Análisis de Shellshock 2 Blood Trails

Análisis de Shellshock 2 Blood Trails
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Shellshock cambia de generación y salta directamente de Xbox a Xbox 360. La permuta, sin embargo, no ha sentado bien a la franquicia ya que si bien el primer título de la saga ya era francamente flojo, éste resulta todavía peor. Shellshock 2: Blood Trails logra un testimonio antibelicista mucho más efectivo que joyas del séptimo arte como Apocalypse Now o La Chaqueta Metálica, y lo consigue haciendo de la guerra un hastío de proporciones épicas.

Para ser francos no teníamos grandes esperanzas en Shellshock 2: Blood Trails. Su anuncio en septiembre de 2008 nos trajo a la memoria su mediocre primera parte, un título bélico de nulo realismo, escasa diversión y desmedida afición por buscar el morbo fácil en el sexo y la violencia con civiles. Por otra parte el cambio de línea argumental y estilística nos comenzaba a sonar a desesperada decisión por sacar adelante una franquicia que, contra todo pronóstico, había funcionado bien en lo comercial con su predecesor.

La segunda parte de la saga, sin embargo, es sensiblemente peor que el original, y no acaba de funcionar ni como título de terror ni, desde luego, como shooter bélico. Rebellion cuaja el que es con mucha diferencia su peor videojuego, y nos hace rememorar con nostalgia los tiempos no tan lejanos en los que destinaba sus esfuerzos a títulos tan interesantes como Alien vs Predator, Sniper Elite o Star Wars Battlefront: Renegade Squadron.

El Caballero Blanco
No es que el argumento de Blood Trails tenga especial relevancia, pero nuestra obligación en un análisis es dedicarle, al menos, una pequeña reseña. Shellshock 2 comienza crudo, tan áspero y seco como el resto del videojuego.

El hermano del protagonista está atado a una cama al comienzo del juego, pero no tardará demasiado en soltarse y sembrar la destrucción.
El hermano del protagonista está atado a una cama al comienzo del juego, pero no tardará demasiado en soltarse y sembrar la destrucción.

Sin mayores presentaciones ni preámbulos nuestro protagonista, el soldado Walker, da sus primeros pasos en el videojuego dentro de un sórdido hospital de campaña en plena guerra de Vietnam. Sus primeras palabras, al más puro estilo Willard en Apocalypse Now, son un preludio de lo que llegará. Ni ha pedido la misión, ni la quiere, y tras dar los primeros pasos por la lúgubre enfermería nos daremos cuenta de que ni nosotros ni él deseamos estar ahí.

Un arisco comandante, al que por desgracia veremos más a menudo, hará los honores de nuestra presentación, y nos dará las primeras claves de lo que está pasando en este lugar. El ejército norteamericano ha perdido en la jungla de Camboya un arma ultra secreta, algo llamado WhiteKnight, que nadie en ese lugar parece saber qué es. El hermano del protagonista resulta ser el meollo de la cuestión, aunque ha vuelto completamente enloquecido del frente, y su presencia no parece de gran ayuda sino más bien la de un animal peligroso y salvaje que de hombre sólo tiene el cuerpo.

Al los pocos minutos de comenzar, un ataque del Vietcong sembrará el pánico en las instalaciones norteamericanas, y el caos, la anarquía y el terror comienzan a reinar en el edificio. El hermano del héroe aprovechará la confusión para escapar, y ante nosotros sólo quedará la certidumbre de cumplir nuestra misión: Dar con el WhiteKnight.

¿Qué demonios hay en pantalla? Difícil saberlo. La sensación de desconcierto nos invadirá a menudo jugando a Shellshock 2, aunque cuesta creer que fuera la intención de sus creadores.
¿Qué demonios hay en pantalla? Difícil saberlo. La sensación de desconcierto nos invadirá a menudo jugando a Shellshock 2, aunque cuesta creer que fuera la intención de sus creadores.

