Tras convencer a los mecenas de Kickstarter y a los usuarios de Steam con una potente demo, The Beast Inside se pone a la venta para deleitarnos con su singular historia dividida: terror y fantasmas por un lado, puzles y conspiración por otro. ¿Nos ha convencido el producto final? Sí, pero puede que no sea exactamente lo que imaginas.
¿Alguna vez te ha dado por traducir nombres de juegos del inglés al español? Hay algunos bastante absurdos: "Súper colegas que se pegan: Definitivo", por ejemplo. Pero si nos remitimos a películas y juegos de terror, es fácil encontrar un patrón común. "Resident Evil", "The Evil Within", "The Beast Inside"... todos esos nombres coquetean con la idea de que hay algo malo dentro de nosotros. El monstruo nos persigue, nos da miedo, pero viene de dentro, de la gente normal, de ti y de mí, de tus amigos y seres queridos. Llámalo ironía o sarcasmo, pero lo cierto es que el juego de Illusion Ray Studio y Movie Games hace honor a su propio nombre ofreciéndonos una aventura estupenda por fuera, pero que esconde muchos problemas dentro. Te contamos todos los detalles al respecto bajo estas líneas.
En The Beast Inside, nos aventuramos en el siniestro poblado de Blackstone para descubrir sus oscuros secretos desde dos perspectivas distintas: una, la de Nicolas Hyde, un joven atormentado por los fantasmas de su pasado que investiga en 1864 la desaparición de su padre; y otra, la de Adam Stevenson, un criptoanalista de la CIA que en 1979 se traslada al campo con su esposa embarazada, en busca de tranquilidad y estabilidad, hasta que descubre que la Guerra Fría no está dispuesta a cederle ese remanso de paz. Como te puedes imaginar, ambos protagonistas están atados entre sí por ciertos lazos que no vamos a estropearte aquí. Lo que sí podemos decirte es qué tal está el juego en términos generales de historia, duración y mecánicas.
The Beast Inside, misterio a dos bandas
Hace algo más de diez años, los juegos de terror pasaban por un momento extraño. Tal vez debido a los cambios generacionales, vimos algunas obras fantásticas, pero enturbiadas por decenas de mecánicas experimentales. Era difícil balancear la narrativa con la jugabilidad, el terror con la acción, el susto con el miedo. Seguramente sepas de qué te hablo si has jugado a Call of Cthulhu: Dark Corners of Earth. A The Beast Inside le pasa algo parecido. A grandes rasgos parece un juego sensacional, uno que nos atrapa desde el primer minuto, que tiene acción variada y sabe alternar con maestría entre personajes, rompecabezas, secuencias de sigilo y cortes cinemáticos. Hay elementos de exploración, puzles rápidos y evidentes y otros más complicados y satisfactorios, y el juego nunca nos deja demasiado tiempo en la misma localización, ni en la misma línea temporal, ni con los mismos personajes. Los últimos capítulos de la historia se siguen como los de una serie que te engancha: ¿qué va a pasar a continuación? ¿Quién es este personaje en realidad? Así.
Todo esto suena genial, ¿verdad? ¡Lo es! Y no me costaría imaginar que en un tiempo se convierta en una de esas "joyitas del terror independiente" que todo fan debe probar. Pero no te dejes engañar, tenemos quejas para aburrir, y cuesta creer que un juego que a grandes rasgos es tan genial tenga fallos tan terriblemente tontos -suena poco profesional, pero no hay otra palabra para describirlos- en todas las facetas. Por ejemplo, la web oficial del juego describe a Blackstone como un mundo semiabierto, y es verdad que a veces tenemos libertad para explorar a nuestro antojo. Pero no te recomendamos que lo hagas porque no vas a encontrar nada. El juego no premia nuestra curiosidad con secretos, ni coleccionables, ni recursos de supervivencia. Puedes abrir cualquier cajón, pero casi nunca encontrarás algo interesante en ellos. Tenemos munición de sobra en las pocas secuencias de disparos, y basta con estar mínimamente atentos a nuestro entorno para acumular cerillas y queroseno (los dos únicos consumibles del juego, ambos relacionados con la luz) a patadas. Si te desmarcas del objetivo en zonas abiertas, encontrarás que no puedes ir a ninguna otra parte que no sea el objetivo. Es una exploración diametralmente opuesta a la que vemos en Firewatch, por ejemplo.
Es un juego de claroscuros, con muchas cosas buenas y muchas malas
La IA es tremendamente básica, predecible y torpe como ella sola, y muy fácil de burlar en la dificultad normal, que es la que hemos probado para hacer este análisis. La mecánica de interacción con objetos se nos antoja poco sensible o pulida, y otras tan interesantes como la fotogrametría se resuelven con torpeza, sin aportar nada particularmente divertido. La historia a menudo recurre a clichés aburridos, como pájaros dándote un susto cuando te esperas que haya algo muy macabro en un lugar, o el típico salto desesperado al final de un puente desvencijado que se rompe. Y lo peor de todo es sin duda la facilidad con la que el juego recurre a los 'jumpscares', a los sustos que prácticamente te ves venir a un kilómetro de distancia, donde todo está tranquilo y de repente algo paranormal salta a tu cara con un sonido estridente. Son cosas engorrosas que te pueden sacar de contexto de vez en cuando y te hacen ver a The Beast Inside: un juego de aventuras con elementos de terror, más que un juego de terror con elementos de acción y exploración.
