El Problema de los Tres Cuerpos en Netflix me ha reconciliado con una de las novelas del género de ciencia ficción mejor valoradas de las últimas décadas. Confieso que, a pesar de su reputación, no pude terminar el segundo libro de la saga. No puedo señalar exactamente el motivo, tal vez el ritmo, tal vez el estilo. Pero el visionado de la nueva serie de Netflix me ha dado ganas de retomar su lectura.
La saga El Problema de los Tres Cuerpos del autor chino Liu Cixin ha sido aclamada por crítica y lectores como una de las obras más impactantes de la ciencia ficción contemporánea. Desde su publicación, ha recibido numerosos premios y reconocimientos, incluido el premio Hugo a la mejor novela en 2015. La trilogía se caracteriza por su compleja trama que aborda temas como la ciencia, la política y la especulación sobre el futuro de la humanidad y su primer contacto con otra civilización extraterrestre.
Un problema de escala
La adaptación de la serie por parte de Netflix ha generado gran expectación entre los fans de la saga literaria de Liu Cixin. Sin embargo, es inevitable comparar la serie con los libros originales y señalar algunas diferencias significativas. Mientras que las novelas exploran con profundidad conceptos como el caos cultural, la evolución tecnológica y los dilemas éticos, la serie de Netflix parece dulcificar en gran medida el estilo y muchos de sus conceptos, buscando quizás un mayor atractivo para un público más amplio. Es interesante notar que algunos de los temas y conceptos presentes en El Problema de los Tres Cuerpos encuentran paralelismos en otras obras de ciencia ficción, como El Fin de la Infancia de Arthur C. Clarke y Contact de Carl Sagan. Estas obras también exploran la idea de un primer contacto con una civilización extraterrestre y las repercusiones que tendría en la sociedad humana, aunque lo hacen con mucho más detalle, mientras que en los ocho episodios que que forman esta primera temporada de la serie casi parece que se pasa de puntillas por las repercusiones de estos temas a escala global, generando la sensación de que los únicos afectados reales por los importantísimos acontecimientos que vive la humanidad en esta historia solo afectase a los personajes protagonistas.
Una de las similitudes más destacadas es la exploración de las implicaciones filosóficas y éticas de la interacción con civilizaciones avanzadas. Al igual que en El Fin de la Infancia y Contacto, la serie de Netflix plantea preguntas muy interesantes sobre el lugar de la humanidad en el universo y el impacto que la tecnología futurista y la idea de no estar solos en el cosmos tendría en nuestra sociedad. Es cierto que aquí y allí podemos ver alguna escena en la que los informativos de televisión mientras revueltas en algún remoto lugar, mientras que cada vez que los protagonistas pisan la calle lo hace en un mundo donde la gente sigue yendo a trabajar pagando sus facturas y parando en los semáforos en rojo. Solo alguna línea de diálogo puntual nos deja caer que la humanidad pasa por uno de los momentos más importantes de su historia.
A pesar de ese detalle de contexto, la trama de la serie es entretenida e interesante gracias a sus personajes protagonistas, y como toda buena ciencia ficción, plantea preguntas interesantes sobre situaciones hipotéticas que, como decía Isaac Asimov, suponen un punto de inflexión para la historia de la humanidad. Sin embargo, son las tramas personales de los protagonistas las que llevan el auténtico peso narrativo de la serie. En particular, los personajes de Will Downing y Wenjie destacan por su complejidad, humanidad y desarrollo a lo largo de la temporada.El derecho a decidir las condiciones de nuestra propia muerte, el valor de la ciencia y el peso de la espiritualidad, el valor del poder, el amor no correspondido o las historias que nos contamos a nosotros mismos para poder dormir son solo algunos de los temas que salpican las historias de los protagonistas de la adaptación de Netflix.
No obstante, un punto criticable de la producción de Netflix es su excesiva dependencia de los efectos especiales para mantener el interés del espectador y, aparentemente, explicar a aquellos más despistados los puntos menos evidentes de la historia. Si bien estos momentos espectaculares son impresionantes, a veces parecen forzados y poco orgánicos en la trama, como si Netflix subestimara la capacidad de atención de su público o creyera que la historia necesita de artificios para mantener al espectador pendiente de la pantalla.
A pesar de haber logrado un estupendo suspense narrativo gracias a la premisa principal, que mantiene a los espectadores enganchados de un capítulo a otro, el final de la temporada deja algo que desear. El impacto del golpe de efecto final de su último capítulo se ve ablandado por una última escena poco inspirada, que parece más preocupada por transmitir una lección moral que por cerrar adecuadamente la temporada con uno de esos cliffhangers emocionantemente dramáticos.
Trilogía de los Tres Cuerpos (estuche con: El problema de los tres cuerpos | El bosque oscuro | El fin de la muerte) (Ficción)
El Problema de los Tres Cuerpos en Netflix es una adaptación aligerada y entretenida de la aclamada saga literaria, pero que podría haberse beneficiado de una mayor fidelidad al espíritu y los temas de los libros originales. A pesar de ello la serie ofrece momentos emocionantes y reflexiones profundas, y no me cabe duda de que mantendrá a sus seguidores pendientes de cada capítulo porque su historia es apasionante, original y misteriosa. El Problema de los 3 Cuerpos se estrenará en Netflix el próximo 21 de marzo de 2024.
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