Análisis de Saboteur

Análisis de Saboteur
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Ya está entre nosotros The Saboteur, una de las apuestas más arriesgadas de Electronic Arts, y el proyecto póstumo de los recientemente desaparecidos Pandemic. El producto tiene muy buenas ideas en su interior, pero acusa la falta de pulido habitual en los últimos desarrollos del estudio.

La desaparición de una compañía siempre es una mala noticia para la industria, y más si ésta contaba entre su currículum con títulos de la calidad del primer Mercenaries. Sin embargo en los últimos tiempos la calidad de los lanzamientos de los chicos de Pandemic había descendido de forma alarmante, y al irregular Mercenaries 2 le siguió el meramente interesante El Señor de los Anillos: La Conquista.

En ambos casos nos enfrentábamos con títulos con buenas ideas en su base pero con dudosa ejecución técnica o conceptual, respectivamente, que son precisamente los problemas a los que se enfrenta The Saboteur. El último videojuego del estudio parte con buenas ideas de base, y puede ser divertido durante un tiempo más que razonable, sin embargo lo repetitivo de su exposición y los problemas de control y acabado que exhibe malogran sus buenas intenciones.

Sin City Vs. Inglorious Bastards
Con The Saboteur nos encontramos con una fórmula que recoge elementos de infinidad de videojuegos para componer algo que resulta indudablemente genuino. Desde referencias cinematográficas ineludibles como Sin City o la reciente Malditos Bastardos, hasta videojuegos como Assassin’s Creed, Grand Theft Auto o Mafia entre muchos otros.

En el título que nos ocupa, supuestamente inspirado en una historia real aunque nos tememos que con muchísimas licencias, seremos Sean Devlin, un joven irlandés. En el papel protagonista viviremos las convulsas calles de París y sus alrededores en los tiempos de la ocupación nazi. Un hervidero de militantes de la resistencia francesa, oficiales nazis y hombres de la inteligencia británica.

Las misiones secundarias son uno de los grandes triunfos de The Saboteur. A menudo resultarán mucho más interesantes y divertidas que las de la campaña principal.
Las misiones secundarias son uno de los grandes triunfos de The Saboteur. A menudo resultarán mucho más interesantes y divertidas que las de la campaña principal.

Con este telón de fondo tan apasionante parece increíble que nadie se hubiera aventurado a hacer un videojuego de corte Sandbox empleándolo, de modo que la propuesta de Pandemic llega como un genial soplo de aire fresco, apoyado por una dirección artística sensacional.

Así pues el concepto habitual de Grand Theft Auto del protagonista fuera de la ley –en este caso las autoridades alemanas- que trabaja clandestinamente como un criminal para unos y otros bandos encaja a la perfección con el entorno y con el contexto histórico del que el videojuego saca tan buen partido.

Así pues iremos conociendo a gente, al principio activistas de la resistencia francesa, más tarde también elementos de la inteligencia británica, y progresivamente aumentaremos el nivel de nuestros asesinatos y diversos objetivos de sabotaje contra los alemanes. Según vayamos atenuando la presencia nazi en los diferentes barrios de París y sus alrededores el delicioso blanco y negro que exhibe el videojuego irá tornándose mucho más luminoso, con una radiante paleta de colores tremendamente saturados.

Esto que suena tan bien sobre el papel tiene una ejecución inmejorable en la práctica. Al comienzo los primeros minutos los pasaremos en la noche cerrada parisina donde realizaremos nuestros primeros objetivos, sin embargo al poco tiempo de juego tendremos una misión en los exteriores de París, zona no ocupada y de escasa presencia alemana, donde disfrutaremos de nuestro primer contacto con los paisajes naturales del videojuego a todo color.

The Saboteur toma una curiosa decisión. El contenido adulto como los desnudos, por ejemplo, aparece desactivado por defecto, y tendremos que introducir un código que viene en la caja para desbloquearlo.
The Saboteur toma una curiosa decisión. El contenido adulto como los desnudos, por ejemplo, aparece desactivado por defecto, y tendremos que introducir un código que viene en la caja para desbloquearlo.

