros de los interlocutores en primer plano, y con las opciones de diálogo en el tercio inferior de la pantalla.
Lo mejor del sistema de diálogos que encauza los dilemas morales clásicos que sus creadores suelen plantear, es que a menudo no ofrecen la diatriba ética de una forma obvia, sino más bien de una manera más soterrada e inteligente. Así pues no hay ningún tipo de medidor de Karma como, por ejemplo, podíamos ver en Fallout 3 y tampoco suele quedar demasiado claro el que algo sea totalmente bueno o malo. Esto ayuda mucho a que la mayoría de misiones queden encuadradas en una escala de grises –ni negros ni blancos- que encaja a la perfección con el corte adulto y maduro del videojuego.
Siguiendo precisamente con los paralelismos entre el videojuego de BioWare y el de Bethesda Softworks, quien piense que Dragon Age y Oblivion tienen algo en común puede llevarse una sorpresa. Ambos pertenecen al género del rol, sin embargo si la última entrega de la saga Elder Scrolls es algo así como un Sandbox muy profundo y ambientado en un universo netamente rolero; Origins es, por su parte, una experiencia mucho más guiada, con unos objetivos y unas misiones claramente especificados desde el principio.
Por otra parte, y en términos de dificultad, el título que nos ocupa es un videojuego de contrastes. La curva de dificultad está excelentemente bien trazada para no abrumar a ningún usuario con demasiados conceptos de golpe, independientemente del nivel de dificultad que escojamos: Fácil, Normal, Difícil y Pesadilla. No obstante Dragon Age es difícil en el antiguo sentido en el que los videojuegos lo eran hace 10 años, y es que no nos va a regalar los combates especialmente contra los enemigos más fieros. La comodidad del manejo de la edición de compatibles es una gran ventaja para el usuario de PC, que verá como algunos rasgos torpes del control con el mando no se ven reflejados en la comodidad del combo del ratón-teclado diluyendo todavía más la curva de dificultad y haciendo la experiencia mucho más agradable. En este sentido también merece la pena mencionar que el tutorial de esta edición también es mucho más detallado.
Épico
La progresión, como cabía esperar, se realiza en base a niveles y puntos de experiencia que iremos obteniendo de diferentes formas como puede ser al superar misiones, matar enemigos o, simplemente, leer libros.
Los atributos con los que contaremos desde el comienzo serán Fuerza, Voluntad, Destreza, Magia, Astucia y Constitución, lo que supondrá el punto de partida en cuanto a puntos que podremos ir ampliando nivel a nivel. Por otra parte las habilidades serán diferentes para cada clase de modo que, como ejemplo, tan sólo mencionaremos las que se pueden cultivar desde los magos, siendo éstas: Coerción, Robo, Trampas, Supervivencia, Herbología, Confección de Venenos, así como los Entrenamientos y Tácticas básicos de combate.
Cada una de estas habilidades tiene cuatro niveles que desbloquear independientemente de la clase escogida, y tras elegir cuáles deseamos evolucionar con cada nivel que alcancemos pasaremos a la pantalla de destrezas, habilidades especiales o hechizos: en la cual tendremos varias ventanas con 16 elementos cada una, como decimos hechizos por ejemplo si hemos optado por un mago.
Como se puede comprobar las posibilidades de personalización y evolución del personaje son amplias, y permiten seguir un camino muy concreto en cuanto a cómo deseamos que sean los combates, los diálogos y el resto de opciones del título.
Hablando precisamente del combate debemos dejar claro que es en PC donde saca a relucir toda su brillantez. No tenemos nada que objetar a las versiones de consolas, puesto que su adaptación al pad es exquisita e inapelable, sin embargo es más que obvio que no se admiten comparaciones, y es que es con el combo teclado-ratón como más interesante resulta la experiencia Dragon Age.
El número de especializaciones con el que contaremos es, por si fuera poco, mucho más accesible en PC que lo que los tres controles y la ampliación que suponen los gatillos ofrecen en consolas: De modo que una vez más contamos ésta como otra gran virtud del título en compatibles. Todo el sabor clásico del género rolero está en la barra inferior de habilidades a la que podemos tener rápido acceso con el teclado, en una fórmula que ha demostrado ser sobradamente eficiente en los últimos años.
Por otro lado la monocorde modalidad de cámara es la característica de Origins en PlayStation 3 y Xbox 360 y, por el contrario, es uno de los grandes triunfos de la versión de compatibles. En PC la ruleta del ratón se revela como nuestro gran aliado a la hora de gozar de una perspectiva y una visibilidad que en ocasiones juega en nuestra contra en las ediciones de consola por su rigidez.
