Análisis de Strafe. Un buen disparo a la nostalgia

Análisis de Strafe. Un buen disparo a la nostalgia
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Acción a la antigua usanza, al estilo Quake, Doom y tantos otros videojuegos de finales de los noventa. Este es el gran atractivo de un desafiante shooter que apuesta por la nostalgia como la mejor de sus armas. Difícil como pocos, en el análisis de STRAFE comprobamos si le basta solo con eso para arrasar entre los aficionados a la acción más intensa y desenfrenada.

Hubo una época en la que la acción en primera persona era sinónimo de frenetismo, de sangrientos tiroteos donde importaba la puntería, sí, pero especialmente la rapidez y agilidad con la que esquivabas balas mientras a tu alrededor los enemigos estallaban en mil pedazos. Era un caos, ¡uno glorioso!, que te incitaba a repetir la partida una y otra vez, a adentrarte cuantas veces hiciera falta en ese cruento escenario de combate para repartir leña a diestro y siniestro. ¿Lo echas de menos? STRAFE llega para satisfacer a los apasionados de Doom, Quake, Heretic y tantos otros clásicos que nacieron en la década de los noventa. Es brutal, no tiene compasión alguna, ¡los fallos se pagan con la vida!, pero este shooter con estética retro es lo suficientemente adictivo como para tentarte a probar suerte "una vez más; ¡hasta superar el nivel!" No es fácil, nada fácil. Más bien una pesadilla.

Los enemigos corren sin cesar, las explosiones se suceden a tu alrededor, monstruos que se resisten a morir y muy pocos recursos con los que hacer frente a tales amenazas. Estás solo, tú y una escopeta… o un lanzacohetes, pistola, ametralladora o el arma que sea que lleves en las manos. La cuestión es que nadie te va a ayudar; dependes única y exclusivamente de tu habilidad para masacrar enemigos a velocidades de vértigo, ¡como en los viejos tiempos!, aunque por desgracia, también influye un poco la suerte. Que en los laberínticos niveles diseñados de forma aleatoria tengas la fortuna de dar con objetos de gran valor, o buena chatarra que intercambiar por munición y escudos protectores, o simplemente, no caer en zonas atestadas de enemigos en las que ni tan siquiera puedes moverte. A veces pasa, y es frustrante; le resta encanto a un videojuego que no necesitaba recurrir a un nivel de dificultad tan extremo para hacer felices a los jugadores nostálgicos.


Un festival de tiros

A medio camino entre Quake y los desafiantes roguelike, el videojuego de Pixel Titans es claro en su acción. Sobrevive. No hay otra. ¡Tampoco segundas oportunidades! Si te matan se acabó la partida. Vuelta a empezar. Y así una y otra vez hasta que, a base de constancia y aprenderse las rutinas de ataque de los enemigos, consigues alcanzar la batalla final. Lo puedes lograr en menos de una hora, que completar un nivel lleva pocos minutos, pero que sirva de ejemplo mi experiencia. ¡Tres horas! Ese es el tiempo que dediqué a completar los tres primeros niveles de STRAFE. Todo ello solo para morir, pocos minutos después, ante una nueva serie de enemigos que lo cambian todo. Es una de las cosas que más me gustan. Cómo cada una de las cuatro áreas en las que se divide la campaña principal, con sus tres niveles, plantea retos dispares.

No hay mucha historia que escuchar en STRAFE. Una corporación necesita que luches por conseguir chatarra, ¡y ahí qué vas tú!, a un mundo desconocido, a pelear.
No hay mucha historia que escuchar en STRAFE. Una corporación necesita que luches por conseguir chatarra, ¡y ahí qué vas tú!, a un mundo desconocido, a pelear.


No hay grandes diferencias, pero sí sutiles cambios que te obligan a adoptar nuevas estrategias de combate que, en casi siempre, dependen de las armas que encuentres en tu camino. En este sentido, al inicio de la partida, te dan a elegir entre una escopeta, un fusil de asalto y un rifle de precisión. Esa será tu arma principal, la que más munición acumule, la que en zonas especiales puedas incluso mejorar; y luego tienes todas las demás que son las típicas del género. Son una bendición. Hay tantos enemigos a los que abatir en cuestión de segundos, que a veces no basta con los medios tradicionales. ¡Dales plomo!

