Hay juegos que te enamoran a los dos minutos y otros a los que les cuesta algo más de tiempo. Elderand es de los segundos. Cuando empecé a jugar a este metroidvania pixelado no me gustó absolutamente nada. Me pareció muy tosco, con enemigos que no paraban de repetirse y excesivamente parecido a otros tantos del género. Además, no me gustaban nada sus saltos. En esto de los videojuegos con personajes que brincan, los hay de dos tipos. Por una parte tenemos los juegos como Hollow Knight. Tú das un salto casi sin pensar, porque te apetece y porque sabes que podrás corregir su trayectoria en el aire, saltas dos veces antes de tocar el suelo y, al aterrizar, haces un dash que te deja en una posición segura.
Pero Elderand es de los otros, de los que tienen a Castlevania corriendo por sus venas. En Elderand no puedes alterar el destino de tu salto, solo puedes pegar un brinco una vez en el aire, y estás totalmente expuesto a ataques de monstruos hasta que tus pies toquen el suelo. Eso hace que todo te hiera y te mate a la mínima de cambio, lo que es un fastidio cuando las vidas son escasas y el daño de los enemigos es enorme. Al empezar el juego hay un bicho con forma de tritón que escupe ácido y luego te da un zarpazo. Me mató más veces de las que mi vergüenza me permite reconocer.
Sí, fue una primera hora frustrante. Lo bueno es que Elderand no es un juego lineal. Es un metroidvania muy horizontal que conecta sus biomas. Explorando, fui subiendo de nivel, encontré armas mejores, un escudo y comencé a comprender a los enemigos. Recordé mis días jugando a Mega Drive y a Super Nintendo, y esos recuerdos del ayer me ayudaron a apreciar el juego.
El comienzo en Elderand es durísimo
En Elderand tienes que aprenderte las rutinas de los enemigos, todas ellas, y cómo se comportan entre sí. Si hay un zombi que ataca con látigo y un ojo volador flota a su lado, tienes que saber qué hacen juntos y cómo esquivarlos. Es tan de rutinas de ataque que, cuando aprendes los comportamientos de sus jefes, te los matas sin que te toquen. El monstruo final del juego me destrozó sin compasión cuando lo conocí. Tras un ratillo practicando, ni me despeinó.
La gracia de Elderand es la de ser un metroidvania muy Castlevania
Y esa es la gracia de Elderand, ser un metroidvania muy Castlevania que entrega una satisfacción enorme a través de la memorización. Además, hace una cosa muy bien. Es capaz de ayudarte a identificar cómo romper los patrones de un monstruo por su parecido con otros. Aprendes que es útil saltar hacia adelante y luego hacia atrás dando ahí un golpe, y lo aplicas con varios enemigos. Descubres que tomar la espalda del rival antes de que ataque, también, y lo vas aplicando.
A su propuesta le ayuda que sea un juego contenido. Puedes llegar al final en unas seis horas y hasta hacerte tres builds distintas en función de cómo te guste jugar. Puedes ser mago, guerrero bruto que juega a bloqueo o pícaro que prefiere hacer parry. Una vez que lo termines, aún te quedará un 30% más del mapa para explorar, con arenas, secretos, encuentros con PNJ y ampliación del lore. Su corta duración es un tesoro. Ojalá más metroidvania así de directos para cortar unas cuantas cabezas sin tener que hipotecar tu tiempo de vida.
Es un metroidvania directo y al grano
Esto no quiere decir que cuando el juego te haga clic se convierta en un título perfecto con el que casarse y empezar una familia, porque no es así. Hay jefes finales con rutinas muy interesantes que romper, pero otras que son una tontería. Y lo mismo ocurre con algunos enemigos. El título a veces abusa de pasillos largos porque sí, o de zonas con bichos que se repiten a más no poder. He recurrido bastante a las habilidades del final del juego de desplazamiento rápido para ahorrarme todos estos tramos.
Que sea tan directo también tiene un problema con su lore. Es un videojuego que quiere ofrecer una construcción de mundo profunda. Como no podía ser de otra forma, hay muchos guiños a Lovecraft. Pero creo que le harían falta más horas y más escenarios para desarrollarlo bien. El final del juego pretende ser muy molón, pero para sentirlo habría necesitado pasar más tiempo en su mundo, no solo tres tardes.
Artísticamente el juego es bueno. Tiene un píxel art que orbita entre lo rudo y lo rico. No es una locura pero funciona bien. Me parece que ha encontrado un buen equilibrio entre lo viejo y lo que se espera de un título como este a día de hoy. Musicalmente, también es correcto. No he encontrado ningún bug, pero tampoco nada a nivel técnico que me haya hecho aplaudir.
Técnicamente es correcto. Sin alardes pero sin fallos
La verdad es que Elderand me ha acabado gustando. Una vez que le pillé el punto no lo pude soltar hasta terminarlo, y luego me quedé con ganas de más. Aunque le falte más trabajo en lo jugable o en el desarrollo de su mundo para ser totalmente recomendable, me parece uno de esos juegos que te alegras cuando los descubres. Te lo recomiendo especialmente a ti si te encantan los metroidvania pero no tienes las horas suficientes para jugar a uno. Y en Steam Deck entra sin esfuerzo.
¿Te gustan los metroidvania pero has abandonado el género porque te parecen juegos demasiado largos? ¡Pues estás de enhorabuena, Elderand es tu juego! Al título le falta algo de variedad de enemigos, desarrollar mejor su mundo y ofrecer alguna idea más en su diseño de niveles, pero es uno de esos títulos que te ventilas en un par de tardes y te deja con una sonrisa. A veces, no hace falta nada más que esto.
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- Una jugabilidad muy a lo Castlevania clásico.
- Es un metroidvania que respeta tu tiempo.
- Va de aprender patrones de ataque del enemigo y romperlos.
- Buen pixel art y correcta ambientación musical.
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