Los seguidores de Silent Hill han salido, no hace mucho, de la caverna en la que llevaban años sepultados. Y no es para menos: tras años de letargo, la franquicia volverá de forma múltiple: Bloober Team, responsables de The Medium, desarrolla el remake de Silent Hill 2; NeoBards Entertainment se encarga de Silent Hill F, una experiencia enigmática y totalmente nueva ambientada en Japón; y Christopher Gans, director de la primera película de la marca, dirigirá Return to Silent Hill, el nuevo largometraje del universo de terror de Konami.
Sin embargo, digo que los seguidores de Silent Hill han salido de la caverna porque estos últimos años no han sido, en absoluto, esperanzadores para ellos. Lo último “sonado” que tuvimos entre las manos fue Downpour, una cosa totalmente alejada de la esencia Silent Hill que no contentó a prácticamente nadie. Pero hubo algo peor: un videojuego exclusivo de PS Vita que poco o nada tiene que ver con el terror y que quedó bastante lejos de ser un Silent Hill: un fracaso con todas las letras, desde la S hasta la L.
¿Qué fue Book of Memories?
Silent Hill: Book of Memories fue un experimento, por decirlo de alguna forma suave, que desarrolló WayForward Technologies para la consola que -tristemente- alejó a Sony para siempre de los mercados portátiles. Abandonó el terror que exploraron, a su manera, Origins y Shattered Memories en PSP, y creó un caldo de cultivo de fracaso que, efectivamente, se materializó al poco de salir.
Silent Hill: Book of Memories
Pero, ¿de qué iba Book of Memories? El jugador comenzaba creando su propio personaje entre unas opciones escuetas y sencillas. La premisa era prometedora: el protagonista recibía un libro llamado Libro de las Memorias en el que estaban escritos todos sus recuerdos. Inocentemente, modifica algunos antes de irse a dormir. Cuando despierta, todo está patas arriba; se encuentra en una mazmorra que no es donde se acostó y su objetivo es salir de allí como pueda.
El planteamiento no empieza mal, pero la ejecución es terrible. El título se alejó totalmente de la experiencia Silent Hill: a través de una perspectiva isométrica, la obra se enfocaba en su práctica totalidad en el combate y la acción, abandonando la esencia survival horror que lo caracterizaba. El objetivo era ir encontrando llaves que abran puertas que lleven a nuevos caminos para encontrar más llaves que abran más puertas que lleven a… Ya sabéis.
Silent Hill: Book of Memories
El juego se dividía en zonas; al final de cada zona había un puzle a resolver con las pistas que se han ido recogiendo en el trayecto hasta llegar a él. Después, te cepillabas al jefe y pasabas a la siguiente ‘pantalla’, una que iba aumentando de dificultad, con enemigos cada vez más poderosos. Sí, había variedad de armas –hasta una armería regentada por el cartero que te hace entrega del libro; un sinsentido en toda regla-, mejora de personaje y pequeños tintes de exploración… Pero todo se diluía con una jugabilidad insulsa y muy poco carismática.
Book of Memories puede ser, probablemente, la peor experiencia del universo Silent Hill con diferencia
En el juego había pequeños destellos de esperanza que animan a pensar en su carácter único. Por ejemplo, encontrábamos salas en las que “pasaban cosas”; nos obligaban a realizar determinadas acciones dentro de un escueto abanico de posibilidades y decantarnos por una u otra afectaba al final del juego -6 posibles; no todo era tan malo-. Pero todo quedaba en agua de borrajas cuando podíamos combinar una pistola con un cuchillo o hacerlo con un amigo vía online. ¿Pero esto no era Silent Hill?
Book of Memories puede ser, probablemente, la peor experiencia del universo Silent Hill con diferencia. Puede llegar a entenderse la decisión de virar hacia la acción –la saga Resident Evil ya estaba zambullida en esos menesteres-, pero no de una forma tan simple, anodina y aburrida. No tenía nada que lo identificara a la saga de Konami más allá del nombre. Desde entonces, no hemos visto nada relativo a Silent Hill. Veremos si lo nuevo convence algo más, aunque, seamos honestos, el listón está bastante bajo.