Llevamos meses viendo cómo la IA y modelos como ChatGPT superan cada vez más lo que creíamos posible para un ordenador. Un crecimiento exponencial y meteórico lo suficientemente avanzado como para despertar cuestiones éticas sobre cómo la inteligencia artificial podría acabar con nuestros trabajos mientras se vale de internet para aprender cada vez más y más. Sin embargo, pese a todos esos avances, seguimos teniendo que lidiar con los CAPTCHA de "no soy un robot" día tras día al iniciar sesión en varias páginas. ¿Realmente no pueden las máquinas marcar esa casilla?
La respuesta corta es que sí pueden. Es decir, puedes crear un bot que se encargue de analizar dónde está el punto en el que debes pulsar y mueva el ratón hasta esa posición para hacerlo, pero ahí entran en juego varios factores que deberías tener en cuenta sobre cómo funcionan estos sistemas destinados a frenar, precisamente, esa misma posibilidad.
Cómo el CAPTCHA sigue haciendo dudar a la IA
En primer lugar lo que analizará el CAPTCHA, acrónimo de Completely Automated Public Turing test to tell Computers and Humans Apart, no es el tick sobre la casilla adecuada, sino el proceso que sigues hasta pulsar sobre ella. Tanto en el caso de los primeros CAPTCHA como en los más modernos ReCAPTCHA, al mover el ratón, incluso aunque realices una línea recta, el cursor realizará distintos desvíos provocados por tu mano. Son movimientos aleatorios que, a nivel inconsciente y puede que incluso microscópico, se producen en esa transición. Errores que los bots no pueden copiar a la perfección.
Pero supongamos que sí pueden, que hay un trabajo a la hora de crear el bot que ha tenido esos pequeños cambios en cuenta y que, por aquello de ser lo más avanzado posible, incluso puede mimetizar ese movimiento. En ese caso entra en juego el segundo test del sistema CAPTCHA, que analizará las cookies recientes de tu navegador y tu historial para determinar si lo que hay detrás es un humano o un bot.
Si tras superar el ReCAPTCHA el sistema sigue teniendo dudas sobre si el origen de la acción es humano o de un bot, entonces arroja un puzle en forma de letras borrosas o distorsionadas, sonidos o identificación de imágenes. La razón por la que tampoco pueden superar ese desafío está en que el contexto de esas imágenes hace que ciertos objetos varíen en forma, ángulo, iluminación, provocando con ello que una máquina tenga dificultades a la hora de analizar ciertos objetos.
El girito de esta cuestión es que, superando como humanos esos mismos puzles, lo que estamos haciendo es ayudar a que las inteligencias artificiales puedan terminar resolviendo ese reto algún día, ofreciendo con nuestros aciertos y errores los suficientes datos para entrenar a la IA a ser más hábil a la hora de reconocer patrones y objetos.
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