Con un planteamiento tan poderoso como este, ¿cómo puede ser que The Saboteur apenas roce el notable? El motivo no es ni más ni menos que su ejecución. Como en tantos títulos de Pandemic, las buenas ideas quedan algo emborronadas por traslados del papel a la programación algo deficientes. Los problemas del videojuego que nos ocupa los describiremos a continuación, pero ya podemos adelantar que responden en su mayoría a lo repetitivo del patrón de juego, a la falta de control que tenemos sobre el protagonista y también a la inteligencia artificial de la que hace gala el enemigo, deficiencia que echa por tierra la práctica totalidad del aspecto del sigilo.

Érase una Vez en la Francia Ocupada…
Cuando definimos a The Saboteur como Sandbox lo hacemos en el más puro sentido de la palabra, pues el videojuego de Pandemic pivota en torno al cumplimiento de misiones en escenas de acción para las que antes hemos tenido que conducir de un punto a otro a bordo de vehículos.

Así pues nos encontraremos con misiones de sabotaje de instalaciones nazi mediante el empleo de explosivos, también de asesinatos, escoltas y, por último, abundantes de conducción; en un conjunto francamente clásico pero no por ello menos efectivo.

La jugabilidad del título pretende salpicarse de variedad con la poco probable capacidad de nuestro protagonista para escalar las fachadas de los edificios que componen la ciudad. Dejando de lado, insistimos, lo plausible o no del hecho de que un tipo de la compostura de Sean sea capaz de escalar los edificios de París con esa soltura, cabe destacar que la idea de incorporar este elemento Sandbox a lo Assassin’s Creed al cóctel es interesante, aunque la forma de llevarlo a cabo es algo incómoda de manejar, lo que se traduce en que al final de cuentas sólo la utilizaremos cuando sea estrictamente necesario.

A menudo ser sigiloso no compensa en demasía. Supone un gran esfuerzo, y pronto nos daremos cuenta de que la IA no exige demasiadas medidas a tomar para evitar ser detectado.
A menudo ser sigiloso no compensa en demasía. Supone un gran esfuerzo, y pronto nos daremos cuenta de que la IA no exige demasiadas medidas a tomar para evitar ser detectado.

Algo similar se puede decir de los combates con armas de fuego y de los enfrentamientos cuerpo a cuerpo. Los primeros se realizan con el clásico arsenal de la época que podremos llevar con nosotros y que se activa apuntando con el gatillo izquierdo y disparando con el derecho. Cuesta acostumbrarse a la forma de apuntar puesto que a pesar de que la sensibilidad es modulable, ésta no parece ceñirse con precisión en ningún momento a nuestros deseos.

La lucha cuerpo a cuerpo sigue idénticos patrones. El gatillo izquierdo la activa en caso de que estemos desarmados, y con los diferentes botones del pad tenemos la posibilidad de pegar un puñetazo, patada, agarrar, etcétera a los enemigos. Si las escenas de acción a tiros nos parecen algo ásperas en su manejo y sólo podemos definirlas como poco accesibles, en el empleo de las manos y piernas para acabar con nuestros enemigos la sensación llega incluso a acentuarse notablemente.

Y es que la falta de precisión parece ser la nota predominante de The Saboteur. En todo momento parece que nos falta control sobre los movimientos de Sean, tanto cuando se está desplazando a pie como cuando lo hace a lomos de uno de los majestuosos vehículos de época que pueblan las calles francesas.

Los zeppelines ejercen de ojo divino, observando desde las alturas nuestros movimientos. La opción de destruirlos será fundamental.
Los zeppelines ejercen de ojo divino, observando desde las alturas nuestros movimientos. La opción de destruirlos será fundamental.

En resumidas cuentas la campaña individual es la única oferta jugable del videojuego de Pandemic y Electronic Arts, y como tal tiene altibajos. Entre lo negativo caben mencionar los elementos de falta de exactitud en el control, y también el cierto reciclaje de misiones que ya hemos enumerado. Entre lo positivo, por su parte, se cuenta lo cuidado que es el mundo de Saboteur y lo divertido de explorarlo lo que, unido al carisma de personajes, situaciones y escenarios, nos tendrá a buen seguro un buen puñado de horas pegados a la pantalla.

Homenajeando a los Clásicos del Cine Negro
Es imposible no sentir curiosidad por The Saboteur cuando se ven sus imágenes o vídeos, y es que su dirección artística es una de las más llamativas que hemos visto en los últimos tiempos. La elección de qué elementos deben estar en blanco y negro y cuáles en color no sólo hacen referencia al nivel de ocupación alemana que exhiban como hemos comentado anteriormente, sino que también responde a otros elementos como los puntos de luz, la imaginería nazi, el fuego de las armas, etcétera que son los suaves atisbos de color que iluminan el, por lo demás, general blanco y negro.

