Uno de los RPGs más influyentes de los últimos años, aunque quizás no de la forma que esperábamos, ha sido sin duda Octopath Traveler. Su forma de acercar el JRPG más clásico al público actual se ha convertido en una de las fórmulas mas exitosas y queridas: el uso del HD-2D como forma de reivindicar la belleza del píxel, a la vez que se mantienen esquemas clásicos, es la base de Dragon Quest III HD-2D Remake, uno de los juegos más esperados del año.

Hace unos días pudimos jugar una demo de aproximadamente una hora, donde pudimos comprobar cómo luce el juego y cómo se siente a los mandos un título lanzado originalmente hace más de 30 años. A tenor de lo visto hasta el momento, los fans más veteranos del género están de enhorabuena: Dragon Quest III HD-2D Remake parece toda una joya que merecía una reivindicación a la altura como la que nos ocupa. Eso sí, puede que su atractiva presentación no sea suficiente para endulzar un núcleo jugable que puede hacerse muy cuesta arriba para el jugador poco curtido en los RPGs de la época.

Con los ojos de un niño

Dragon Quest III HD-2D Remake, aunque es el tercero de la saga, cronológicamente constituye el primer título de la conocida como Trilogía de Erdrick, de la cual forman también parte las dos anteriores entregas. El argumento se centra en la lucha de un reino contra el malvado demonio Baramos. Nuestro/a protagonista desciende de un héroe que ya se enfrentó a él en el pasado, y al cumplir 16 años recibe la misión de derrotarlo de una vez por todas. Estamos ante la clásica historia del bien contra el mal, siendo este uno de los pocos aspectos del juego que no se han retocado.

La versión de prueba que pudimos jugar nos dejó ver muchas de las novedades que incorpora esta revisión del original. Lo primero que llama la atención, como no podía ser de otra forma, es su apartado gráfico. El HD-2D brilla con todo su esplendor en Dragon Quest III HD-2D Remake, consiguiendo un resultado impactante en algunos momentos gracias a su enorme atención al detalle. Los modelados en píxel art de protagonistas y enemigos son soberbios, con una gran cantidad de elementos que varían según la escena o el momento del día.

Por ejemplo, habrá zonas en las que los sprites del pelo de nuestros protagonistas ondearán con el viento. Si vamos a una aldea en la que es de noche, tendremos que sacar un farolillo; ver cómo la luz afecta a los personajes de la misma forma que al escenario, a pesar de la diferencia en el estilo, crea un efecto precioso. Otro detalle muy de agradecer es ver cómo, cuando entramos en combate, el arma que sostienen los miembros de la party cambia según lo que lleven equipado. También los escenarios cuentan con un diseño estupendo, además de estar llenos de vida: bandadas de pájaros que espantamos a nuestro paso, un ciclo día-noche que cambia el aspecto (así como el contenido y las rutinas) de las ciudades…

Dragon Quest III HD-2D Remake no tiene miedo de experimentar y presumir de sus gráficos, jugando frecuentemente con la perspectiva y la iluminación para crear estampas de cuento, tal y como las verían los niños de los 80. Estamos ante un título que probablemente siente un nuevo estándar de calidad a la hora de emplear este estilo gráfico. Es una pena que, aún habiendo añadido efectos a los combates, estos luzcan tan simples en comparación con el resto del conjunto. A pesar de que se han añadido efectos a ciertos ataques, el hecho de no poder ver cómo nuestros personajes los ejecutan resta mucha espectacularidad a las contiendas y, por qué no decirlo, interés.

No ha pasado el tiempo por la excelente banda sonora que mostró el título durante la prueba; sin embargo, cabe destacar que el juego venía con textos en castellano y doblaje en inglés, algo que no estaba en el original. Los diálogos, además, presentaban simpáticas adaptaciones a otros idiomas; en la ciudad en la que empezamos, sus habitantes mezclan español e italiano, pero seguro que no serán los únicos ejemplos que haya.

Los inmisericordes años 80

La jugabilidad de Dragon Quest III HD-2D Remake es donde más se nota su edad. Si bien en su momento fue un título revolucionario, gracias en gran parte a cómo introdujo el sistema de clases de los personajes, actualmente se siente como un JRPG por turnos tremendamente convencional y parco en posibilidades. Contaremos con un equipo de cuatro personajes, aunque los grupos de rivales pueden ser mucho más numerosos. Subiremos de nivel con experiencia que ganamos de los combates, y todos los ataques, salvo el corriente, utilizarán puntos de magia. Las clases serán muy determinantes a la hora de organizar la party, pero fue algo con lo que no pudimos experimentar demasiado; eso sí, olvidaos de un grupo de secundarios carismáticos con sus propias historias que descubrir, pues aquí los compañeros de nuestro héroe serán mercenarios random que solo aportan su clase como elemento definitorio.

