Recuerdo que cuando apareció Super Mario Bros 3, fue una sensación extraña. Llegó casi en septiembre de 1991 a las tiendas españolas… ¡justo un año después de que apareciera la Megadrive! Podéis imaginaros un poco la situación, porque se produjo un salto gráfico enorme desde los 8 a los 16 bits, y claro, la obra de Nintendo llegó ya un poco tarde, como despedida de la NES… pero vaya despedida. El título sacaba el máximo partido al hardware, y además hacía una propuesta plataformera de inmensa calidad y originalidad.
La prensa laureó el juego, llegando a afirmar que era la experiencia más espectacular que se había visto en la consola de Nintendo. Se dijeron cosas como que era "la Mona Lisa de los videojuegos". Propuso novedades tan importantes como que nos moviéramos entre niveles a través de un mapa del mundo o que volásemos por los aires con el mítico traje Tanooki. Además, vendió lo que no está escrito: más de 15 millones de copias, lo que lo elevó a auténtica leyenda comercial durante varios años. Sin embargo, una de las pocas personas que no estaban tan emocionadas con el resultado final fue, paradójicamente, su propio creador.
Uno de los mejores juegos de plataformas de la historia
Miyamoto es conocido por ser un creador humilde, bastante crítico tanto consigo mismo como con el resto de creadores. Sin embargo, cuesta creer que sobre SMB3 llegara a afirmar que se sentía avergonzado, pero lo hizo:
"Cuando miro hacia atrás y pruebo algunos de los juegos que diseñé, hay momentos en los que, para ser completamente honesto, me siento un poco avergonzado. Por ejemplo, en el caso de Super Mario Bros 3, sentí algo como: ¿de verdad es esto lo que hice? ¿Realmente pensaba que era lo suficientemente bueno?".
Sorprende, ¿verdad? Shigeru Miyamoto trabajó como director del juego junto a Takashi Tezuka, conformando un equipo de cerca de 10 personas, lo cual era un equipo abultado por aquel entonces. Tuvo un presupuesto de cerca de un millón de dólares y su culminación llevó unos dos años. El desarrollo fue en un ambiente de intercambio creativo, algo que permitió sacar adelante un montón de ideas interesantes, como la presencia de varios minijuegos o los koopalings, descendientes de Bowser que actuaban como particulares jefes de mundo en unos niveles de scroll continuo que todos recordaréis: las fortalezas aéreas del malvado quelonio.
Te invito a probrar el juego por lo menos para demostrar que, al menos por una vez, Miyamoto no llevaba la razón.
Además, aunque el juego llegó en una etapa en que comenzábamos a ver cosas tan avanzadas gráficamente como Sonic The Hedgehog, lo cierto es que resultaba reseñable lo que Super Mario Bros. 3 llegó a exprimir el potencial de NES. Era su último gran experimento tecnológico, y como tal se hicieron unas cuantas virguerías, como el hecho de que el juego presentara un menú de objetos en la parte inferior de la pantalla mientras Mario corría a toda velocidad. Este y otros muchos detalles visuales convirtieron a este juego en uno de los más ambiciosos de la época.
El legado de SMB3 no es menor. El concepto de mapa del mundo fue utilizado posteriormente en Super Mario World y hasta recibió una serie de animación con un total de 26 episodios. Luego existen algunas curiosidades interesantes, como que el juego estaba planteado como una obra de teatro, algo manifestado por el telón que aparece tanto en la pantalla de título como al final de cada fase. Sin duda, era un juego muy especial, y que ahora podemos revivir en Nintendo Switch Online. Yo te invito a hacerlo, por lo menos para demostrar que, al menos por una vez, Miyamoto no llevaba la razón.
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