Shinichi Kameoka, el famoso artista tras los diseños de personajes de la saga Mana, acaba de publicar Egglia: Rebirth. El ahora CEO de la desarrolladora Brownies charla con nosotros para descubrir cómo Miyazaki y Toriyama han cambiado el desarrollo japonés, y cómo los videojuegos son sueños en los que sumergirnos.
Secret of Mana es un juego mítico. Lanzado en 1993, fue un JRPG de acción que nos permitía jugar con dos amigos más con un sistema de combate pocas veces visto. Había que cargar el arma para atacar con más fuerza, y había muchas de ellas. Pero creo que lo más se recuerda tanto de Secret of Mana, Trials, Legend y el resto de la franquicia es su estilo artístico. Todos estos juegos están dibujados con trazos libres, aéreos y curvos. Sus personajes son adorables y redondeados, llenos de detalles y complementos y, por encima de todo, muy característicos. En la actualidad, tanto el manga como el anime han caído en cierta estandarización si hablamos del mainstream. Por supuesto, siempre habrá autores que irrumpen con su estilo único. Pero creo que puedo decir, sin caer en los efectos de la nostalgia, que en los 90 había más variedad y riesgo. Y es normal. A finales de los 80 y principios de los 90, el manga estaba formándose con la aparición de los grandes maestros que se veneran hoy en día. Y lo mismo puede decirse del videojuego.
Hoy charlo con Shinichi Kameoka. Él fue el responsable artístico de la seria Mana, suyos son los pinceles de aquel estilo gráfico que aún sigue vigente a día de hoy. Eso lo demuestra con el reciente lanzamiento de Egglia: Rebirth, conversión del juego de smartphones del mismo nombre, ahora para Nintendo Switch. Egglia Rebirth es un agradable juego que mezcla rol, combate por turnos, construcción de ciudades y sociedades, y ese arte tan característico suyo. Me cuenta: "aunque no tengo ningún autor que me haya influenciado para crear el arte de Egglia, creo que, personalmente a mí sí me han influido tanto Hayao Miyazaki como Akira Toriyama. Estos dos artistas han sido mis referentes en términos de estilo artístico. Su arte es universalmente amado y aceptado en Japón".
Comparando su trabajo con el de estos dos grandes creadores, se aprecian muchos parecidos. Miyazaki tiene un estilo también aéreo y redondeado. Sabe mezclar lo cotidiano con la ficción y la naturaleza, lo místico con lo mundano. Personajes que hemos visto en las películas de su estudio de animación, el mítico Studio Ghibli, nos lo demuestran: Totoro, Chihiro, Mononoke… en ellos reside la belleza de un sueño, la misma que sentimos al introducirnos en un mundo mágico. Es una sensación que también busca Kameoka: "creo que la belleza de los videojuegos es que te permiten abandonar el mundo real y entrar en un mundo parecido al de un sueño. En mi estudio de desarrollo, Brownies, luchamos por hacer videojuegos que se escapen de las tendencias actuales en lo referente al realismo. (...) No digo que el realismo esté mal, pero creo que es bueno que tengamos diferentes formas de expresar cómo nos sumergimos emocionalmente en el mundo de los sueños que es cada videojuego"
El estilo de Hayao Miyazaki, perfecto para convertir un juego en un sueño
Aunque no hayáis jugado a Egglia: Rebirth o a Secret of Mana, seguro que sí habéis probado alguno de los dos Ni no Kuni. En el primero y mejor, Level-5 también acude al estilo de Hayao Miyazaki para hacer justamente eso: lograr que Oliver se sumerja en un mundo distinto y paralelo, que se le presenta como un sueño. Siempre me ha parecido que cuanto más curvo y dinámico sea el trazo que define a un personaje, casi como si la línea quisiera romperse, más facilita que creamos que estamos en un sueño. Lo mismo ocurre con sus animaciones. Las de las películas de Studio Ghibli llevan a sus criaturas casi a deformarse cuando se mueven, lo que ayuda a sacarte de la realidad.
Pero lo que Hayao Miyazaki ha aportado al videojuego no se queda solo aquí. Incluso Hironobu Sakaguchi reconoció que los míticos chocobos de Final Fantasy se inspiran en las criaturas de Nausicaä del Valle del Viento. Y si el arte de Miyazaki ha sido tremendamente relevante para el medio, el de Toriyama no se queda atrás. Si el director de La Princesa Mononoke tuvo impacto en Final Fantasy, Akira Toriyama lo tuvo muy directamente en Dragon Quest. Como ya expliqué en su día, esta saga de JRPG nació al abrigo de la editorial de manga Shonen Jump, por eso se eligió a Akira Toriyama para el diseño artístico de toda la obra. Pero resulta muy limitado reconocer a este autor solo por Dragon Quest, Dragon Ball, por crear a Son Goku o Dr. Slump. Es decir, no es únicamente autor de la franquicia con más éxito de la historia del manga, sino que dibuja, monta las viñetas y genera unas coreografías de combate espectaculares. Lo que voy a decir a continuación no es más que una opinión que espero que no ofenda a nadie, pero basta con leer el manga de Dragon Ball Super dibujado por Toyotaro para entender la grandeza de Toriyama. De cuando dibujaba Toriyama.
