Arkedo y SEGA rinden un homenaje bastante descarado a los juegos de plataformas tradicionales 2D con los que tanto disfrutamos tiempo atrás. Y a pesar de que el título posee buenas ideas, en la práctica falla un tanto en la ejecución de algunas de ellas.
Aquellos usuarios que crecimos junto a Mario, Sonic, Bonker y tantos otros protagonistas de juegos de plataformas, echamos de menos más presencia de dicho género en la actualidad. Por fortuna de vez en cuando alguna compañía y estudio independiente se acuerdan de nosotros y nos brindan guiños claros a esta irrepetible época, como es el caso de Arkedo y SEGA y su nueva producción: Hell Yeah: la furia del conejo muerto.
Madriguera en el infierno
La trama de esta aventura plataformera es realmente sugerente y surrealista. El protagonista es Ash, un conejo realmente feo, descarado y para nada entrañable que tiene tiranizado a todo su reino infernal… hasta que un día unas fotografías "inapropiadas" (le pillan haciendo guarradas en su bañera con un patito de goma) salen a la luz y se extienden por la red. Ahí es donde comienza su venganza, por lo que baja hasta los infiernos que gobierna para dar cera a un centenar de monstruos que se han reído de él. Como veis el sentido del humor está a la orden del día en este título, algo que a medida que progresamos en la aventura va haciéndose más y más picante y va subiendo de tono.
En cuanto al desarrollo del juego en sí, nos encontramos ante un título de plataformas 2D con todas las de la ley. De esta forma el personaje debe recorrer diversos decorados realizando saltos casi sin parar y esquivando o eliminando una buena remesa de enemigos, gozando de ciertas habilidades como el salto doble o la posibilidad de ir montado en una especie de rueda metálica con dientes de sierra. Y por el camino también es posible ir aprendiendo nuevos trucos y recolectando diversos objetos. En este sentido se trata de un juego muy tradicional, quizá demasiado, pero para romper un poco con este esquema tan clásico el titulo también presenta otros ingredientes, algunos bastante sugerentes.
Uno de ellos son los minijuegos que salpican la aventura, que en algunos casos recuerdan a los observados en sagas como WarioWare. Dichos juegos son bastante originales y su duración suele ser muy cortita, pero aportan una gracia especial al desarrollo.
También es posible adquirir nuevos objetos y armas a medida que progresamos y, siempre que tengamos el dinero suficiente, podemos pasarnos por las tiendas que están diseminadas por los niveles y hacernos con misiles, pistolas, rayos de plasma, etc. Y gracias a la integración de este arsenal, el juego gana en dinamismo.
Por otro lado la aventura también recupera elementos clásicos de títulos de este mismo estilo (o similares) como Earthworm Jim, Mr Driller o el propio Super Mario, guiños que los más veteranos y nostálgicos seguro que saben apreciar como se merece.
El problema que encontramos es que, a la postre, la puesta en práctica de este conglomerado de elementos no termina de enganchar como debería. Y es que se nota que algunos minijuegos están metidos con calzador, a las zonas plataformeras les falta algo de "chispa", el control falla en ocasiones, el diseño de los niveles no es todo lo acertado que debería… Pequeñas imperfecciones que afectan a la jugabilidad y que terminan mermando un tanto la valoración final del título.
Infierno de colores
En lo que respecta al plano técnico, nos encontramos ante una aventura bastante llamativa y muy colorida, que nos muestra una visión realmente particular del infierno. En este caso dicho lugar posee numerosos recovecos, áreas diferenciadas y un diseño bastante laberíntico, mundo que es necesario ir explorando con la ayuda del correspondiente radar.
El diseño del protagonista no está mal del todo, si bien sus animaciones nos parecen demasiado básicas (sin ser malas en absoluto), algo que también afecta al diseño de los enemigos, demasiado simplones en líneas generales. Por fortuna y para aportar un nivel de calidad visual adicional, el título explota al máximo ciertos recursos gráficos y efectos especiales, como salpicaduras de todo tipo que empañan la pantalla, distorsiones, efectos de desenfoque, etc. No es el título descargable más vistoso jamás contemplado, pero está por encima de la media en esta faceta.
Todo ello sin exigir elevados requisitos del sistema en PC, que cuenta con una muy buena adaptación en el plano técnico, aunque también se le echa un poco en falta un mayor número de opciones gráficas configurables. Principalmente por los usuarios con equipos más modestos, aunque en principio no deberían tener demasiados problemas para disfrutar de la acción de Hell Yeah!. También hay que destacar que el juego de Sega se ha adaptado perfectamente al uso del teclado y ratón -con interfaz incluida-, aunque el propio juego nos invita a usar un mando desde el principio de la aventura para mayor comodidad. Cuestión de gustos.
La banda sonora, por su parte, es bastante cañera (quizá demasiado en ciertas ocasiones), pudiendo hacerse algo monótona a largo plazo. Los efectos son más funcionales, con una variedad no excesivamente elevada pero suficiente en cualquier caso.
Sin ser un plataformas 2D excelso, por lo menos los desarrolladores han querido ofrecernos un título bastante original dentro de lo que suele ser habitual en el género, aderezado además por un sentido del humor adulto y picante. Esperemos que si hay secuela en un futuro próximo, se limen las asperezas jugables que lacran parte de la diversión que nos depara esta aventura.
Sega ha querido rendir un homenaje claro a la era dorada de los juegos de plataformas 2D con un título irreverente y bastante interesante, que presenta ideas llamativas… que por desgracia no han fructificado como a muchos nos hubiese gustado.
