Análisis de Dragon Quest IV

Análisis de Dragon Quest IV
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El tiempo pasa, los avances no cesan, los videojuegos evolucionan, las compañías cambian… pero siempre hay alguien a quien se le cae la lágrima recordando una época pasada y posiblemente mejor. Es el caso de Square Enix, que en su incesante intento por combinar pasado y presente nos trae la cuarta entrega de Dragon Quest, una saga que, hasta ahora, sólo los japoneses habían podido disfrutar en su totalidad.

El éxito de Nintendo DS no sólo no conoce fronteras, sino que además permite traspasarlas. Dragon Quest ha sido una franquicia olvidada por las grandes distribuidoras en Europa desde tiempos ancestrales, y eso que en Japón es casi tan apreciada como la otra famosa saga RPG de Square Enix: Final Fantasy.

No obstante, los tiempos cambian… y menos mal, puesto que la serie y, concretamente este Dragon Quest IV para la “dual screen”, es uno de esos videojuegos que ningún amante del género rolero debe perderse. Ya sea por su historia, por el diseño de personajes de Akira Toriyama o por la estupenda banda sonora de Koichi Sugiyama, la cuarta parte de la serie creada por Yuuji Horii es un diamante “retro” de los años noventa trasladado al presente y reconvertido con todas las posibilidades que nos brinda la portátil de los de Kyoto.

Cierto es que la actual obra ya tuvo un “remake” en PlayStation (2001) que sentó muchas bases del actual videojuego para Nintendo DS (un nuevo capítulo, gráficos rediseñados, posibilidad de desactivar la Inteligencia Artificial de nuestros compañeros durante las batallas…), pero la gran diferencia reside en que nunca llegó a España y, mucho menos, en un castellano muy correcto. Por suerte, y como decíamos, los tiempos cambian, siendo este Dragon Quest el segundo y esperemos que no último videojuego de la saga en traspasar los Pirineos.

Episodios épicos con un final común
Además, su llegada ha sido con una traducción de textos en completo castellano, algo realmente fundamental para desvelar una épica historia (dividida en seis capítulos) que en su tiempo resultó tan interesante como innovadora. La razón está en que cada uno de estos episodios nos presentará a distintos personajes y variadas motivaciones, las cuales les llevarán a encontrarse al final con el héroe destinado a derrotar al mal. Así, los lazos narrativos se van construyendo en una estructura dispersa pero unida por un objetivo común.

No han sido pocos los que han sugerido que la trama hoy en día está completamente obsoleta, pero desde nuestra redacción creemos que el haber conservado intacta la trama viene más motivado por el deseo de ser fieles al original (Dragon Quest IV, 1990) que por no querer aportar nada nuevo al género.

La parte de exploración de ciudades y mazmorras la viviremos desde una perspectiva aérea (rotable 360 grados) con la que tener a vista todos los secretos del escenario, que mezclan tanto las dos como las tres dimensiones.
La parte de exploración de ciudades y mazmorras la viviremos desde una perspectiva aérea (rotable 360 grados) con la que tener a vista todos los secretos del escenario, que mezclan tanto las dos como las tres dimensiones.

Esto es algo que se puede apreciar fácilmente cuando encendemos la consola y jugamos nuestros primeros minutos, ya que, sin ser un título necesariamente difícil (es más asequible que Final Fantasy IV), mantiene todas las características que siempre han definido a un RPG “puro y duro” que mezcla exploración y batallas dentro de un mundo medieval y fantástico poblado tanto de humanos como de seres extraordinarios.

Tradición RPG
Verdaderamente, no hay muchos elementos jugables que separen a un Dragon Quest de un Final Fantasy. En ambos es necesario explorar, dialogar, averiguar el siguiente lugar al que ir, combatir, esperar a los turnos de batalla e incluso soportar el hecho de que los enemigos se presentarán de manera aleatoria mientras que caminamos por el mundo.

Las bases roleras sentadas desde el principio de los tiempos por las desarrolladoras niponas se manifiestan una vez más en este título, dentro de un conjunto jugable que se desmarca del resto básicamente por una estética que, sin la mano del señor Toriyama (Dragon Ball), tal vez nunca hubiera cosechado el éxito que en estos momentos atesora.

El diseño de los distintos y numerosos protagonistas que controlamos goza de un encanto especial, además de un trasfondo particular. Unos buscarán diversión, otros venganza, algunos dinero, pero todos ellos acabarán por seguir al héroe, un hombre o mujer (tendremos la posibilidad de seleccionar el sexo al principio de la partida) que aparecerá en el prólogo del juego para no volver hasta el capítulo final.