Con dudas sobre si se trata de un agente contaminante, una plaga o una persona pasaremos buena parte de la aventura, y ya prácticamente desde los inicios comenzaremos a presenciar fenomenales festivales de gore y casquería supuestamente a cargo de nuestro hermano en alucinógenos flashbacks.

A lo largo de la campaña se nos van dando más incógnitas que respuestas, desembocando directamente en un final poco satisfactorio y no demasiado aclarador. El juego además de mal contado está igualmente mal escrito, y cuenta con algunos de los diálogos más bochornosos que hemos oído en mucho tiempo. Frases como “si quieres llorar hazlo en tu tiempo libre, ahora toca disparar”, o “parece que te ha entrado un mosquito por la nariz y te ha chupado el cerebro, muchacho”; son sólo un par de perlas de las que deja Shellshock 2, y que a su lado hacen parecer a las películas de Steven Seagal obras de Shakespeare.

El Horror de la Guerra
Si bien hemos señalado que no teníamos grandes esperanzas en el videojuego, lo cierto es que hay que señalar que al menos teníamos la esperanza de que diera miedo o, como mínimo, proporcionara algún susto memorable.

Nada de eso. Con lo fácil que aparentemente parecía aterrar en siniestras junglas y poblados atestados de comandos y guerrillas de “Charlies”, el videojuego no consigue ese efecto ni tan siquiera agregando criaturas de pesadilla a la ecuación.

Ni horror, ni sustos, ni un ápice de miedo. Lo único verdaderamente pavoroso de Shellshock 2: Blood Trails es su precio.
Ni horror, ni sustos, ni un ápice de miedo. Lo único verdaderamente pavoroso de Shellshock 2: Blood Trails es su precio.

No queda claro en ningún momento qué pretendían conseguir con ese arma los buenos –o los malos según se mire, puesto que en esa guerra no había nadie bueno- , y es que el videojuego hace poco por aclarar nada de lo que ofrece, quedando reducido a un caos desagradable de ver y todavía más desagradable de jugar.

Por lo demás Shellshock 2 es un shooter de lo más vulgar. Tenemos un puñado de armas que más o menos responden a los patrones de la época, con especial mención al inevitable AK-47 de los Vietcongs, y unos mapas estrechos, laberínticos y confusos que no favorecen nada la jugabilidad

A este torpe trazado en los mapeados hay que sumar una IA sencillamente nefasta. Los soldados enemigos que empuñan armas de fuego son unos verdaderos incompetentes con sus ametralladoras, y los enemigos que atacan cuerpo a cuerpo tampoco son demasiado rápidos o ágiles, con lo cual su desafío nunca es el adecuado. Además los “Charlies” tienen la desagradable costumbre de quedarse quietos en mitad de los tiroteos, y las pocas veces que se animan a buscar una cobertura son tan estúpidos que suelen hacerlo tras barriles explosivos.

La linterna será uno de nuestros más fieles compañeros en batalla. No será necesario apagarla puesto que nuestros enemigos, la mayor parte de las veces, no nos detectarán con ella encendida ni aunque pasemos a su lado.
La linterna será uno de nuestros más fieles compañeros en batalla. No será necesario apagarla puesto que nuestros enemigos, la mayor parte de las veces, no nos detectarán con ella encendida ni aunque pasemos a su lado.

Sin embargo la versión de PlayStation 3 cuenta con un extra a nivel de control del que las demás ediciones de Shellshock 2 no disfrutan. En determinados momentos de combate cuerpo a cuerpo o a la hora de evitar una granada, el control pasará al sensor de movimiento de nuestro Sixaxis. De este modo deberemos evitar la muerte en situaciones concretas con bruscos y descerebrados movimientos del mando de la consola de Sony.

Por otra parte el videojuego está fuertemente basado en scripts, de modo que absolutamente todo lo que vemos está previsto con antelación. ¿En qué repercute esto? Por un lado le resta puntos al escaso factor rejugable, y por otro hace que si tenemos que repetir un segmento por haber muerto veremos como los enemigos surgen exactamente de los mismos sitios una vez detrás de otra.