Especialmente durante la etapa de Goku siendo pequeño, Toriyama dibujó un mundo de ensueño. La búsqueda de las bolas del dragón era puro JRPG. Sus ciudades de setas gigantes, las batallas en el fondo del mar, la coexistencia entre humanos, robots, dinosaurios y animales antropomórficos le daban a su obra un toque de fantasía insuperable. En el libro One Piece: Color Walk Compendium - East Blue to Skypea, Eiichiro Oda, autor de One Piece, conversa con Akira Toriyama. Este da una declaración que me resulta fascinante: "esta ilustración me dio muchos problemas porque la moto que quería dibujar existía en la realidad. Por eso nunca deberías dibujar cosas que existen de verdad".
Creo que es por este motivo por el que sus dibujos y diseños son tan imaginativos y han causado tanto impacto], por escapar siempre de la realidad. Admiro muchísimo al autor en su etapa de Goku siendo niño. Cada robot, coche o vehículo que aparecía en su manga era una genialidad. Y en cuanto a sus personajes, sabía cómo imprimirles un dinamismo y una potencia absoluta con muy pocas líneas. Creo que esa finura no se mantiene en Dragon Ball Super, pero sí que está en Chrono Trigger, el que para mí es el JRPG con el mejor Toriyama, por encima incluso de cualquier Dragon Quest. Y por un sencillo motivo: porque en este juego está todo lo que él hace bien: cacharros, mundos que contrastan entre sí, animales antropomórficos y mucha locura.
Si Hayao Miyazaki pinta sueños acogedores, Toriyama los pinta de acción
Lo interesante de la combinación de las influencias de ambos en el JRPG es que consiguieron darle al género un estilo internacional o, mejor dicho, educar el ojo del mundo fuera de Japón para apreciarlo y amarlo.. Shinichi Kameoka lo explica así al referirse a su propio arte en Egglia: Rebirth, que bebe de ambos: "se dice que mi estilo es único incluso en Japón, por lo que creo que se escapa de la idea de manga japonés tradicional. De todas formas, creo que no importa si el juego se siente japonés o no (...). Creo que es cuestión de si el estilo artístico se acepta alrededor del mundo (...)." Y claro que se acepta.
Pero Egglia: Rebirth no es solo arte, hay algo muy especial que nos habla de la evolución de los autores, de la edad y de cómo cambiamos como jugadores. Secret of Mana se publicó en 1993. Era un juego de acción y rol muy rápido para la época, intenso y directo. Han pasado casi 20 años del lanzamiento de aquel juego, y eso se nota en este. Es mucho más pausado, está más centrado en construir una familia a través del pueblo que creas partida a partida, en cultivar y en esperar a que florezca lo plantado. "en lo relativo al gameplay, creo que he entrado en una edad en la que ya no soy tan bueno jugando a juegos de acción que requieren la pulsación de muchos botones. Así que he empezado a crear juegos que se pueden jugar despacio, a mi propio ritmo y disfrutando a mi aire más que haciéndolo en tiempo real. Por eso también me atraen mucho los juegos sobre construir ciudades y villas." Y ahí está para mí la magia de Egglia. El título es una conversión de un juego de móviles. Tiene tiempos de espera para obtener objetos que se plantan, es por turnos y, a diferencia de la saga Mana, aquí la clave no es combatir sino, como ya he dicho, forjar una familia en torno a un pueblo. Tiene mucha belleza poética que Kameoka haya pasado de participar en juegos de acción a esto, a buscar cómo integrar la pausa y el ritmo manso en un JRPG.
Mi película favorita de Studio Ghibli es "El viento se levanta". Está dirigida por Hayao Miyazaki cuando ya hablaba de retirarse y con una edad avanzada. Como Egglia, también es una reflexión sobre sí mismo, sus padres, su edad y su pasado. En una entrevista en la que le preguntan qué resonó dentro de él para desear hacer una producción tan particular, él reconoció: "al hacerme mayor, recuerdo los últimos años de la Segunda Guerra Mundial. (...) Esta fue la época de mis padres, y toda ella es de color gris para mí. No sé qué pasó, no me acuerdo de mucho de todo aquello. Jiro Horikoshi y Hori Tatsuo", los protagonistas de la cinta, "me resultaron muy interesantes. Los dos experimentaron vivencias muy tristes en sus vidas durante esa época. Cuanto más los conocía a ellos y a sus tragedias, más tenía claro que serían los protagonistas de mi película". Es decir, es un trabajo para encontrarse a sí mismo a través de otros en una época importante para él pero que no recuerda. Me gusta que el tema de la edad impacte en el desarrollo de producciones artísticas.
Egglia Rebirth es el último trabajo de un artista mítico
Y esta es la magia de Egglia: Rebirth. Lo que más me ha gustado es justo lo que extraigo de esta charla con Kameoka: cómo ha llegado a nuestros días un estilo artístico más propio del pasado pero que sigue vigente a día de hoy. Cómo su autor ha cambiado su forma de disfrutar los videojuegos, y por lo tanto de crearlos. Egglia solo se entiende bajo esta perspectiva: la del juego paciente y calmado, constante y tranquilo. No hay aquí la acción de Secret of Mana, pero sí retazos de su arte y de su mundo, uno que hemos de reconstruir poco a poco. Uno que en momentos de dificultad ha de escuchar el consejo que Jiro Horikoshi da en la película de Miyazaki: "el viento se levanta, hay que intentar vivir."