El viaje entre ciudades se hace a través de un mapamundi que recorreremos andando (similar al de otros juegos de la época o, más actuales, al que podíamos ver en Unicorn Overlord). Durante la travesía, así como en las mazmorras, nos enfrentaremos a muchos (quizás incluso demasiados) combates aleatorios, sin ser capaces de ver los grupos de enemigos antes de que nos ataquen; clásico donde los haya, pero sorprende que no haya una opción para reducir la frecuencia de los mismos. Es un convencionalismo al que cuesta mucho volver desde la perspectiva de un jugador actual, y podría haberse reducido su impacto igual que se ha hecho con el ritmo de las contiendas.

Se han añadido muchas características de mejora de calidad de vida que, aunque ahora están muy asumidas, en aquella época se hubieran agradecido muchísimo; especialmente útiles resultan las posibilidades de hacer el combate automático y de aumentar mucho la velocidad de los mismos, así como la opción de elegir entre varios niveles de dificultad. Además, podemos controlar a cada miembro del grupo de forma manual, o bien que luchen solos en base a unas directrices bastante sencillas.

También pudimos probar la Arena, una suerte de torneo al más puro estilo Pokémon, donde usaremos monstruos que adoptemos en nuestros viajes. Habrá criaturas a las que podremos acercarnos, con más o menos sigilo (nos confirmaron que la clase Ladrón o el uso de fragancias serán necesarias para algunas de ellas), para poder reclutarlas; según la hora del día, será más probable que aparezcan distintos tipos. Si bien los combates son muy sencillos, ya que solo podemos dejar al grupo de monstruos unas directrices para que ataquen solos, sus dinámicas y su sistema de niveles pueden ser bastante curiosos; sin entrar en la novedad de la clase Domador, si reclutamos monstruos de un mismo tipo que ya tenemos, se harán amigos y servirá para que suban de nivel. También habrá ciertas herramientas de crianza para automatizar el proceso, y que ganen características especiales.

Aunque todo esto gustará al fan más veterano y acérrimo del JRPG, también es posible que suene intimidante para los jugadores acostumbrados a la visión más actual del género. Sin embargo, creo que es un juego con la capacidad de maravillar a todo tipo de jugador gracias a su sentido del humor, con elementos que sorprenden que estén presentes en una obra tan añeja.

Como he comentado antes, la localización del juego ya deja intuir su tono despreocupado. Los míticos diseños de criaturas de Akira Toriyama también resultan muy divertidos, pero será frecuente que el título nos plantee situaciones inesperadas y absurdas que nos sacarán más de una sonrisa; en este sentido, Dragon Quest III HD-2D Remake favorecerá mucho la curiosidad del jugador a la hora de escuchar a los NPCs y explorar a fondo las fases. Por ejemplo, las ciudades cambian mucho entre la noche y el día, con negocios que cierran al caer el sol, pudiendo incluso ver a los tenderos durmiendo plácidamente en sus camas. Si vamos a un cementerio por la noche, quizás encontremos un curioso dilema entre un esqueleto y un luchador. Incluso puede que, si tomamos la elección correcta, podamos vestirnos y actuar como monarca de un reino durante un tiempo. La cantidad de pequeñas interacciones especiales, capaces de cambiar en un instante el tonto del juego, dan mucha variedad y emoción a nuestro viaje.

Dragon Quest III HD-2D Remake parece que dará exactamente lo que promete: un viaje de vuelta a un RPG clásico de los años 80, con unas gafas que nos harán verlo como lo harían los niños de la época. Sin embargo, si bien el juego intenta engatusar a nuestros ojos, apenas hay espacio para la piedad a la hora de traer de vuelta su tosca experiencia jugable; por fortuna, también estamos ante una obra con un carisma arrollador y mucho sentido del humor para amenizar sus exigentes viajes. En cualquier caso, tanto para veteranos como para neófitos, Dragon Quest III HD-2D Remake se presenta como una oportunidad maravillosa y didáctica para valorar los avances del género en estas décadas.

El próximo 14 de noviembre de 2024, cuando Dragon Quest III HD-2D Remake se lance en Switch, PS5, Xbox Series X/S y PC, veremos cómo reaccionan los jugadores actuales a este sentido homenaje al pasado de una saga mítica.

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