Afortunadamente esto no será un gran problema. Ya hemos mencionado la ineptitud absoluta de los enemigos, a lo que se suma una dificultad tremendamente mal calibrada. La mayor parte del juego es facilísima, y podremos superarla en el nivel Normal sin mayores problemas y sin sufrir más de un par de muertes. Sin embargo en momentos muy concretos del título el nivel de oposición de los oponentes se dispara –más por acumulación de efectivos que por su habilidad-, y serán estos irritantes tramos los que tendremos que repetir varias veces hasta descubrir cuáles son los repetitivos puntos de respawning de los oponentes.

Shellshock 2 no sólo son lúgubres y laberínticos corredores, también saldremos a menudo al exterior. En los paisajes abiertos, sin embargo, la selva-pasillo será una constante.
Shellshock 2 no sólo son lúgubres y laberínticos corredores, también saldremos a menudo al exterior. En los paisajes abiertos, sin embargo, la selva-pasillo será una constante.

Shellshock 2: Blood Trails tiene una campaña bastante razonable en cuanto a duración, especialmente teniendo en cuenta el suplicio que supone superarla, pero no cuenta con modalidad alguna de multijugador, con lo cual el único reto que queda una vez superado el título es el de volver a pasarnos el modo historia en otro de los tres niveles de dificultad que se ofertan.

Good Old Vietnam
La mencionada primera parte de la saga que nos ocupa, Shellshock: ‘Nam 67, era un videojuego de la pasada generación que, de hecho, logró unos resultados de ventas muy respetables en PlayStation 2 y Xbox. La segunda parte parece igualmente un producto tecnológico del 2004, y es que en términos visuales no se ha evolucionado apenas.

Texturas lamentables, modelado de personajes irrisorio, calidad de la vegetación sonrojante, efectos visuales del cretácico y ni un solo capítulo con una iluminación cuidada son, en líneas generales, los titulares que nos deja su triste faceta gráfica. En lo más puramente técnico el juego tampoco sale precisamente bien parado, puesto que parece que en todo momento le falta un empujón para lograr una tasa de imágenes por segundo fluida y estable; y así mismo porque el videojuego exhibe unos problemas de sincronía vertical abrumadores, capaces de dividir la pantalla en dos partes cada vez que giremos la cámara de forma mínimamente brusca.

Un videojuego puede ser feo por contar con una mala dirección artística, otro puede serlo por flojear en la parte tecnológica, pero sólo unos pocos elegidos son capaces de fracasar en ambas facetas. A este selecto grupo pertenece Shellshock 2.
Un videojuego puede ser feo por contar con una mala dirección artística, otro puede serlo por flojear en la parte tecnológica, pero sólo unos pocos elegidos son capaces de fracasar en ambas facetas. A este selecto grupo pertenece Shellshock 2.

Sin embargo, y contra todo pronóstico, lo peor de ver Shellshock 2 no es únicamente lo mal acabado que está a nivel tecnológico o el escaso trabajo que denota cada uno de los elementos, lo peor es su pésima dirección artística. Las construcciones acusan un fortísimo reciclaje en base a una repetición abusiva de patrones, los modelados de los personajes son de lo más vulgar, y todos los factores en general sufren de unas decisiones estéticas que rozan el mal gusto.

En lo sonoro poco más que añadir. La música es correcta aunque poco inspirada, y los efectos de sonido también disfrutan de un nivel similar, su uso es más discutible con algunos momentos repetitivos y enervantes como determinados gimoteos y lloros en algunos niveles. El título llega doblado a nuestro idioma con un nivel que no pasa de lo meramente aceptable.

Horrible

No recomendado

Shellshock 2: Blood Trails

Por: El equipo de 3DJuegos
No recomendado

Shellshock 2: Blood Trails es una fallida intentona por sacar partido a la olvidable franquicia bélica, trasladándola a un desconcertante contexto de terror. Se mire por donde se mire es un pésimo videojuego, y no resulta interesante como título de terror y, todavía menos, como juego de guerra. Soporífero, torpe, y feo en el más literal sentido de la palabra.

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