Lo confieso: Nunca me habían interesado esos simuladores absurdos, pero he descubierto uno que me ha enganchado

Lo confieso: Nunca me habían interesado esos simuladores absurdos, pero he descubierto uno que me ha enganchado

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Gas Station Simulator Art

Hay oportunidades que solo se presentan una vez en la vida. Cuando recibí un mensaje de mi compañero Alberto Pastor y, un par de horas más tarde, una llamada de don Álvaro Castellano, supe que estaba ante un tren que no volvería a pasar. O, en este caso, ante una gasolinera en medio del desierto que necesitaba un mánager capaz de devolverla a sus días dorados. Y, por supuesto, nadie mejor para esa tarea que yo, una persona que poco antes de ver el mensaje de Alberto estuvo reclamando un cobro indebido en una gasolinera ya que, según cómo se mire, 30 euros de combustible ahora son 150 euros. Va a ser verdad que está caro el barril.

Por ese motivo, vi la oportunidad de jugar a Gas Station Simulator como parte de mi arco de redención para con esos establecimientos. Después de pagar lo suficiente como para llenar el tanque de un Land Rover —aunque yo conduzca un Kia Picanto—, se me presentó la ocasión perfecta para demostrar cómo debe gestionarse una gasolinera. Además, y he de hacer hincapié en esto antes de entrar en materia, tenía muchas ganas de probar en consola las virtudes de un simulador con una experiencia tan ligada al PC.

Así, un cobro adecuado, una buena atención al cliente y otros factores de vital importancia iban a ser el estandarte de mi local. Sin embargo, después de un par de horas jugando, me di cuenta que lo que había empezado como una "toma de contacto", no tardó en convertirse en un juego capaz de mantenerme pegado al sillón sin apenas esfuerzo. De esta manera, sin darme cuenta y de forma casi hipnótica, Gas Station Simulator supo cautivarme, atraparme y, a la postre, enamorarme. Lejos está de todos esos juegos absurdos que parecen hechos para hacerte reír y poco más.

Gas Station Simulator PS5

Buscar el éxito en medio de la nada

Como ya comenté al principio, la premisa de Gas Station Simulator es sencilla. Durante una travesía por la Ruta 66, el protagonista sin nombre se desvía de su camino para adquirir una gasolinera destartalada. Con la ayuda de su tío, un hombre capaz de ofrecerte la mano de forma desinteresada y de cobrarte por ello al mismo tiempo, comienza a dar forma a un negocio en ruinas que prosperará únicamente gracias al esfuerzo del jugador. Y aunque esta sucesión de eventos pueda sonar aburrida o sin gracia, este simulador fue capaz de congregar a más de 12.000 jugadores simultáneos en su estreno en Steam. Palabras mayores.

El incombustible camino del héroe

Así, tenía todo el material necesario para empezar mi periplo de retiro y hallazgo personal. Con las cifras de Steam en la mano y la herida de mi trauma aún abierta, sumado a algún que otro vídeo que vi de este título a principios de año, puse rumbo a la Ruta 66 para ponerme manos a la obra. Allí me recibieron bolsas de basura, televisores estropeados, coches abandonados y un sinfín de elementos inservibles cuya única utilidad era llenar el contenedor de deshechos. De hecho, mi primer contacto con un ser con nombre fue con Rudy, una excavadora que pasó a ser mi mejor aliada cuando empezamos a limpiar de arena todo el establecimiento. La vida comenzaba a sonreírme.

Por desgracia, Dennis no tardó en aparecer. Este insufrible ser que apenas levanta un palmo del suelo es el principal enemigo de todos los que hayan probado Gas Station Simulator. Según reza el lore del juego, ya que incluso productos como este tienen un bagaje detrás, este niño reclamó el establecimiento como suyo cuando estaba abandonado. Por ese motivo, yo tengo que fastidiarme y limpiar sus graffitis obscenos cada vez que considera una buena idea volver a dejar su marca. Lo que él no sabe, o quizás sí porque al fin y al cabo es parte del código del título, es que yo tengo una opción para dejarle claro quien manda: lanzarle basura. Sí, es exactamente lo que habéis leído.

Gas Station Simulator

Me enamoré de Gas Station Simulator

Problemas aparte, ya que en esencia los primeros pasajes de Gas Station Simulator están protagonizados por una catastrófica sucesión de eventos desafortunados, comenzar la aventura de abrir una gasolinera es tan gratificante como relajante. Repintar las paredes, barrer el suelo y recoger la arena empezaron a ser actividades a las que dedicaba minutos y minutos sin darme cuenta. Tal fue mi inmersión en la experiencia que, cuando me di cuenta, el sol había caído y la luna iluminaba los tejados de los edificios (si es que soy un poeta).

De repente, la gasolinera y yo éramos uno, éramos un ente que se comunicaba a través de mi avatar en el juego, de mi representación en esa zona apartada de la Ruta 66. El establecimiento crecía, mis bolsillos se llenaban de dinero virtual y los clientes no paraban de llegar y dejar comentarios positivos. En ese punto, como pasa en las películas románticas, supe que me había enamorado de un simulador de gasolinera. Por desgracia, de la misma forma que pasa en ese tipo de cintas, todo lo que sube tiene que bajar. Y en mi caso, aún sin haber anillos, bodas o dudas sentimentales de por medio, fue tan abrupto que cuando lo recuerdo todavía me duele.

¿Quién me va a curar el corazón partío?

Poco después de conseguir la solvencia suficiente como para abrir mi propio taller junto a mi querida gasolinera, me di de bruces con la triste realidad de experiencias como esta: un error de programación puede corromper la partida. Aunque los clientes no paraban de venir y el negocio estaba mejor que nunca, los proveedores no hacían acto de presencia. Así, durante varios minutos, vi lleno de impotencia como pagaba combustible, refrescos, comida y repuestos y nadie aparecía para cubrir mis demandas. Desolado, miraba a lo lejos sin entender nada y, por desgracia, comencé a ser consciente de la situación: nadie iba a acudir en mi ayuda.

Por un fallo que el juego no contempla, perdí todos los beneficios comprando recursos que nunca llegaron. Los clientes se marcharon, la arena comenzó a cubrir la gasolinera y Dennis siguió haciendo de las suyas mientras lo miraba derrotado. Apenado y sin ganas de seguir con este sueño, cerré la gasolinera, contemplé el imponente silencio del desierto y salí del juego. Más tarde, apagué la consola y me apoyé en la ventana esperando una señal, buscando un "algo" que me hiciera saber que todo mereció la pena. A lo lejos, vi un camión de cierta marca de refresco roja en dirección a la gasolinera que me cobró de más varios días antes. La vida, a veces, está llena de ironía.

Gas Station Simulator, uno de los simuladores con más impacto de finales de 2021, ya se encuentra disponible para adquirir en Steam y, desde la semana pasada, también está presente en sistemas PlayStation, Xbox y Nintendo Switch. Así, gracias a las virtudes de una propuesta tan sencilla como divertida, tendrás más cerca que nunca la posibilidad de tener tu propia gasolinera en medio de la Ruta 66.

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