Un buen disparo a la nostalgia


Este es un juego en extremo difícil

Lanza bombas, usa minas explosivas o letales bolas de plasma. Su munición es muy limitada pero entre los cadáveres de los enemigos encontrarás más y más armas con las que seguir tu loca cruzada contra los monstruos. ¿Te has quedado sin balas? Usa un rifle como bate improvisado, o lanza un cañón de plasma para hacer saltar por los aires a todos los monstruos. Si bien echo en falta un arsenal más variado y original, STRAFE tiene algunos detalles que son puro delirio. En concreto hablo de las habilidades y armas especiales que puedes comprar en la segunda fase de cada mundo: doble salto, la opción de deslizarte y disparar, bichos que sanarán tus heridas u otros que irán a devorar a los enemigos, un robot que disparará a todo el que se cruce en tu camino… hay un montón de disparatados cachivaches que, sumado al carácter procedural de la acción, consiguen que cada partida se sienta totalmente distinta a la anterior. Hay un pero.

En STRAFE todo luce igual que en 1996. Incluso el menú de opciones gráficas atesora ese estilo. ¿Nostalgia? El videojuego sabe sacar provecho de ella.
En STRAFE todo luce igual que en 1996. Incluso el menú de opciones gráficas atesora ese estilo. ¿Nostalgia? El videojuego sabe sacar provecho de ella.


Los niveles de clásicos como Doom y Quake son todo un ejemplo de diseño; eran tan buenos, escondían tantos secretos, que al final, de tanto repetir la acción, te los conocías al dedillo ¡y seguías disfrutándolos igual! Esto no pasa en STRAFE. Por un lado es genial, claro, porque nunca se pierde el factor sorpresa, pero a cambio tenemos niveles que no presentan un acabado tan espléndido. ¡Que no malo! Pese a generarse de forma aleatoria, cada escenario está repleto de pequeños detalles que denotan el cariño con el que Pixel Titans ha creado un videojuego que, de haber nacido en esa época, habría mantenido el tipo frente a los más grandes.

El gran problema, al margen de algunos errores técnicos que prometen solucionar en breve, es que este es un videojuego en extremo difícil. No siempre es justo, y puede llegar a ser frustrante cuando de repente apareces en mitad de una zona atestada de enemigos, o no tienes chatarra suficiente para reponer escudo o munición. ¡Todo es demasiado caro! Y la vida baja a velocidades de escándalo. Entiendo la gracia de poner las cosas difíciles, de plantear un buen reto, pero creo que con STRAFE se han pasado. Tanto que no siempre me tentaba a probar suerte una vez más, al contrario; de pura frustración dejaba la partida. ¡Luego volvía!, porque el juego tiene su encanto, pero siento que se ha perdido una oportunidad de oro para crear una obra digna de recordar.

Un buen disparo a la nostalgia


Lo que me ilusiona es que Pixel Titans trabaja en añadir nuevos modos de juego para que la acción no decaiga ni un segundo, y todos ellos prometen conservar intacta la esencia de los clásicos de los noventa, como si realmente el videojuego se hubiera estrenado en 1996. Se ve y se escucha como los juegos de aquel entonces, con mención especial a una banda sonora cañera, con ritmo, que te atrapa en los locos ambientes a los que te lleva el juego. Me han alucinado también los guiños a juegos como Half Life, Wolfenstein 3D o Superhot, así como esos pequeños detalles que evocan a los ochenta y noventa, como el sonido propio de los módem, que aquí se emplea para pasar de un escenario a otro.

Interesante

Sin sello
Un buen disparo a la nostalgia

Strafe

Por: El equipo de 3DJuegos
Sin sello

STRAFE tiene las bases para convertirse en un gran juego de acción en primera persona pero más allá de la nostalgia, no es un título que destaque en nada. Sus tiroteos están bien, como su diseño de niveles o la intensidad de su acción. También es adictivo, te desafía una y otra vez a cumplir con la difícil tarea de sobrevivir, ¡que no es poco!, pero a sus tiroteos le faltan algo de esa chispa, de ese encanto, que hizo grande a clásicos como Quake. Es un videojuego divertido, que se disfruta, pero no tanto como nos gustaría.

  • La forma en la que recupera "el espíritu de 1996", de clásicos de la acción como Quake
  • Acción intensa, frenética, sin compasión. No paras de correr y disparar
  • Saca buen partido a la nostalgia; es difícil no sonreír ante algunos de sus secretos
  • Arsenal de armas no muy original
  • Su extremada dificultad, que se siente artificial, como un reto a veces injusto
Jugadores: 1
Idioma: Textos en español y voces en inglés
Duración: 10-15 horas (mínimo)
Ver requisitos del sistema
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