Si el primer episodio de la adaptación de The Last of Us para HBO sirvió casi como de película introductoria, presentándonos a los personajes y el pasado de Joel, en el segundo los protagonistas pasan a ser los infectados. Y, de nuevo, tenemos frente a nosotros un capítulo genial con muchos detalles interesantes que comentar.
La magia de The Last of Us, hasta cierto punto, es no saber mucho de cómo se expandió la infección de córdyceps. Tiene sentido, porque los supervivientes no son expertos ni han tenido acceso a las informaciones que usó el gobierno. Y tampoco se recrean los videojuegos en el lapso de tiempo desde el prólogo hasta el arranque de la historia.
No hace falta ver un infectado para aterrorizar
En los juegos vemos el mundo cuando ya se ha caído, e incluso cuando muchos infectados se han podrido. En esencia, somos el protagonista de Elden Ring investigando Las Tierras Intermedias cuando los señores de Elden han caído. Por eso es arriesgada una introducción como la de este segundo capítulo, en la que se da tanta información sobre algo que hasta la fecha funcionaba como un reloj siendo un absoluto misterio.
La serie usa realmente bien esos detalles llamada que se abordan en el futuro. Si en el primero se hablaba por la radio de disturbios en Yakarta y se abrió la veda con la teoría de la harina en la comunidad, en el segundo se responden a estas dos cosas con una genial introducción.
El uso de esta micóloga para abordar el córdyceps (ahora sabemos que opiocórdiceps de forma oficial) me recordó mucho a la narración que se hace del paciente cero en Guerra Mundial Z, particularmente en el libro. Un simple cuerpo infectado nos sirve para trazar una extrapolación y ver que no hay salvación. La otra cara de la escena del coche del primer episodio infunde aún más pavor, y sólo hace falta una lágrima de una experta.
Los infectados tienen buena conexión por fibra
En cuanto al resto del episodio, lo cierto es que sigue bastante al pie de la letra lo visto en Parte I. Lo más relevante es, además de alabar el diseño de escenarios y de la acción, son las novedades que tienen estos infectados de la serie.
Tal y como le explican a Ellie, el hongo crece bajo el suelo en forma de fibras que pueden alcanzar la longitud de kilómetros. De esta forma, los infectados funcionan como una mente colmena, algo que compensa y con mucho el hecho tan comentado de que no hay contagio por esporas.
El tercer capítulo es el que ha sido más elogiado por los críticos que tuvieron acceso a la serie al completo. Pero tampoco es que tenga la sensación de que este haya sido un puente, porque sigue demostrando que Mazin y Druckmann han sido fieles al material original, pero no tienen miedo de ampliar el mundo de The Last of Us.
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