El cine de terror es muy complicado. Encontramos una gran cantidad de títulos, pero no todos consiguen transmitir al espectador lo necesario para que se le ponga la piel de gallina. Casi me atrevería a decir que, aquí, los videojuegos lo tienen mucho más fácil para poner en tensión. Algunos como MADiSON o Dead Space lo demuestran. Sin embargo, en cuanto a la gran pantalla se refiere, es cierto que difícil encontrar una propuesta que esté a la altura de las expectativas, sobre todo cuando hoy en día ya estamos acostumbrados a todo... o casi.
Hoy os vengo a hablar de It: Capítulo 2, la segunda parte de la bilogía más actual del payaso, basada en la novela de Stephen King. Y decido hacerlo, por varias razones, pero la principal es porque creo que es una película de miedo accesible para todo el mundo. Y no, no estoy hablando de la facilidad de verla a través de Max, Netflix o Prime Video (y hoy, 25 de noviembre, en abierto por Cuatro a partir de las 22:30), sino a que pienso que para alguien que busque una experiencia tensa, entretenida y con varios sustos, es perfecta para cumplir sus expectativas, sin necesidad de tramas muy complejas o el abuso de la violencia.
¿Qué ser es It?
¿Por qué hablar de la segunda entrega y no de la primera? Si os estáis haciendo esta pregunta la respuesta es sencilla. It está basada en una novela extensa que recoge la vida de unos niños que viven en Derry bajo la sombra de un terrible monstruo con forma de payaso, (en ocasiones), que los atormenta y asesina. Esto quiere decir que vemos sus vidas pasar desde la infancia hasta la edad adulta. La primera entrega de It (2017), si bien es una gran película con muchos toques de Stranger Things, cae más en la fantasía oscura y de aventuras que en una película de terror al uso. Sin embargo, con esta continuación, el director Andrés Muschietti decidió poner toda la carne en el asador y hace pleno uso de las capacidades actorales de Bill Skarsgård como el célebre villano. Por supuesto, es recomendable, y necesario, ver la primera parte, pero con otra perspectiva.
Sin embargo, cuando llegamos aquí encontramos toda la crueldad de la vida adulta, que apenas se refleja en la primera entrega con el personaje de Beverly Marsh, en una primera escena que te deja el cuerpo del revés. Una escena en la que el payaso es casi lo menos importante cuando la maldad humana entra en juego. Con apenas unos pocos primeros minutos, ya sabemos que estamos ante una película cruda y que el camino de casi 3 horas de duración va a ser fatídico.
La dirección de esta película es de lo más interesante. La tensión se sabe exponer sin caer en jumpscares baratos, (que los hay), pero se aprovechan recursos muy descriptivos para poner en alerta al espectador. Una anciana borrosa y desnuda, una mirada del payaso, la inocencia infantil...Es cierto que a nivel de guion quedan muchas cosas en el aire y las modificaciones hechas para adaptar la historia al formato no son siempre las más acertadas, pero cumple lo suficiente como para haber terminado de ver la película y haber obtenido lo que queríamos.
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Con todo ello, sigue existiendo una cierta coherencia entre ambas entregas al mantenerse ciertos pequeños toques de humor, mucho más comedidos, y unas actuaciones increíbles que te hacen creer que los niños han crecido. Entre el elenco encontramos a profesionales como James McAvoy o Jessica Chastain. Y hablando de esta última, a ella podemos deberla seguramente una de las secuencias más duras y difíciles de hacer en la historia de las pelis de terror.
Para una de sus escenas, se utilizaron más de casi 18.000 litros de sangre falsa, coronándose como una de las películas más sangrientas de la historia del cine. Para poneros un ejemplo, Juego de Tronos usó algo más de 15.100 litros de sangre para rodar su temporada 8. La propia actriz declaró que estuvo quitándose restos de los ojos durante días. y que tuvo que practicar en una piscina para niños para acostumbrarse. "Todos los demás estaban cómodos entre tomas, mientras yo estaba sentada en un pequeño charco de sangre", recordó Jessica Chastain.
Y pese a todo, no está claro si se batió un récord. Fede Álvarez (Alien: Romulus) llegó a declarar que en 2013 se usó casi 250.000 litros para el rodaje de Posesión infernal (Evil Dead). Es posible que esté exagerando, claro está, pero, ¿y si no?
Con todo ello, no es una película especialmente violenta, pero sí brutal. La amenaza del payaso es completamente angustiosa y eso que apenas tiene 7 minutos de diálogos en toda la cinta. Todos recordamos la mítica escena del niño con el chubasquero amarillo y la alcantarilla. Pues cuando creíamos que ya no podríamos ver nada tan explícito y aterrador, entonces llegan un par de escenas que se nos quedarán en la cabeza durante un buen rato.
Es cierto que aquí se siguen combinando ciertos toques de realismo mágico que hacen que la cinta se aleje de propuestas mucho más metidas en el género como pueden ser The Ring o Shutter, (película que también recomiendo), pero eso hace precisamente que sea una propuesta acertada para casi cualquier tipo de público. Cuenta con todas las dosis necesarias para ser entretenida a la par que terrorífica.
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