Hay seis grados de distancia con los que gestionar la cámara en la versión para ordenador, y si bien los cinco primeros son puntos de zoom de una visión eminentemente marcada por su corte en tercera persona, el sexto es donde el videojuego bebe de sus raíces más clásicas. Quienes recuerden Baldur’s Gate tendrán en la memoria también su perspectiva cenital. Pues Dragon Age tiene la brillante idea de aunar unas y otras sensibilidades, ofreciendo de este modo una cámara que podrá adaptarse a los que gusten de la visión en tercera persona, y al mismo tiempo también a los que gusten de la cámara superior y alejada por igual. ¿Lo mejor de todo? Su adaptación para los que no hagan ascos a ninguna de las dos posibilidades, puesto que encontrarán en estos diferentes modos de visión una forma muy adecuada de enfocar de forma diferente los combates en función de las necesidades del momento.
Por su parte la salud y el maná se regeneran de forma automática cuando estamos apartados del combate, aunque será más que obvio que necesitaremos a menudo de pócimas para restablecerlos en el fragor de la batalla, con lo cual ningún hardcore del rol debe sentir que en este sentido ha habido un sacrificio de las convenciones del género a favor de facilitar la accesibilidad.
El códice, por último, será el lugar donde almacenaremos toda la información que hayamos ido recopilando durante las partidas. Su importancia no parece demasiado destacada al comienzo de la partida, sin embargo conforme vayamos avanzando resultará tremendamente útil como inmejorable herramienta de almacenamiento de la información de las misiones, datos de los bandos, personajes que hayamos conocido, libros que hayamos leído, etcétera.
Retratando un Universo –Gráficos y Tecnología-
Gráficamente Dragon Age es un título más que notable en PC, edición para la cual, una vez más, es muy superior a las de consolas. En compatibles sigue quedando algo lejos de lo que los grandes del género nos han deparado en los últimos años, sin embargo incluso así es un título muy atractivo en sus facetas visuales, técnicas y artísticas.
¿Dónde ha quedado entonces la problemática? Resulta más que obvio con sólo echarle un vistazo al videojuego que el motor gráfico no ha evolucionado particularmente bien, y los cinco años de desarrollo han pasado una factura muy seria a su desarrollo. Las animaciones son algo robóticas para lo que podía esperarse de un título del año 2009, las texturas en la versión de ordenador son las mejores de las tres, aunque tampoco destacan por un calidad particularmente buena, y la carga poligonal de algunos elementos del escenario es mejorable.
Los cuerpos de los personajes presentan idéntica dualidad a la que lastra el resto del videojuego. Por ejemplo los rostros cuentan con un buen trabajo a sus espaldas que, si bien no llega al nivel de otros títulos de la propia BioWare como Mass Effect, sí que es lo suficientemente expresivo y detallado como para considerar que cuenta con un buen acabado. El resto de partes del cuerpo y el tratamiento de la ropa no es tan brillante, y algunas animaciones acusan los problemas que anteriormente hemos mencionado.
Sin embargo la faceta tecnológica de Dragon Age es un factor hacia el que sólo podemos deshacernos en elogios, y todo ello a pesar del pobre nivel de las animaciones y de una interacción con el entorno que describiremos más adelante, pero que se nos antoja francamente escasa. La fluidez del título es rocosa e inquebrantable haya lo que haya en pantalla, y su rendimiento en diferentes equipos sólo puede ser calificado de impecable. Con el ordenador de pruebas habitual de redacción –AMD 4200+, 8800 GT, 2GB de RAM- hemos obtenido unos muy buenos resultados de imágenes por segundo consiguiendo valores siempre por encima de los 35 frames con todas las opciones gráficas al máximo y una resolución razonablemente alta de 1680x1050. Con un sistema más modesto y cercano a los Requisitos Mínimos –que puedes consultar desde aquí-, el rendimiento también ha sido francamente bueno aunque con un lógico recorte en el aspecto general del videojuego.
Precisamente por lo que respecta a los parámetros de personalización de la experiencia visual debemos señalar que el título incluye una interesante herramienta para editarlos, un pequeño análisis de sistema que se ejecuta antes de arrancar el juego. Con él podremos conocer detalladamente las especificaciones de nuestro equipo para obrar en consecuencia, y editar el detalle de gráficos, la presencia del antialiasing, los detalles de texturas, así como la resolución y la proporción de pantalla. Una vez dentro del título podemos ampliarlas con la posibilidad de que aparezcan o no los nombres flotantes, los índices de daño o la presencia de sangre sobre los cuerpos de los protagonistas, un efecto que tampoco está presente en consolas y que hace ganar mucho a los primeros planos de los personajes.