En este sentido The Saboteur parece a menudo Sin City, la película de Robert Rodríguez sobre la obra de Frank Miller, que empleaba técnicas similares para lograr un estilo estético tan característico. Así pues el videojuego de Pandemic tiene un aspecto muy genuino, que viene acompañado por un modelado de personajes, vehículos y edificios más que adecuado.

Las texturas son buenas para un título de estas características, la carga poligonal adecuada y a pesar de que hay algunos intermedios de carga entre zona y zona, el videojuego no da la sensación de estar excesivamente compartimentado. Los escenarios son interesantes, especialmente los naturales, y el conjunto lo agradece, potenciando el deseo de explorar en contraposición a lo monótono que resulta en ocasiones el Modo Historia.

Uno de los puntos más interesantes del título es el hecho de que su mapeado no se limite a la capital gala, permitiéndonos recorrer sus alrededores con total libertad.
Uno de los puntos más interesantes del título es el hecho de que su mapeado no se limite a la capital gala, permitiéndonos recorrer sus alrededores con total libertad.

Lamentablemente la faceta tecnológica no acompaña de igual manera, empañando de alguna manera el conjunto. La tasa de imágenes por segundo es razonablemente estable, aunque observa alguna caída más bien ocasional. Las físicas no son particularmente brillantes, y destacan especialmente tanto en el movimiento como en la pobre gestión de daños para los vehículos, totalmente impropia de esta generación.

De los problemas de control ya hemos hablado con anterioridad, y son igualmente atribuibles al apartado tecnológico, en el que no queremos olvidarnos tampoco de la disparidad de las animaciones. Algunas del protagonista son francamente interesantes, y otras como las del escalado, por ejemplo, son de gran pobreza. No obstante el mayor desequilibrio se encuentra entre el visionado de los movimientos del héroe en comparación con los de los personajes secundarios –nazis, civiles, etcétera-, la mayoría de ellos de un nivel muy bajo.

Sin embargo el mayor problema de la parte tecnológica pivota entorno a la IA, que acaba dando al traste con muchas de las aspiraciones jugables de The Saboteur, que podrían haber resultado muy interesantes. Independientemente del nivel de dificultad escogido para la campaña de entre los tres disponibles, nos enfrentaremos a un enemigo muy poco eficaz en el combate, muy corto de miras y de una sordera que debería ser examinada con mayor atención por los oficiales médicos de las oficinas de reclutamiento nazis.

Uno de los aspectos que más nos ha decepcionado es la facilidad con la que nos libraremos en todo momento de la persecución nazi. Con los enemigos en los talones no tardaremos demasiado en darles esquinazo.
Uno de los aspectos que más nos ha decepcionado es la facilidad con la que nos libraremos en todo momento de la persecución nazi. Con los enemigos en los talones no tardaremos demasiado en darles esquinazo.

Contra todo pronóstico Saboteur llega a nuestro país en inglés sin traducción alguna para textos o voces. Desconocemos los motivos que han empujado a Electronic Arts a optar por una política de distribución tan agresiva con nuestro país como esta, aunque seguramente la falta de confianza en la calidad del título hizo el resto. Si controlamos el inglés no tendremos demasiados problemas para entender los diálogos, aunque los enrevesados acentos europeos de algunos de los interlocutores seguramente nos jugarán más de una mala pasada.

Por lo demás el factor audio es más que notable, con una interesante selección de cortes musicales para su hilo radiofónico y con unos efectos y doblaje en versión original que cumplen de sobre manera.

Interesante

Sin sello

Saboteur

Por: El equipo de 3DJuegos
Sin sello

The Saboteur es un triste ejemplo de lo que pudo ser y no fue. Su calidad es más que aceptable, y el título merece llegar a un ajustado notable. Sin embargo es imposible no mirarlo con tristeza y pensar en lo que se podría haber logrado si una base tan interesante como esta hubiera gozado de una ejecución a su altura.

Comprar Saboteur
Jugadores: 1
Idioma: Manual en español, textos en inglés y voces en inglés
Duración:
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