Es un producto de claroscuros, que tiene mucho de bueno y mucho de malo. No es posible valorar este juego sin enumerar una larga lista de crímenes que juegos como Amnesia resolvieron con acierto hace casi 10 años, pero también es tenemos que reconocer lo mucho que gusta y engancha por la variedad de situaciones y problemas a los que nos enfrentamos, y la brillantez con la que sabe hacernos seguir adelante. Si te pierdes en algún punto, basta con abrir el inventario y leer las notas para saber, en pocos segundos, qué estás haciendo y cuál es tu objetivo. Hay indicadores muy claros y evidentes en el juego para saber dónde estamos sin abrir el mapa, y cuando nos enfrentamos a un rompecabezas complicado, basta con investigar un poco a tu alrededor para encontrar todas las pistas que necesitas para resolverlo. Y son estas cosas pequeñas, que hilan tan bien la historia del juego, las que lo hacen tan recomendable a pesar de sus errores.
La historia se mezcla muy bien entre líneas temporales y sabe coquetear con la cuarta pared y los simbolismos
También podemos premiar que pasar el relevo entre Nicolas y Adam no solo cambia los personajes y ambientación del juego, sino también la jugabilidad. Por ejemplo, el siglo XIX alberga todas las secuencias paranormales con visiones, fantasmas y sigilo, y nuestro personaje actúa con timidez y preocupación, sin fiarse de sí mismo. En el siglo XX, resolvemos complicados rompecabezas de encriptación, estudiamos a conciencia cada fragmento de historia y nos confiamos y envalentonamos ante los males desconocidos, que son mucho más realistas. La noche, la lluvia, los sonidos de puertas chirriantes y las opresivas casas abandonadas de Nicolas desaparecen cuando Adam se adentra en el bosque de día y se relaciona con personajes humanos, vivos y razonables, asumiendo el control de la situación. Pero al final, claro, los males terminan abrazando a ambos por igual.
Nos gusta, por otra parte, que la historia se mezcle tan bien entre ambas líneas temporales y sepa coquetear con la cuarta pared y los simbolismos, porque le dan muchos puntos a algo que de por sí ya es entretenido. Los hallazgos que encontramos en un capítulo se comentan en el siguiente, y a medida que avanzamos en la campaña, las realidades tras ambos protagonistas quedan más y más claras poco a poco. Los últimos tramos de la aventura se resuelven como en un desagüe, donde todo gira y se une para dar sentido a los eventos que hemos vivido hasta entonces. Y aunque el juego no cuente con una buena rejugabilidad, al menos puedes volver a visitarlo para descubrir hasta cuatro finales diferentes. Nos hubiera gustado, eso sí, que estos finales fueran un poco más distintos entre sí y menos relacionados con morales distintas e interpretaciones personales del jugador.
Actualmente, The Beast Inside está solo disponible en PC y ofrece modestas posibilidades de configuración para adaptarse a nuestras necesidades, pero al menos tiene lo básico y se puede encajar en ordenadores de gama media y alta sin problema (requisitos de The Beast Inside). El juego llega traducido al español únicamente en textos, pero es una localización francamente bien conseguida que respeta lo mejor posible la naturaleza de cada línea de diálogo y rompecabezas. Las voces originales están a bastante buen nivel, al igual que los fragmentos musicales que nos acompañan durante la historia, aunque puntualmente encontramos efectos de sonido y animaciones bastante pobres con algunos utensilios y secciones. Por otro lado, a nivel de gráficos no resulta ningún despunte técnico y es fácil verle las costuras en espacios abiertos. Pero al menos hace su trabajo, y logra darle un aura realmente siniestra a cada sótano, pasillo y habitación a oscuras. Es muy inmersivo.
The Beast Inside es un juego lleno de claroscuros: es fácil sacarle pegas graves a sus mecánicas, a su interpretación del terror o a su exploración; pero también es un juego más o menos original y que cumple de sobra a la hora de seguir una historia interesante, variada, con algunos puzles muy inteligentes y de duración respetable. Si logra cautivarte en los primeros capítulos, es probable que te satisfaga también hasta su interesante final.
- La historia se sigue con interés de principio a fin
- Gran variedad de localizaciones, acción y diseño de niveles
- Los puzles más complicados son geniales
- Abusa demasiado de 'jumpscares' baratos
- La exploración está ahí, pero decepciona mucho
- Algunas mecánicas perezosas puntuales y fallos de control