El escenario, por su parte y como acabamos de resaltar, no ofrece excesiva interacción y es más bien estático, sin embargo a pesar de esta deficiencia la distancia de dibujado y la fluidez del conjunto ayudan también a que la nota de tecnología alcance el sobresaliente. Los elementos con los que podemos participar aparecen resaltados en pantalla con un brillo especial al apretar la tecla tabulador, un brillo que nos ayudará a diferenciarlos del resto de elementos del decorado. Los niveles, otro punto a favor, son en su mayoría de un tamaño muy respetable, y los tiempos de carga de la versión de PC son los más cortos con sensible diferencia.
Por otra parte debemos hablar del sonido y destacar el buen trabajo de BioWare también en este campo. Quizá el score musical no sea sobresaliente, y puede que se eche en falta más acompañamiento musical en determinados momentos demasiado marcados por el silencio, sin embargo su resultado es bueno y encaja bien con la aventura. El título, por otro lado, llega a nuestro país en inglés con un nivel de sus voces originales bastante interesante, y con la única traducción a nuestro idioma de sus textos.
¿Qué Hace que Dragon Age sea mejor en PC? –Conclusiones-
Los lectores más avezados se habrán dado cuenta de la notable diferencia que existe entre las calificaciones de Dragon Age en Xbox 360 y en PC, puesto que la versión de PlayStation 3 se pondrá a la venta dentro de todavía unos días, y este último apartado está destinado a recalcar una supremacía de la versión de compatibles que hemos tratado de hacer notar durante todo el texto.
Cualquiera que tenga oportunidad de poner sus manos sobre las tres versiones se dará cuenta de que el mimo puesto sobre la de compatibles es muy superior a lo que podemos ver en consolas, y es que desde BioWare han sido conscientes de que un “heredero espiritual” de Baldur’s Gate donde verdaderamente debe cumplir es precisamente en ordenador, y ahí es exactamente donde Dragon Age ofrece los mejores resultados.
¿Los motivos? Son varios, y vamos a tratar de repasarlos y ampliarlos en la medida de lo posible. El primero debe ser, sobre todo, la comodidad del control. La optimización del empleo del combo ratón-teclado es la mejor garantía de que PC es el mejor lugar para disfrutar de Origins, y es que en este campo sus creadores son un valor seguro.
El extraordinario funcionamiento de todo lo que hace referencia a menús, interfaces y desplazamiento por todas las opciones también debe ser destacado como uno de los elementos primordiales del salto cualitativo de la versión de compatibles con respecto a la de consolas. Una vez más no queremos con ello menospreciar el trabajo encomiable hecho por BioWare en Xbox 360 y PlayStation 3, y de hecho la calificación de 10 en jugabilidad así lo demuestra. Sin embargo un PC tiene más recursos que ofrecer en términos de control para determinados géneros, el RPG es uno de ellos y BioWare lo exprime con maestría.
En términos estéticos las diferencias también son más que obvias. Un punto más en la calificación de gráficos con respecto a la versión de consolas debe dejar claro que en ordenador el título es donde ofrece los mejores resultados, merced a una dirección artística igualmente brillante, pero que se ve severamente potenciada por unas posibilidades de hardware que el videojuego hace bien en optimizar.
Por otra parte los dos puntos de incremento en la calificación de Tecnología responden principalmente al tratamiento visual superior y al hecho de que, a pesar de la escasa interacción del entorno y unas físicas no particularmente brillantes, el videojuego minimiza los tiempos de carga en la medida de lo posible resultando en una mayor fluidez. Y es que además Dragon Age ofrece una ecuación de exigencias de hardware, posibilidades gráficas y tasa de imágenes por segundo que casa a la perfección.
¿Por qué un punto más en innovación? Dos factores primordiales. El videojuego tiene un 5 en consolas puesto que no aporta gran cosa a lo que hemos podido ver en otros lanzamientos de corte similar en Xbox 360 y PlayStation 3, sus inclusiones son las estrictamente justas para evidenciar un aprobado “justo” en este campo. Sin embargo el tratamiento de la cámara de la versión de PC, y la inclusión de un completo editor que se pondrá a disposición de los aficionados más adelante son suficientes argumentos para justificar un punto más en este baremo.
Con un pequeño plus en su apartado gráfico y técnico, y con un mayor trabajo en términos de innovación podríamos hablar de uno de los grandes videojuegos de rol de los últimos tiempos. Sin embargo Dragon Age debe “conformarse” con ser el mejor RPG del 2009, especialmente en compatibles, todo ello gracias a su adictiva jugabilidad clásica y a sus horas y horas de entretenimiento.
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