Las batallas serán por turnos y nos permitirán escoger acciones como atacar, defendernos, usar magia, emplear un ítem y, en ocasiones, incluso huir. Todo a través de una interfaz simple que da mucha cancha para practicar estrategias.
Las batallas serán por turnos y nos permitirán escoger acciones como atacar, defendernos, usar magia, emplear un ítem y, en ocasiones, incluso huir. Todo a través de una interfaz simple que da mucha cancha para practicar estrategias.

En definitiva, una estructura cerrada, perfecta y con varios finales para una aventura con cerca de 25 horas de duración que acaba por convertirse en variada. Y es que, antes de dirigirnos a la aventura, antes de explorar mazmorras y antes de acabar con monstruos para ganar experiencia y aumentar de nivel (a veces será muy necesario para superar determinadas zonas), deberemos de equiparnos bien en las ciudades – armaduras, armas e ítems – y descansar tanto en las posadas como en las iglesias, siendo estos últimos los lugares escogidos por Square Enix para resucitar a los compañeros muertos y guardar partida.

Una mezcla de presente y pasado
Los que, por alguna razón en particular, retomen el videojuego y lo vuelvan a jugar en Nintendo DS, se darán cuenta de que la jugabilidad se mantiene intacta. No tanto así el resto de aspectos del título, que aprovechan la tecnología de la portátil de Nintendo para tirar abajo la estructura bidimensional procedente de la versión original de NES y levantar en su lugar unos coloridos modelados en 3D que comparten sitio con unos “sprites” de personajes en 2D que mantienen el espíritu que un día les dio Akira Toriyama.

Cada parte del escenario, cada “bitmap” y cada textura está tratada con un mimo infinito que se aprecia, sobre todo, cuando giramos la cámara 360 grados a través de los gatillos L y R. Así podremos apreciar detalles del escenario, entradas ocultas, pero principalmente esa intención de ArtePiazza (responsable de esta versión del juego) por poner de acuerdo a un pasado y a un presente que tienen como punto de ruptura el salto que se produjo entre las dos y las tres dimensiones.

Por ello, no se puede decir que el apartado tecnológico haya sido desaprovechado. Aquí el lápiz táctil no nos va a servir para nada, pero sí una doble pantalla que hace que la “dual screen” nos muestre el mundo de Dragon Quest IV con sus dos ventanas abiertas. A veces ampliará el escenario, en otras ocasiones dividirá información y acción en las batallas, pero al final se comportará ejemplarmente, acompañando a la aventura sin que casi nos demos cuenta.

Completamente lo contrario le ocurrirá a la banda sonora, que llamará la atención a más de uno si es que seguía la serie anime de Las Aventuras de Fly (más conocida en Japón como Dragon Quest: Dai no Daibouken). Ahora los fieles seguidores se darán cuenta de que las melodías que escuchaban procedían de la serie de videojuegos Dragon Quest y, concretamente, de Koichi Sugiyama, un magistral compositor – considerado como el inspirador de Nobuo Uematsu – cuyas partituras han llegado a ser interpretadas por la orquesta filarmónica de Londres.

Descubrir el mundo de Dragon Quest IV no será una tarea fácil, aunque sí bastante gratificante. Nuevas ciudades, mazmorras y castillos nos esperan en un título donde las batallas aleatorias serán las reinas de la jugabilidad.
Descubrir el mundo de Dragon Quest IV no será una tarea fácil, aunque sí bastante gratificante. Nuevas ciudades, mazmorras y castillos nos esperan en un título donde las batallas aleatorias serán las reinas de la jugabilidad.

Por supuesto, todas las composiciones han sido remasterizadas y adaptadas para darles un toque más orquestal, usando nuevas herramientas MIDI que, no obstante, siguen manteniendo unos efectos de sonido que llegan sin muchos ornamentos desde la época de los 8 bits. Si esto es correcto o no depende de los gustos del usuario, pero desde luego no es criticable, ya que vuelve a ser una muestra más de la continua intención de Square Enix en este Dragon Quest IV por rescatar su pasado en un producto que no pudimos disfrutar en su día.

Excelente

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Por: El equipo de 3DJuegos
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Square Enix, junto a ArtePiazza, crean un “remake” de Dragon Quest IV que, lejos de innovar, nos acerca la jugabilidad en estado puro del original sin obligarnos a sacar el stylus de su sitio. Pasado y presente se juntan en un RPG conservador y tradicional pero con el desmesurado potencial de una serie que puede presumir de un éxito similar al de Final Fantasy. Tanto si se es un incondicional de los juegos de rol como si no, DQIV es una gran oportunidad para retomar el pasado y comprobar (además, en castellano) lo que lamentablemente muchos no pudieron disfrutar hace cerca de veinte años.

Comprar Dragon Quest IV: Capítulos de los Elegidos
Jugadores: 1
Idioma: Textos en castellano y manual en castellano
Duración: 30 horas (mínimo)
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