Call of the Sea se aleja de la visión oscurantista que se suele tener de los mitos de Lovecraft para sumergirnos en una aventura narrativa con puzles y misterios ancestrales. El estudio español Out of the Blue se centra más en lo fantástico y el amor que en el terror, para crear un juego que recuerda a obras como la película La Forma del Agua de Guillermo del Toro.
En la piel de una profesora de arte aquejada de una extraña afección que la obliga a caminar con la ayuda de un bastón, y que tiñe la piel de sus brazos de extrañas manchas negras, Call of the Sea nos lanza de lleno a la historia de Norah, que se ha embarcado en un viaje siguiendo los pasos de una expedición desaparecida en la polinesia francesa allá por los mares del Pacífico Sur. El líder de esta expedición no es otro que su marido, el cual parte hacia estas lejanas tierras en busca de una cura para el extraño mal que padece Norah. Así, y a lo largo de seis misiones más un prólogo, visitaremos los lugares en los que estuvieron estos aventureros, descubriendo el destino que la isla tiene reservado para todos ellos.
Las herramientas con las que Call of the Sea cuenta su historia son viejas conocidas dentro del mundo del videojuego: notas de texto, fotografías, murales y, sobre todo, sus escenarios. Es en este punto en el que Call of the Sea ha sabido tratar muy bien su narración. No es fácil crear notas de texto que aporten contenido a la historia, resulten interesantes al jugador y no le agoten cortándole el ritmo más puramente jugable. Por eso celebro el buen gusto de Out of the Blue a la hora de integrar todos estos elementos, a los que se suma la voz y las reflexiones de nuestra protagonista para que el jugador pueda componer la historia en su cabeza. No es sencillo desde la perspectiva del presente volcarse en lo pretérito e impulsar al usuario a conocer más y más detalles de la trama cuando tu mayor base jugable son los puzles.
Cierto es que el buen diseño e integración en los escenarios de los rompecabezas que tenemos en Call of the Sea ayudan a que toda fluya con soltura y, de esta manera, el título distribuido por Raw Fury basa lo agradable y entretenido de su experiencia en saber cohesionar de manera efectiva todos los pilares en los que se fundamenta a través de un único vehículo como son sus escenarios.
Puzles de una civilización ancestral
El factor exploración gana significado, preponderancia y protagonismo. No exploras solo para encontrar la siguiente pista que te ayude a resolver alguno de sus rompecabezas, tampoco lo haces únicamente para encontrar los coleccionables de cada una de las misiones, ni siquiera para revelar nuevos detalles de la trama. Exploras por el conjunto que forman todas y cada una de sus partes y, no puedo dejar de mencionarlo, porque Call of the Sea es un juego tan bello en cada uno de sus rincones que, de manera inconsciente, tus ojos buscan incansablemente deleitarse con todos y cada uno de sus detalles. Porque ciertamente los rompecabezas que plantea Call of the Sea no funcionarían tan bien por sí mismos.
En su diseño más esencial puede que algunos de los puzles estén manidos o que para muchos jugadores asiduos al género puedan acabar resultando, incluso, demasiado sencillos. Pero cuando estos puzles se integran en el plano narrativo dotándolos de un sentido, creando una consistencia y haciendo que la resolución de estos y la evolución de la historia caminen de la mano, es cuando, a mi forma de ver, un juego de estas características consigue hacer lo que se propone.
Amor místico
Otra de las cosas que me ha gustado de Call of the Sea es el enfoque que se le da al aspecto del terror místico. En los escenarios se nos relatan ritos y sucesos que se podrían calificar como sobrenaturales e incluso ancestrales. En ocasiones el plano de lo real se despega de la pantalla y nos lleva hacia lo onírico, sin perder en ningún momento el halo de misterio que abraza al juego de principio a fin. Pero no estamos ante un título de miedo. En Call of the Sea no hay sustos, ni gore; realmente la historia que se nos cuenta es de amor. Un amor que se expresa de una forma poco convencional y no por ello menos grande sin salvarse de la tragedia que acompaña, en muchos casos, a estos relatos.
Puede que no sea la mejor, o que se le puedan encontrar inconsistencias pero no deja indiferente, sobre todo, porque llegado el momento y según hayas percibido la historia de una u otra forma habrás de tomar una decisión. Puede que este punto parezca forzado, o simplemente un añadido final sin ningún tipo de significado ya que en el juego no hay distintos caminos o partes opcionales, pero sí que habrá diferentes formas de percibir este relato por parte de cada usuario que le llevarán a elegir alguno de sus finales. Precisamente, el hecho de no "gamificar" lo que de facto es una decisión estrictamente moral reservada a la intimidad de cada jugador es algo que, al final de la experiencia, me ha gustado. No lo esperaba, carecía incluso de sentido, pero una vez dejas reposar el juego sabes que es un acierto por parte del estudio.
Ya he comentado que el apartado artístico del programa es tremendamente bonito, saca un gran partido de Unreal Engine 4 y eso se nota en cada haz de luz que atraviesa la isla. El origen modesto de esta aventura narrativa se nota en la elección de texturas simples pero ejecutadas con buen gusto que, en conjunto, puede recordar a lo que viéramos en otros juegos como Firewatch o Abzû. La música y efectos de sonido acompañan a la perfección a la voz de Cissy Jones, la cual da vida a los pensamientos de Norah durante juego en inglés acompañándose de subtítulos en español.
No soy amante de los juegos largos, odio cuando una aventura estira demasiado su duración y soy un firme defensor de que no es necesario que la experiencia sea larga para satisfacer al jugador. Sin embargo, en el caso de Call of the Sea me han faltado un par de horas. Probablemente porque me lo estaba pasando bien, porque lo estaba disfrutando o incluso porque la dificultad dentro de sus puzles no se puede considerar que sea ascendente por lo que no llegas al final "pidiendo la hora". Es posible extraer una lectura positiva de todo esto, pero creo que al juego le hubiera hecho ganar entidad un par más de horas a las cuatro que me ha llevado completarlo. Si sentís curiosidad, podéis jugar a Call of the Sea en Xbox Game Pass.
Call of the Sea es un juego que sabe encontrar la forma de contar su historia e integrar su jugabilidad de manera efectiva y equilibrada a través de la exploración de sus escenarios. Se trata de una aventura de puzles relajada, apta para todo tipo de jugadores y que invita, a través de su cuidado apartado artístico a ser disfrutada con calma. Creo que tiene las bases para ser un gran juego, toma algunas decisiones valientes y cuenta una historia peculiar. Sin embargo, siento que se ha comedido demasiado, que podía haber dado algo más de sí en términos de duración y de dificultad, pero lo cierto es que tengo muchas ganas de ver qué será lo próximo de Out of the Blue.
- Desarrollado por Out of the Blue Games, un estudio afincado en Madrid.
- Tiene buenos puzles y una narración bien construida que impulsa a querer saber más.
- Emplea Unreal Engine 4 como motor gráfico.
- Un excelente apartado artístico que cautiva desde el primer segundo.
- Aunque su historia tiene ciertas inconsistencias te deja con ganas de más.
