Aún recuerdo cuando toqué mi primer roguelike y desconocía completamente el sumidero de horas en el que me estaba metiendo. Una sensación a la que siempre voy a volver cuando me enfrento a este tipo de juegos. Equiparse, morir y repetir es la norma, y esas bases son intocables igualmente para este DIG - Deep In Galaxies, una aventura espacial con una estética retro pixelart que a no pocos os recordará a algunos clásicos de los arcade por el frenetismo de sus combates y el caos que se puede organizar ante tus ojos. Con esta premisa hay aspectos de DIG que me han gustado mucho pero también otros con margen de mejora. Así han sido mis primeras horas con él.
Un mundo abierto en constante evolución y destruible
DIG es un juego que ha estado en early access durante un año y medio hasta poner a punto esta versión final que se estrena en febrero. El objetivo durante todo este tiempo ha sido, claro, crear un roguelike de plataformas que cumpla con ese alto valor de rejugabilidad que le pides a esta clase de juegos; que sea divertido y te mantenga pegado a su acción durante muchas horas y sientas que con cada nuevo intento vas a seguir pasándolo bien. Y creo que lo consigue.
Uno de sus grandes puntos positivos de DIG - Deep in Galaxies es la rejugabilidad que ofrece al contar con varios mundos y planetas que explorar, que se generan de forma procedimental para que cada partida sea distinta a la anterior. Tras escoger al personaje que nos representa… ¡empieza la acción! Y aquí encontramos uno de los aspectos más llamativos del juego: con su estética 2D, puedes destruir los escenarios con gran libertad, muy en la línea de otros juegos como Broforce, que es el que más se le asemeja en este aspecto.
Mencionar a Broforce tiene más sentido si cabe cuando descubres la intensidad y fiereza con la que puedes afrontar cada nivel gracias al arma cuerpo a cuerpo del protagonista, y también las de distancia, porque con ellas irás de un lado a otro del mapa a base de fuerza bruta. Lo mismo con granadas y bombas. Un punto más entretenido de lo que pensaba al inicio… que sin embargo provoca que muchas veces puedas completar los desafíos sin demasiadas complicaciones.
Hay muchos enemigos a tu alrededor y ellos también pueden moldear el mundo y provocar grandes daños
Pero ojo que no eres el único capaz de destruir el escenario. Hay muchos enemigos a tu alrededor y ellos también pueden moldear el mundo y provocar grandes daños. Cómo si no fuera suficiente con tu propio caos, un punto extra por el que casi me vuelvo loco. Tal es el caso que en algunas ocasiones perdía de vista dónde me encontraba. Por otro lado, tanto los enemigos cómo algunos cofres del mapa nos darán lo necesario para avanzar y mejorar nuestro equipamiento. Petos, gorros, botas, accesorios y claramente armas a distancia. Todos están separados por calidad en base a colores, siendo el gris el básico y verde o azul niveles superiores.
Hay una gran variedad por lo que no hay que preocuparse por la cantidad de personajes y equipamientos. Incluida la diferenciación entre armas y accesorios, esta es suficiente cómo para mantenernos pegados a la pantalla durante varias horas. Siendo exactos algo más de 12 horas, pero depende mucho de nuestra habilidad.
Básicamente somos escoria rebelde
Está bien saber porqué hacemos lo que hacemos. Y puede que la narrativa no sea el punto más vital de un roguelike, tampoco lo es de este, pero entender el contexto ayuda. Todo empieza porqué el imperio galáctico se pone en alerta en busca de insurgentes, y adivináis bien, nosotros terminaremos siendo protagonistas en la revolución. Nuestro objetivo es ir de planeta en planeta completando un número determinado de misiones en ciertas dificultades para superar a un jefe y así avanzar a una siguiente zona planetaria. Estas misiones son variadas, como acabar con 20 ratas, rescatar a los supervivientes o derrotar a capitanes o almirantes de flotas imperiales. Después de seguir varias veces este tipo de misiones puedes acabar cansado de la repetición, es un hecho.
Como recompensa a estas misiones, además de la divisa propia del juego podemos llevarnos una mejora pasiva, muy útil y de lo más fuerte en el juego. Esto supondrá realmente un cambio para encaminar nuestra composición en partida, en mi opinión, lo que nos hará sentir completamente rotos.
Si necesitáramos algo más hay tiendas para curarnos, comprar armamento o algunos extras, como llaves para cofres cerrados o zonas secretas. El único problema visible en todo este proceso es que terminarás aprendiendo y muy rápido qué es lo más óptimo. Y en lo personal, no es un juego nada difícil, por lo que cuando pilles el truco y sepas cuáles son las mejores opciones, nunca querrás cambiar. En este punto se acabó la experimentación y te dedicas a buscar lo que sabes que te funciona.
Un aire fresco a todo esto es el modo cooperativo, de hasta 4 jugadores. Si tenéis amigos con quien compartir la experiencia desde luego siempre sumará. Es un juego caótico y dinámico, más aún si sumas personas a los mapas. También es una gran ayuda para ciertos puntos finales de partida, tenedlo en cuenta.
Por último, tengo que mencionar un apartado que va a llevar a muchos varios años atrás, tal y cómo ha sido mi caso. Una estética y música que nos hace retroceder a los arcades. Un pixel art retro muy trabajado, colorido y que rinde genial con el apartado destructivo del mismo. Hay que reconocer que tiene estilo y de sobra. Sobre todo si os llama lo retro y la acción, es una recomendación que podéis ir apuntando.
Con todo esto y a falta de descubrir todos sus secretos, creo que es una opción bastante interesante con la que es fácil pasar un buen rato machacando monstruos y destruyendo todo a tu paso con un estilo retro.